Cuando se habla de cooperativismo en el sector no agropecuario el pensamiento se colorea con los tonos más atrayentes, y no puede ser de otro modo en tanto se asume que el nuevo modelo de gestión no estatal se hace acompañar de mejoras, de prosperidad individual y colectiva al por mayor.
De la misma forma, aún cuando se sabe que las transformaciones económicas del país se desarrollan “sin prisa pero sin pausa”, las personas deducen que el crecimiento en el número de unidades apegadas a esos cambios debe ser progresivo, y que los avances de las mismas tienen que hacerse tangibles en un periodo de tiempo no muy dilatado.
Pero en la provincia de Santiago de Cuba, en lo que a la gastronomía respecta, ni una, ni otra cosas logran concretarse como es la aspiración.
Desde el 1 de septiembre de 2014 y hasta la fecha un solo centro, ubicado en el municipio cabecera, funciona bajo el régimen de cooperativa mostrando saldos generales que no son el mejor símbolo del nuevo modelo de gestión.
Árbol que nace torcido…
Sodito 6, así de poco comercial y atrayente, es el nombre de la cooperativa gastronómica santiaguera, cuestión que a mi juicio personal y el de no pocos entendidos en la materia, resulta el primer encontronazo a la hora de “hacerse sentir” en el creciente y competitivo escenario estatal y no estatal de la zona donde se encuentra ubicada (Carretera Central, rodeada de tres grandes hospitales y a escasos metros de la entrada principal de la ciudad).
Patronímico aparte, otros muchos desaguisados marcaron su inicio, y todo apunta a que la propia selección del sitio para el estreno en el territorio de esa forma de gestión no fue la más atinada, según criterios de varios entrevistados entre los que se encuentran especialistas del Grupo Empresarial de Comercio en Santiago de Cuba y socios de la cooperativa, quienes aseguran que la decisión de que fuera esta y no otra unidad “llegó de arriba”.
La falta de condiciones estructurales del local, perteneciente a la Empresa Municipal de Gastronomía (EMG), un limitado espacio físico y para el almacenamiento de agua, además de la inexistencia de áreas para el procesamiento y elaboración de productos alimenticios son barreras que a un año y cuatro meses de funcionamiento aún lastran su desempeño.
“Aquí dieron una pasadita de mano antes de entregárnosla para administrarla en colectivo, afirma Juana Alayo Durán, la presidenta, pusieron unos pedacitos de grey en una pequeña meseta, una pinturita, un cartel, y andando, yo misma me asombré de que así comenzara una cooperativa, pero de esa forma iniciamos.
“En lo que a capacitación se refiere hemos recibido seminarios, y diversos funcionarios vienen para ver cómo va marchando esto, que hasta ahora deja ganancias y un buen pago a los socios, pero que en materia de imagen no es lo que debiera”.
Fealdad y deterioro acompañan al Sodito 6 y es quizás lo más impactante para quienes conocen que en ese punto de Santiago de Cuba funciona este tipo de modelo de gestión, algo que desdice mucho de una fórmula que se supone está diseñada para el éxito.
¿Y por qué no?
El diálogo con cinco de los nueve socios deja en claro el entendimiento de que a ellos les corresponde asumir las mejoras constructivas y visuales que pide a gritos la unidad, pero según sus criterios los deseos de transformar no siempre encuentran caminos expeditos para concretarlos.
“Hace más de seis meses estamos a la espera de que la EMG nos entregue un certifico de los linderos, detalla Caridad Torres Soler, contadora, sin ese papel no puede avanzar el contrato firmado con la Empresa de Proyectos número 15, ni la solicitud de un préstamo al Banco para comenzar a cambiar la mala imagen de ahora.
“Pero no solo ahí están los tropiezos, hay muchas situaciones que nos limitan, por ejemplo, a estas alturas no tenemos contratación mayorista de pan y lo adquirimos en la red minorista porque la Alimentaria argumenta que no hay forma de facturarle a la cooperativa.
“Cualquier gestión que hacemos se enreda en un entramado burocrático que asusta, las únicas entidades con las cuales fluyen las relaciones de trabajo son Gases industriales y la Agencia 8301 de BANDEC, aunque en lo personal siento también un vacío demasiado grande en cuanto a capacitación, es muy escasa y elemental, creo que ahí también hay un abismo.”
Detrás de los números
Maricela Reyes y Geosvel Ojeda, dependienta y comprador, respectivamente, andan felices tras la decisión de ser cooperativistas pues cuando de ingresos monetarios se habla ellos tienen poco de qué quejarse.
“Aquí hemos tenido meses de cobrar mil y pico y hasta 2 mil, expresa Maricela, secretaria general de la sección sindical, al cierre del 2015 el promedio de salario mensual por socio alcanzó los 955.28 pesos, nada que ver con los 250 de antes de ser cooperativa, eso tiene a la gente contenta, animada, dispuesta a seguir en esto, y en cuanto al Sindicato no hay quejas, las tareas se cumplen como siempre.”
Si bien el bolsillo anda de fiesta en el Sodito 6 algunos consideran que aún hay reservas ilimitadas y no se explotan convenientemente.
“Creo que conformarnos con lo que hasta hoy se logra sería un error, exterioriza Agustín Belmonte, dependiente, hay que ampliar la oferta, ganar en calidad, expandir la mente hacia horizontes mayores para que de verdad esto sea el modelo de progreso que debe ser”.
No dejarse abobar por los números que muestra la contabilidad con cierre diciembre 2015 ha de ser posición de principio para los socios de la cooperativa pues un análisis superficial de los mismos pudiera llevarlos a engaños que pagarían muy caro en el futuro.
Vanagloriarse, por ejemplo, de los 221 mil 848 pesos de ganancia quizás les haga olvidar que libre para inversión solo disponen de 24 mil —insuficientes para las mejoras que urgen hacer—ufanarse de los 2 millones 149 mil 451.39 de ventas totales puede que les alegre demasiado como para no interiorizar que el 95% de ellas corresponden a bebidas, tabacos, cigarros y fósforos y únicamente el 4,98% es de alimentos.
Sin lugar a dudas los cambios tendrán que ser por fuera y por dentro en única cooperativa santiaguera de la gastronomía, sector en el que innegablemente se ha dilatado demasiado el incremento de unidades gestionadas bajo el nuevo modelo, algo que debe transformarse a juzgar por el criterio de Marcia Caballero Mozo, subdirectora de recursos humanos del Grupo Empresarial de Comercio en la provincia.
“La documentación de 43 cetros que deben pasar a cooperativas ya está terminada, estamos a la espera de que el Grupo de Perfeccionamiento Empresarial del país le dé el visto bueno y finalmente se aprueben por el Consejo de Estado para no detener más el indiscutible avance que requiere este tema”.
Acerca del autor
Periodista cubana. Máster en Ciencias de la Comunicación. Profesora Auxiliar de la Universidad de Oriente. Guionista de radio y televisión.