La etapa vacacional veraniega de este año arrancó con cierta dosis lógica de incertidumbre y preocupación entre una parte de la ciudadanía.
El anuncio en el Parlamento cubano de un grupo de medidas restrictivas en relación con el consumo energético, aunque con la premisa de afectar lo menos posible a la población, pudo hacer pensar a no pocas personas que habría dificultades mayores durante los meses de julio y agosto en que estudiantes y una parte significativa de los trabajadores disfrutan de un merecido y muy esperado descanso.
La estrategia de concentrar el ahorro de combustible y electricidad en las entidades estatales, principalmente en sectores de la administración pública y en otros cuya actividad económica no impactaba en las producciones y servicios fundamentales, contribuyó a minimizar los perjuicios de una manera notable.
Hubo algunos efectos indirectos no deseados que casi seguramente no estaban previstos, como fue —por ejemplo— la intentona especulativa de elevar desproporcionadamente los precios del transporte privado de alquiler en La Habana, pero la respuesta rápida y enérgica de las autoridades locales y el apoyo de los medios de comunicación, neutralizaron en gran medida esta reacción abusiva contra la población.
En cuanto a las principales opciones y ofertas recreativas para este período de descanso masivo estival, no solo parece ser que tuvieron el respaldo habitual de recursos —o en niveles relativamente similares—, sino que también funcionaron quizás de un modo más armónico, concentrado y organizado que en otras ocasiones.
Sin mucho ruido, tal vez hasta con cierta sobriedad, el que más y el que menos disfrutó de su porción de vacaciones, donde también resultó básica la creatividad de las familias en la búsqueda de alternativas, en correspondencia con los diferentes niveles en el poder adquisitivo de cada hogar.
Hubo momentos cumbres en estas ocho semanas, como fueron los festejos por el 26 de Julio, el cumpleaños 90 de Fidel y las Olimpiadas de Río de Janeiro, acontecimientos que motivaron la alegría y emoción de millones de cubanas y cubanos.
Sin embargo, hay que insistir más en la descentralización de propuestas recreativas hacia las comunidades y zonas periféricas, a partir de las iniciativas locales y del aprovechamiento de las instalaciones culturales, educativas y deportivas que existen en la localidad.
Tradicionales lugares de esparcimiento como los círculos sociales obreros mantuvieron sus servicios para los sindicatos y la población en general, aunque todavía la calidad y variedad de sus ofertas no es pareja —incluso en situaciones iguales o parecidas con los abastecimientos—, y en varios casos las condiciones constructivas de las edificaciones distan mucho de ser las mejores.
En los días que restan hasta el inicio del curso escolar infantes, adolescentes y personas adultas retomarán de modo progresivo sus rutinas, en una fase de tránsito en la cual resulta esencial dar prioridad a los preparativos para un nuevo comienzo de las faenas estudiantiles y laborales.
Por tal motivo es importante que este cierre de la etapa vacacional transcurra con la mayor naturalidad posible, sin renunciar a las últimas posibilidades de diversión, pero ya con la responsabilidad de ultimar todos los detalles de esa reincorporación al estudio y al trabajo.
También hay empeños económicos y sociales que bien valdría la pena extender y defender, más allá de julio y agosto.
Que llegue septiembre no quiere decir, por ejemplo, que en el resto del año no habrá la necesidad imperiosa de ahorrar electricidad en los hogares y centros laborales.
Que nuestra niñez y juventud regrese durante los próximos días a las escuelas, y una parte de los trabajadores retome la actividad productiva y de servicios, tampoco debería suponer, digamos, que en lo que resta del año no sean importantes las opciones recreativas para toda la población, o que se descuiden la calidad y la variedad de las ofertas culturales y hasta de la televisión, el cine y otras variantes de esparcimiento sano e inteligente.
En fin, que terminan las vacaciones masivas, con todo lo que ellas implican, pero no el verano ni los requerimientos que nos impone la más larga estación del año en Cuba.