No resulta realmente una novedad referirse a la variedad, riqueza y esplendor que hoy exhibe el teatro que se escribe, en la mayor de Las Antillas, para quienes, en palabras del más trascendente revolucionario e intelectual del siglo XIX cubano, José Martí, son la esperanza del mundo.
Una muestra evidente del desarrollo alcanzado en tal sentido aparece en el volumen titulado Dramaturgia cubana para niños (1943-2013) 30 obras en 70 años (Casa Editorial Tablas-Alarcos, Ediciones Alarcos, 2014, 672 pp), con concepto y selección de Yudd Favier y Dianelis Diéguéz La O.
Se abre esta entrega con «La Caperucita Roja», de Modesto Centeno, versión del clásico cuento, estrenada en mayo de 1943, y se cierra con «A donde van los ríos», de María Laura Germán, un unipersonal titiritero basado en el relato «Los tres pichones», del Cuentero Mayor Onelio Jorge Cardoso.
Entre una y otra pieza, el lector descubrirá, por ejemplo, obras para la escena dirigida a los pequeños de la autoría del Poeta Nacional Nicolás Guillén («Poema con niños» y «Floripondito o Los títeres son personas») y del dramaturgo Abelardo Estorino («La Cucarachita Martina»).
De la maestra Dora Alonso, creadora de una sólida obra para niños y jóvenes, tanto en verso como en prosa, aparecen dos de sus numerosas piezas –«Pelusín y los pájaros» y «Viaje a la luna»—, ambas protagonizadas por Pelusín del Monte, considerado el Títere Nacional.
De otro maestro, de René Fernández Santana, además de dramaturgo, actor, diseñador, coreógrafo, profesor de teatro de títeres y animador cultural, se publican dos de sus piezas antológicas: «Los Ibeyes y el Diablo» y «Ángel o Cualquier día de la semana».
De las más recientes promociones de dramaturgos interesados en la creación infantil y juvenil, es posible encontrar en estas páginas obras firmadas por Ulises Rodríguez Febles, Salvador Lemis, Maikel Chávez García, Roberto (Kiko) Figueredo López, Maikel Rodríguez de la Cruz y José Manuel Espino.
En el estudio «Un siglo de escrituras para niños en la Isla. Tránsitos, logros y desvaríos», que introduce la lectura, Yudd Favier escribe que:
Existe (…) una nueva horda de dramaturgos egresados del ISA escribiendo «espontáneamente» textos para títeres y para niños; lo cual al menos es síntoma de que parte del estigma de teatro menor o, como me dijo un dramaturgo de los consagrados, teatro de Herodes, ya no es tan acérrimo en la mente de los que escriben.
Dramaturgia cubana para niños (1943-2013) 30 obras en 70 años forma parte de una serie que, bajo el título Dramaturgia de la Revolución (1959-2008) 30 obras en 50 años, presenta, en tres volúmenes publicados entre los años 2010 y 2012, un recorrido por textos y autores imprescindibles de la escena insular.
De ahí que esta antología, indudablemente, complementa y enriquece ese panorama del teatro creado en la mayor de Las Antillas. Más, también, esta obra confirma, una vez más, la certeza del Héroe Nacional José Martí cuando escribía que, en teatro, como en todo, pon Cuba.