Todavía recuerdo las grandes cenas que se hacían bajo la mata de mangos que había en el patio de la casa de mis abuelos maternos, en Artemisa. El hogar de Merejo y María era el panal al cual acudían sus ocho hijas e hijos con sus respectivos descendientes.
La mesa se volvía pequeña para los más de 20 nietos y nietas que se sentaban a degustar los platos preparados por la abuela. El preferido era el arroz con leche, cremoso, algunas veces con coco. Antes, habíamos corrido por el patio, nos habíamos cansado de jugar a los escondidos o al “pegado”.
Abuelo Merejo, fabulador, diestro en contar historias, nos había desgranado unos cuantos relatos, algunos tan increíbles, que nos hacían abrir los ojos y cerrar los labios. Mi primo Lázaro, en ocasiones lo retaba y le decía: “Abuelo, pero ese majá era tan grande”. Con el tiempo, hasta me llegué a preguntar si en algún momento sus historias tenían algo que ver con las escritas por Onelio Jorge Cardoso.
También nos hablaba de historia, de Mayor General Antonio Maceo, a quien admiraba por su valentía; de su paso por el central, de los trabajos que pasó para poder criar a sus hijos, de que ninguno pudo hacerse de una carrera porque los pobres no podían tener esas aspiraciones. El valor del trabajo, la importancia de ser una persona honesta, solidaria y bondadosa; de respetar a los mayores y a los padres; de pedir permiso y decir buenos días fueron lecciones que se enraizaron en cada uno de los miembros de la prole.
Esos fueron momentos especiales, únicos. Y es que la familia es el alimento espiritual de cada mujer y hombre; es el pan y el agua; es la luz y la paz; el refugio para las tristezas y el manantial para los buenos momentos. Cuando miro hacia atrás, siempre me pregunto qué hubiera sido de mi vida sin la familia en la cual me crié.
Este 15 de mayo, cuando el mundo celebra el Día Internacional de la Familia ―fecha proclamada en 1993 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (A/RES/47/237) ― doy gracias a en particular a la mía porque tener una gran familia es un privilegio y es algo que cuando se tiene se adquiere la fortaleza y preparación necesarias para la vida.
Acerca del autor
Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.