Como un hermano mayor

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Jorge Risquet (a la izquierda) y Pedro Ross (al centro) reciben el Sello Aniversario 75 de la CTC de manos del secretario general de la central sindical, Ulises Guilarte.  Foto: Roberto Carlos Medina
Jorge Risquet (a la izquierda) y Pedro Ross (al centro) reciben el Sello Aniversario 75 de la CTC de manos del secretario general de la central sindical, Ulises Guilarte. Foto: Roberto Carlos Medina

 

“Yo lo vi siempre como un hermano mayor al que le pedía opiniones  y consejos  sobre cualquier asunto, por su experiencia revolucionaria, inteligencia, sensibilidad, capacidad”.

Con estas palabras matizadas de emoción contenida, definió Pedro Ross Leal su relación de más de medio siglo con Jorge Risquet Valdés Saldaña, iniciada en el ya lejano año  de 1962, cuando ambos trabajaban en  la construcción del entonces denominado  Partido Unido de la Revolución  Socialista (PURS), en la antigua provincia de Oriente.

Ross, quien se desempeñó como secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, nos habló sobre una faceta no muy divulgada de  Risquet: sus vínculos con el movimiento sindical y los trabajadores.

“Es poco conocido que le tocó presidir en un inicio el comité preparatorio del XIII Congreso de la CTC a efectuarse a finales de 1973. Fidel le  había encomendado  trabajar en la revitalización del movimiento sindical  cuyo sentido se había desvirtuado en  aquellos años, sin embargo Risquet  le  dijo a Raúl que en el Departamento de  Atención a las organizaciones de masas del Comité Central estaba la persona con más capacidad y experiencia  para llevar a cabo exitosamente esa  tarea: Lázaro Peña.  Esta actitud, en  mi criterio, revela un rasgo sobresaliente de la personalidad de Risquet:  su modestia y su disposición de poner  por encima de cualquier protagonismo o mérito personal los intereses de  la Revolución y el Partido. Lázaro se  convirtió en el alma del Congreso y  Risquet se mantuvo acompañando ese  proceso.

“Ya desde mucho antes, en la década de los años 60 en que me tocó  asumir responsabilidades partidistas  en diversos territorios de la provincia  de Oriente, fui testigo de sus visitas a centrales azucareros y centros de trabajo, como hacían el Che y  Fidel.  Se formó en esa escuela; no se dirigía a los trabajadores con un saludo  formal, se interesaba por conocer sus  problemas, sus criterios, sabía escuchar, infundía confianza.

“Risquet fue quien elaboró las ideas que condujeron a la creación del movimiento millonario en la zafra, en cuyo nacimiento estuvo presente el compañero Raúl Castro, quien puntualizó las orientaciones principales  de lo que se debía hacer en ese empeño. Dentro de cada brigada había un  personaje que se encargaba del cómputo de la caña cortada y alzada y para que los trabajadores estuvieran  informados, Risquet le dio  a ese hombre la tarea adicional de que les leyera  el periódico. Risquet había sido fundador de diversas publicaciones y en  los últimos tiempos fue miembro del  consejo editorial de la revista CTC.

“Esa importancia, que le concedió a la prensa me la transmitió, por eso el periódico Trabajadores fue para mí uno de los más eficientes cuadros del movimiento sindical.

“También concibió la cadena puerto-transporte-economía interna, lo que contribuyó a organizar el trabajo en las radas del país y con ello  logró en buena medida que los grandes gastos que ocasionaba en aquellos momentos la prolongada estadía  de los buques, se revirtieran en cobro  por pronto despacho.

“En mi condición de secretario general de la CTC, solía invitarlo a los comités nacionales y a algunas reuniones del Secretariado, a menudo le consultaba y siempre sus criterios nos resultaban de mucha utilidad.

“Otra gran tarea en la que  participó junto al movimiento sindical fue  en la organización de los contingentes, creados por Fidel,  en medio del  proceso de rectificación de errores y  tendencias negativas de los años 80.  Estos  contingentes permitieron resolver disímiles problemas acumulados, de los que puedo mencionar  como ejemplo, entre muchos, el rescate y construcción   en cuestión de  meses, en Villa Clara, de un molino  de piedra que había permanecido  durante 10 años en cajas.

“Estuvo al tanto de los parlamentos obreros que constituyeron la  respuesta del movimiento sindical a  los momentos más duros del período  especial y participó en algunos de  ellos. Estos parlamentos necesitaban el acompañamiento de una labor  divulgativa, por lo cual empezamos  a publicar en el periódico Trabajadores editoriales que fijaban la posición de la CTC ante los momentos  difíciles que estaba viviendo el país.  Para elaborarlos nos poníamos de  acuerdo un grupo de compañeros, y  fueron varias las ocasiones en las que  le pedí  a Risquet su opinión acerca de los temas que en su criterio no podíamos dejar de abordar”.

Si algo le llena de satisfacción a Ross es que durante los años en que le correspondió ser secretario general de la CTC, pudo contar con ese  hermano mayor que se convirtió   para él en ejemplo a imitar y en paradigma de fidelidad a la Revolución,  al Partido y a Fidel.  Y es que, aunque atendiera otros sectores, Risquet   siempre buscó un espacio dentro de  sus múltiples ocupaciones para compartir con los cuadros de la central  sindical.

Y Ross no quiere concluir su evocación sin expresar una convicción  nacida del más profundo sentimiento  de cariño y admiración: “Si en aquel  tiempo  en que dirigí la CTC hubiese sido Risquet  el que encabezara el   movimiento sindical, lo habría hecho  de manera brillante”.

Acerca del autor

Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …

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