Una combinación de factores está haciendo muy difícil la agricultura en Artemisa. A las enormes pérdidas de cultivos y cosechas provocadas por las constantes lluvias, se suman los vientos que hicieron estragos en los platanales, la proliferación de plagas y enfermedades como la sigatoka en el plátano, el virus del mosaico y los hongos en los frijoles, el fusarium en los garbanzos y las pudriciones de viandas que están en la tierra sin poderse cosechar.
Hay un desfase de la agricultura por la situación meteorológica. En noviembre no pudieron sembrar papa, y hasta el 29 de enero la totalidad de las áreas estaban afectadas, de ellas 50 hectáreas (ha) perdidas, después de 19 días de constantes aguaceros en el referido mes. El encharcamiento pudre las plantas, que además mermarán sus rendimientos por el exceso de humedad.
Se cuantifica que unas 800 ha de frijoles que estaban en las diferentes fases vegetativas o cosechados no florecieron, no dieron vainas o sus granos nacieron dentro de estas. Hay campos completos que todavía tienen las plantas recogidas que no pudieron trillarse; algunos están ya en los sacos pero a falta de calidad no han podido comercializarlos.
La mayoría de los sembrados de plátano vianda tienen las hojas negras o amarillas por la invasión de la sigatoka; y hay yuca, col y boniatos en la tierra podridos o rajados, que no sirven para el consumo. Son severos los daños al tomate (343 ha), al ajo (71 ha), a otras hortalizas y al arroz; el clima también tiene incidencia negativa en las producciones de los apiarios y en la ganadería.
Todo esto sucede sin que los productores cuenten en sus fincas con combustible, productos químicos o biológicos suficientes para paliar las situaciones impuestas por la naturaleza.
Seguir sembrando
Ante tal panorama y el pronóstico de abundantes lluvias para los meses de febrero y marzo, los agricultores de Artemisa —que tienen el compromiso de producir alimentos para la capital y su propio territorio— no bajan sus brazos. “La estrategia es tratar de rescatar los cultivos que nos quedan en el campo y seguir sembrando, ahora especies de ciclo corto en aquellos lugares donde se perdieron otros que estaban crecidos”, informó Raimundo Espinosa, director provincial de la Agricultura.
Hablamos de un territorio que este año tiene un plan de producción de más de 400 mil toneladas de viandas, hortalizas, granos y frutales, que concentra sus mayores potencialidades productivas en los cuatro municipios de la zona sur, por la productividad de sus suelos y la cultura de los campesinos, pero poseen pocas tierras y por épocas les llueve en exceso.
“No renunciaremos al cumplimiento del plan, aunque hay una afectación considerable”, sentenció Raimundo, y lo corroboraron campesinos y presidentes de cooperativas, quienes viven el afán de sembrar, atender los cultivos y cosechar amén del “tiempo”.
Sobre un área de papa totalmente devastado, Ramón González, vicepresidente de la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) Amistad CubaMéxico, comentó que ya han reemplazado algunas siembras por cultivos de ciclo corto, que puedan cosechar y enviar a los mercados, pues hoy lo que están sacando es un poco de plátano.
“La empresa de seguros está haciendo estudios, valorando las pérdidas, imagino que son millonarias”, dijo, mientras Ronel Rodríguez, presidente de la cooperativa decrédito y servicios (CSS) Pedro Rodríguez Santana, y Anaiky Martínez, presidenta de la José Antonio Echeverría, de Alquízar, manifestaron que la mayoría de los productores no tienen sus cultivos protegidos porque “el Seguro es complicado; si un campesino va a contratar ese servicio es porque no tiene dinero”, y Ronel puso su ejemplo: “Hace dos años aseguré 20 besanas de plátano fruta, pero me exigieron una cuenta en el Banco de al menos 8 mil pesos, ¿entonces?”.
Contratos sin contratos
Agricultura en Artemisa ha reorientado la contratación de las producciones agropecuarias. Se trata de lograr que la mayor cantidad de productos sean comercializados por las empresas estatales para que lleguen a los mercados con precios asequibles. El compromiso, ratificado por la totalidad de los productores con quienes discutió una comisión, es entregar el 80,04 por ciento. Después de cumplir este acuerdo pueden dedicar la otra parte al autoabastecimiento y la venta en los puntos de las formas productivas; así lo explicaron las autoridades de Agricultura.
“El proceso de contratación fue aceptable, aunque tiene muchas lagunas. Fuimos productor a productor e hicimos su plan de siembra y de producción; la empresa pacta la comercialización con la cooperativa, pero no la venta de los insumos. Eso le corresponde a Gelma (Suministros Agropecuarios) en Alquízar, pero esa empresa en este municipio no ha cumplido ningún papel: existe el local, las personas, pero no tienen condiciones ni para ir al campo”.
Los criterios de Anaiky Martínez fueron corroborados por otros dirigentes y campesinos, mientras Roberto Díaz, de la CCS Álvaro Reynoso, quien contrató casi toda la producción de su finca, afirmó: “Los insumos ni llegan a tiempo ni tienen concordancia con los planes; no hay garantía de repuesto para a maquinaria, es ínfimo lo que dan y el cultivo es como el ser humano, no espera a cuando puedan llegar. Esto está muy desorganizado y Gelma no acaba de poner los pies en la tierra”.
En Artemisa se están estudiando, en conjunto con el Ministerio de la Agricultura, las fichas de costo para cultivo (no son los mismos en todas las regiones ni formas productivas), lo que permitirá ajustar los precios de compra al productor y venta en los mercados.
Actualmente se aplican, mes a mes, los precios máximos oscilantes, propuestos por la agricultura y aprobados por el Consejo de la Administración de la provincia, para tratar de bajarlos en el comercio minorista. Ya se encuentran establecidos en los mercados estatales, y muchos puntos de venta de las cooperativas se han acogido a ellos.
“Los campesinos lo que necesitamos es un mercado seguro; la empresa paga mejor precio que los particulares, así es con el frijol, el maíz y el sorgo, cultivos que sustituyen importaciones”, expresó Pedro Hernández (Pipe), del municipio de Artemisa, y Roberto Díaz agregó: “Necesitamos que nos paguen con la misma seriedad que producimos, sin que ocurra como en otros años, que sembramos y cuando el cultivo está de cosecha le cambian el precio, y siempre es para abajo”.
Legalidad en el usufructo
Agricultura en Artemisa también realizó un diagnóstico de la legalidad de los usufructuarios, con visitas a los 6 mil 60 que hay en la provincia, el cual arrojó que el 88 % explotan adecuadamente la tierra, mientras a 215 se les rescindió su contrato y se adoptaron otras medidas con 141.
Se detectaron 2 mil 122 ilegalidades, entre ellas usufructuarios sin contratos de usufructo, con el certifico de tenedor vencido, tierras deficientemente explotadas, trabajadores sin contratos y bienhechurías sin legalizar.
Este es, grosso modo, el panorama de la agricultura en una de las provincias que mayores cantidades de alimentos cosecha cada año.
Los augurios de los meteorólogos parecen no llegar a los productores (ya está dicho); estos se afanan en seguir sembrando, en salvar cada cultivo, recuperar el tiempo con nuevas plantaciones, en hacer las cosas bien, porque “el pueblo come todos los días”, como dijo Pipe, mientras enseñaba sus frijoles nacidos dentro de las vainas. “Ya vendrán tiempos mejores”.