Inorbis, la maestra

Inorbis, la maestra

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La niña:

Su nombre es Inorbis Román Caraballo, tiene 65 años y nació en un hogar muy humilde y numeroso de 10 hermanos, en la colonia cañera de Marsellesa, cercana a la ciudad de Guantánamo. Su padre era carretonero y cualquier otra cosa en la que se pudiera trabajar para ganarse la vida durante el período de zafra, y antes de que llegara el “tiempo muerto”.

A la edad de 9 años aún era analfabeta, pues nunca pudo asistir a una escuela, razón por la que afirma que ella le debe todo “a la Revolución cubana y a ese padre que pronto cumplirá 90 años.

Rodeada de niños y niñas en su escuela de siempre. Foto: Rodny Alcolea
Rodeada de niños y niñas en su escuela de siempre. Foto: Rodny Alcolea

“Luego del luminoso enero del 59 —dice Inorbis—  pude, en un plan de aceleración, culminar la primaria y luego hacer la secundaria básica, ya para entonces radicaba en el poblado guantanamero de Jamaica, uno de los de mayor población de la provincia.

La maestra:

Y es en Jamaica donde su destino en el magisterio se define para siempre. Un día una de sus maestras Cándida Charló le pide que por su nivel escolar le ayude como maestra sustituta en la escuela primaria rural José Lorenzo Cabrera, ubicada en la zona de Palmar.

Corría el año 1966 y la jovencita Inorbis tiene tan solo 16 años de edad; desde entonces nunca más se separaría de la tiza, la cartilla, la pizarra y de sus niñas y niños de siempre.

Los sucesivos años fueron de formación y superación constante, a la par de sus responsabilidades frente al aula, y otras en el sindicato, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Y es cuando la dirección de educación del entonces municipio de Jamaica, por sus condiciones laborales y preparación, le confían para que dirija el centro de enseñanza primaria Mártires del 12 de Abril, el mayor de la localidad, era el año 1975.

La directora:

Es en ese centro,  el que denomina su primera casa, donde Inorbis escribe una bella página del magisterio actual cubano, con más de 30 años como directora y formadora de cientos de miles de niños y niñas que hoy se los encuentra en un taller de un fábrica o del central, en un hospital, otras aulas, en la bodega, en las calles y hasta en la República Bolivariana de Venezuela, donde cumplió misión entre el 2005 y el 2007 como asesora de las misiones Yo sí puedo, Yo sí puedo seguir y la Sucre. “En este país pude comparar y volver a valorar la superioridad del sistema educacional cubano”, afirma orgullosa.

Siempre dispuesta transmitir experiencias. Foto: Rodny Alcolea
Siempre dispuesta transmitir experiencias. Foto: Rodny Alcolea

Pero de manera especial, su voz se entrecorta cuando de sus años como maestra, directora y madre de familia habla de su hijo Georvis, a quien un día vio cruzar las puertas de la escuela en prescolar, y con el curso de los años se convertiría en su director municipal primero y luego provincial de Educación, para verlo marchar después a cumplir misión internacionalista en otra nación hermana, mientras a la par ve llegar a la misma escuela a uno de sus tres nietos.

La jubilación y una reincorporación necesaria

En el 2014 se acoge a la jubilación, pero para nada cambió su vida “solo dejaba mis responsabilidades como directora, pero no la escuela, esa es mi gran pasión y por eso me reincorpore a las labores pedagógicas casi de inmediato, aunque nunca recibiendo salario alguno.

“Hago de todo repaso a los estudiantes, apoyo a los docentes noveles en sus trabajos, en las organizaciones de masa tengo un grupo de responsabilidades, me siento útil”.

Vanguardia nacional del sindicato de los trabajadores de la educación, la ciencia y el deporte, por más de 15 años y poseedora de las medallas José Tey, Ana Betancourt, Lázaro Peña, y  la orden Jacinto Lara del estado en el que laboró, entre otras muchas distinciones reconocen la trayectoria de casi 40 años como maestra de Inorbis.

Sonriente rodeada de niños y niñas se despide de este corresponsal mientras nos deja como máxima que “un educador debe lograr siempre el respeto de todos, y esto se gana trabajando, con ética, profesionalismo y correcto comportamiento ciudadano. Hoy más que nunca se debe lograr realzar la figura del maestro y la maestra”.

Inorbis, casi 40 años como educadora. Foto: Rodny Alcolea
Inorbis, casi 40 años como educadora. Foto: Rodny Alcolea

 

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