Por Betty Beatón Ruiz y Juanita Perdomo Larezada
Ángel Matos Lambert tiene un manojo de historias que contar y no es para menos. Desde aquel 2 de octubre de 1912 en que abrió los ojos al mundo en Sabana, Maisí, ha visto y oído de lo humano y lo divino.
Creció descalzo y con penurias económicas, pero con la honra fundida a la piel como coraza por el padre mambí.
Anduvo loma arriba y loma abajo por Guantánamo, Santiago de Cuba y Holguín, inventándose la vida a punta de guitarra y tonadas campesinas, haciendo labores en los cafetales y colaborando con las tropas rebeldes al mando del entonces Comandante Raúl Castro Ruz.
Con seis hijos, 26 nietos, 44 biznietos y ocho tataranietos, Ángel, como cualquier otro mortal, ha tenido momentos de felicidad y de hondas desgarraduras, pero ninguno se compara con los dejados por Matthew.
Al amanecer del martes 4 de octubre, parado sobre el piso ralo de lo que un día fue el hogar, allí en Cabacú, a la entrada de una Baracoa ahora en girones, Ángel sintió que su centenaria existencia quedaba sin asideros.
Le dolió un abismo no hallar lo que fue casa, platanal, cocotero, corrales, jardín… pero más le puncionó el alma las pérdidas irrecuperables: las fotos de su boda 65 años atrás, el cuadro con la imagen de la madre, el cofrecito de los papeles de ayer y hoy, el sobre con los diplomas y tanto más que a otros pudiera parecerle pedestre.
Abrazado a Neris, la esposa, intentó buscar un por qué a la furia de los vientos, la lluvia, los ríos sin cauce y el mar sin nivel. Nunca lo halló.
Ahora, al resguardo de sus hijas en Santiago de Cuba, aguarda, no sin desespero, a que le cobijen el techo para entonces irse de vuelta a sus raíces, al suelo que le da savia a esa increíble lucidez que le acompaña, a la tierra que lo provee de la fórmula vital para su cuerpo de un siglo: “Plátano, huevo, leche con jengibre y mucha miel”.
Admira el ánimo renovado de este Ángel terrenal, que junta a un lamento un sueño que vale un millón: “Caramba, no me pude encontrar con Raúl. Otra vez será, porque no me muero hasta los 150 años, y va ser en la Baracoa que siempre conocí”.
Soy una de las nietas de este Longebo, estoy completamente de acuerdo con la publicacion , vivo aqui en santiago pero desde q tenia 8 años mi mama y yo nos fuimos a vivir con ellos para su casa el cual me crio y me cuido de todo hasta de las nalgadas q me buscaba de mi mama su ñingo como el me dice no habia quien la tocara jjjj, estoy muy contenta q le hayan hecho esta entrevista ya q en baracoa no saben q el existe eso me da mucho dulor,como mismo lo ven asi es el lucido ,lo q mi familia no se acuerda de los tiempos de antes le preguntan , limpia el arroz en la casa sin espejuelos porq dice q mi abuela se les quedan semillitas, para q contar sin exager . Es Verdad q el sueño de su vida es darle la mano a el comandante Raul Castro. Ese es nuestro guelon como siempre le han dicho desde siempre con su sonrisa picara.