Por Amaury M. Valdivia Fernández
Unas cuantas semanas atrás, Yordanis Luis Díaz no era capaz de distinguir entre un poco de mortero y una mezcla de hormigón; tampoco había entendido la simple máxima –esencial en la construcción o cualquier otro empeño– de que bien hecho es siempre mejor.
Fue solo después de su primer día de trabajo cuando el cansancio por el esfuerzo inhabitual le hizo comprender el valor de las horas entregadas a una obra de utilidad.
“He aprendido a preparar los bloques, lo que hay que echarle a cada uno, cómo batir la mezcla y lo importante que es hacerlos bien, para que después las casas no se caigan”, confiesa durante un alto en su jornada, en la unidad de Producciones Alternativas de la Construcción, donde cumple sus prácticas profesionales.
Desde comienzos de septiembre pasado desentraña allí los secretos de la fabricación de losas de techo, bancos y otros elementos imprescindibles para la edificación de viviendas o la ambientación de espacios urbanos.
No ha sido una tarea fácil, pues al esfuerzo físico debe sumar la exigencia de un trabajo que demanda habilidades, las cuales solo pueden obtenerse con la repetición. Atento a que las consiga se mantiene Rogelio López Estévez, su tutor, quien además asume la responsabilidad de dirigir el centro, ubicado en el reparto Nadales, de la ciudad de Camagüey.
“Somos un colectivo pequeño, de ocho trabajadores en total, entre los cuales siete son jóvenes residentes en los alrededores. Darle esta oportunidad a Yordanis es lo más natural del mundo para nosotros: los muchachos merecen la posibilidad de conocer un oficio y ganarse su sustento”, comenta.
Para Yordanis el asunto es más sencillo: “Me gusta lo que hago y sé que es importante”, afirma con naturalidad, casi desgranando las palabras. No necesita decir más; sus mejores oraciones las enuncia cada semana al salir de la escuela especial Carlos Rodríguez Careaga, cuando toma las herramientas y como un operario más se enfrenta a la tarea que corresponda hacer.
Aprender más allá de las aulas
Durante el presente curso escolar 119 estudiantes están incorporados en Camagüey al sistema de convenios del que forma parte Yordanis, el cual permite formarse en un oficio a los alumnos de las escuelas para niños y jóvenes con diverso grado de retraso mental. El resto de las condiciones atendidas por la enseñanza especial (ciegos y débiles visuales, limitados físico-motores… ) no siguen ese camino, pues continúan sus estudios luego de culminar la secundaria.
“Los egresados de la enseñanza especial no pueden incorporarse a la vida laboral hasta los 18 años, por lo que entre la terminación de su noveno grado y el momento en que arriban a esa edad pasan a cursar el llamado noveno complementario, una etapa en la que alternan prácticas profesionales con clases en sus escuelas”, explica Ángel Jiménez Gascón, metodólogo de la Dirección Provincial de Educación.
El programa se extiende hasta por tres años en los cuales los muchachos reciben un estipendio y van adquiriendo los conocimientos necesarios para la actividad que desempeñarán en el futuro. Incluso, “al terminar el período pueden titularse como obreros calificados en la especialidad o las especialidades en las que hayan estado recibiendo capacitación”, agrega.
Se trata de un proceso conducido por una guía de entrenamiento que suscriben la escuela y el centro donde será incorporado el alumno. En ella se detallan las acciones de preparación que deberá cumplir y los plazos para hacerlo, además de otros aspectos formales incluidos en una resolución del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social referida al tema.
Son 69 los egresados de la enseñanza especial que en Camagüey se incorporan a la vida laboral por estos días. Posiblemente a algunos no les resulte fácil el tránsito, pero nadie duda que por trabajar intentarán vencer todas las barreras.