Réquiem por Bertha la pregonera

Réquiem por Bertha la pregonera

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Santiago de Cuba tiene, junto a lo más íntimo de su memoria, el ir y venir de mujeres y hombres que la han marcado.

Ilustres, distinguidos, pintorescos, famosos, sabios, populares, y hasta locos entrañables conforman un secular muestrario de personajes que jamás se desprenden de la esencia misma de la ciudad.

Se suceden con cada tiempo, con cada época.

Y no llegan a morir en sí mismos; no se van del todo. Se quedan en los recuerdos, en las anécdotas, en el espíritu de la ciudad.

Pero no es de súbito que llegan a tal. De a poco se van colando, filtrándose entre las hendijas del día a día, de las calles, de las gentes y las cosas, hasta volverse perdurables.

Bertha
Foto: Miguel Rubiera

Aún cuando Bertha Lidia Hechavarría Heredia no se percata del hecho, ni lo toma muy en cuenta, ella y lo que en sí representa van dándole un toque especial a esta quincuagenaria urbe caribeña.

Es dueña del corazón de Santiago de Cuba.

Absolutamente le pertenecen Enramadas, el Parque Céspedes, Aguilera, la Plaza Dolores y la de Marte.

Esos son sus predios, sus dominios matriarcales.

Negra menuda, de andar acompasado, desafiante de la gravedad con su gran cesto de mil cosas a la cabeza, sonando pulsos y collares, vaporosa con sus anchos batones de colores vivos y sus turbantes, Bertha se me antoja como un calco de esas imágenes de mujeres pregoneras de los tiempos de la colonia.

Con sus más de 80 años a cuestas Bertha lleva el pregón en los labios y lo va desgranando a su paso, intentando rescatar una tradición que parece esfumarse entre los aires de la modernidad.

¿Por qué el pregón en Bertha?

“De niña a mí me encantaba que mis tíos, con quienes me crié hasta los 13 años en la calle Primera de Villalón, me mandaran a comprar carbón. Ahí mismo aprovechaba yo y me daba una escapadita hasta la plaza de Dolores, cuando aquello eso era un mar de vendedores de todo tipo de mercancías pero lo más lindo no era eso, en definitiva una negrita pobre como yo no podía ni comprar un dulce de a medio, lo que yo disfrutaba de verdad era oírlos a ellos pregonar sus cosas, parecerá mentira pero es la puritica verdad, desde aquel entonces dije que yo quería hacer eso.

“Había una gracia antes para pregonar tremenda, decían cosas lindas, cosas graciosas y hasta picantes, pero nadie me negará que eso le daba vida y belleza a esa zona.”

¿Y el pregón de ahora?

Foto: Miguel Rubiera
Foto: Miguel Rubiera

“El verdadero pregón se ha ido perdiendo. Solo escucha a muchos de los que venden para que veas, no hay originalidad, todos repiten lo mismo, hasta con desánimo tú los oyes decir cualquier cosa con tal de salir del paso. Yo a muchos con los que me he tropezado los aconsejo, y hasta les he propuesto darle algunos versos, algunas letras de pregones, pero la mayoría ni escuchan, no toman en cuenta que el pregón es algo autóctono, de nuestra cultura, de nuestra cubanía y que hay que hacer todo lo posible por rescatarlo.

“Yo por lo menos cada día hago algo por él, antes participando en el Festival del Pregón, con premios incluso, y ahora pues yendo por las calles pregonando como mejor sé hacerlo las cosas que vendo, pulpita de tamarindo, turrones… y no me ha ido mal, la gente ya me identifica, me busca y me compra, jaranean conmigo y eso me alegra la vida y se las alegra a ellos, a cubanos y a extranjeros.”

Por cierto, hablando de cubanos y extranjeros, su imagen, y lo que en ella se resume, anda públicamente divulgada por muchos lugares, dentro y fuera del país. ¿Qué opina al respecto?

“No me molesta, al contrario, me alienta a seguir intentando el rescate del verdadero pregón. Hay postales, afiches, guías turísticas donde aparezco y montones de fotos, Dios sabrá cuántas. Los extranjeros especialmente me tiran muchas, me hacen preguntas, y hasta me regalan algo, ah, pero eso sí, solo regalos, nada de andar pidiendo. “Mira, como la gente sabe que se me acercan muchos turistas me dicen: ´no seas boba, pídele´, pero ni hablar, la dignidad vale mucho, yo siempre ando con la frente en alto, porque yo lo que soy es una pregonera, no una misionera, y primero tú te das tu valor, y luego te lo dan los demás, por eso nadie me puede señalar con el dedo, ni decir que soy una aprovechada, nada de eso, y no te digo que no tenga problemas como todos los mortales, muchos y durísimos que los tengo, pero no me desespero, confío, que todo en la vida se resuelve, lo que hay es que estar viva, qué caray, mucha fe.”

Fe, sus muchos collares, las ropas que usa, bien sea roja, bien sea amarilla o blanca, como la de los santos Yoruba… ¿hay algún sincretismo en usted?

“Aquí la santa soy yo, como digo siempre. Creo en Fidel, en Raúl y en la revolución cubana, y en lo que hacen por todos, especialmente por los que menos tenemos.

“Creo en la paz espiritual que todos debemos darnos, esa que debía llamarnos a la reflexión para vivir con más calma, con menos agonías, con menos ambiciones y con más apoyo al prójimo, si todos hiciéramos eso seguritico que hubiera menos infartos y más armonía entre unos y otros.

“Pero muy especialmente,  por encima de todo, creo en la Naturaleza, en su sabiduría, en lo que nos da todos los días y que muchas veces no sabemos apreciar, Parapipigalonea está ahí para demostrarlo.”

Foto: Miguel Rubiera
Foto: Miguel Rubiera

¿Parapipigalonea?

Ríe Bertha a mandíbula batiente ante el asombro de su interlocutora, con una sonrisa estrepitosa, que parece sacudir el banco del parque de Plaza de Marte que ha servido, cómplice, como escenario para esta entrevista, y de súbito saca de su cesta una botella con un líquido color miel.

“Parapipigalonea le puse yo, con su sal y su picante, un nombre sonoro y que la gente oye mencionar y como buen cubano enseguida para la oreja para oír mejor.

“Pues bien, Parapipigalonea es un preparado que hago con 36 raíces diferentes, cáscaras de varios palos, y hojas de algunas plantas, los detalles me los reservo, ya se sabe que cada maestro tiene su librito; fue de mi abuela de quien aprendí eso de saber con exactitud qué mata sirve para curar cada mal, y me ha sido de mucha utilidad.

“El caso es que Parapipigalonea puede usarse para combatir muchísimos males, la gente me lo pide cantidad, y yo las preparo con muchísimo gusto, con el mismo gusto que pregono, por ejemplo la pulpita. “

Como buen ejemplo de mujer perseverante que es –tal vez propio de su signo zodiacal (Tauro) o tal vez porque la vida le haya obligado a ser así- Bertha no se amilana ante los tropiezos.

“Vaya usted a ver si yo me hubiera puesto acoquin´á  con la cantidad de veces que tuve líos por andar vendiendo en la calle. Mucho que tuve que luchar y hablar para que se entendiera el significado de mis pregones, pero bueno, se impuso la verdad, y en el entendimiento que una ciudad como esta se ve más linda rescatando sus tradiciones que echándolas a un lado.

“En esto mucho que me ayudaron los compañeros del consejo popular del centro de la ciudad, especialmente Virgilí, y ahora la Oficina del Conservador de la Ciudad que me llama para muchas actividades donde voy con mucho gusto con mis pregones.”

Le pido entonces a Bertha que me deje escuchar uno de ellos, y con toda la picardía del mundo ella me coge la palabra y toma a su favor la ventaja:

“Con el pregón se termina la conversación”.

¿?

Y sin dejar tiempo para otra cosa se alza la canasta a la cabeza y desgrana su pregón a todo pulmón:

“El día que me casé, el día que me casé

no pude dormir ni un rato,

porque me pasé  la noche,

porque me pasé la noche,

la noche me la paseeeee…

¡Comiendo pulpa muchacho¡

Cómprame la pulpa,

La pulpa cómprame,

Cómprameeeeee…”

Asumo entonces el fin del diálogo.  Dejo que se marche, en definitiva nadie puede ya retener a Bertha y su pregonar, ella le pertenece a la ciudad y se va, Enramadas abajo, corazón adentro de Santiago, pregonando por siempre y para siempre.

Acerca del autor

Periodista cubana. Máster en Ciencias de la Comunicación. Profesora Auxiliar de la Universidad de Oriente. Guionista de radio y televisión.

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2 comentarios en Réquiem por Bertha la pregonera

  1. No dudo en lo absoluto que Berthita se halla en esa tierra bendecida haciendo, ahora con más vigor y ardor, pero solo por el placer de hacerlo y no por necesidad, lo que tan bien hacía aquí abajo.
    Todo arte es el reflejo de sus tiempos, la sociedad, las condiciones político y económicas de su época. El pregón, como tal, al afortunadamente, variar las condiciones, anteriormente mencionadas, se adapta y modifica. Realmente, no perece, simplemente varía su apariencia exterior e, inconscientemente, define precisamente la transformación del nuevo estado social.

  2. que emocionante leer el dialogo de la periodista y Bertha La Pregonera de Cuba, nunca había escuchado a Bertha la pregonera.
    Me entristece saber el fallecimiento de esta gran representante del pregón cubano, paz en su tumba.

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