El cubano Arlen López superó por decisión unánime al uzbeko Bektemir Melikuziev, en la discusión del oro en los 75 kg de Río de Janeiro.
En una final que reeditó la pugna por el título en el Campeonato Mundial de Doha, el pasado año (donde igualmente se impuso el nuestro), el guantanamero marcó el ritmo desde el gong inicial, dejando claro que su único propósito era bajar del encerado de Riocentro-Pabellón 6, con el máximo trofeo olímpico.
López, de 23 años, es probablemente el pegador más potente de la actual escuadra antillana. Con la fuerza de sus golpes evoca -además de a los tricampeones olímpicos Teófilo Stevenson y Félix Savón- a José Gómez y Ángel Espinosa, quienes igualmente brillaron en la categoría mediana.
En los 75 kg Cuba cuenta, además de la corona de López, con las diademas del tunero Gómez, quien se coronó en Moscú 1980 a los 18 años, el pinareño Ariel Hernández, vencedor en Barcelona 1992 y Atlanta 1996, y el camagüeyano Jorge Gutiérrez, en Sídney 2000.
Esta es la presea dorada 37 para los boxeadores antillanos en la historia olímpica, prácticamente la mitad de los 77 metales áureos conseguidas por nuestro país en todas las disciplinas bajo los cinco aros. Dicha cifra ilustra de manera contundente el peso de esta modalidad para nosotros, a la hora de intervenir en el principal evento deportivo universal.