Yo la vi, lo juro. Vi su espíritu imperecedero de creadora insaciable; vi su alma reflejada en las sonrisas de los niños y en sus manos sucias de arte; la vi surcar ese callejón embrujado para siempre de esperanzas y de sueños; la vi en las paredes, los muñecos, las máscaras, en cada rincón donde caminaron sus pies imperfectos y su esencia imponderable Continuar leyendo