Durante el verano que concluyó, como ya se ha hecho habitual, la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana organizó uno de sus más populares programas: Rutas y Andares.
En otras provincias, como Cienfuegos y Granma, se han organizado iniciativas similares, que tienen como objetivo fundamental vincular a la familia con el patrimonio cultural de la nación. Mediante la visita guiada a lugares históricos o de particular interés artístico, los participantes conocieron de primera mano episodios singulares de nuestro devenir, compartieron impresiones sobre obras de destacados creadores, y fueron testigos del importante empeño en la restauración y conservación de monumentos.
Para decirlo con pocas palabras: recibieron una singular clase de historia de la mejor manera de recibirla: disfrutando, divirtiéndose, pasándola bien. Mucho más efectiva que una larga y aburrida conferencia.
Cuando yo era estudiante de primaria, hace ya un buen tiempo, un día a la semana íbamos al museo del municipio. No era un capricho de la maestra, así estaba establecido. En esa jornada relacionábamos lo que habíamos aprendido en las clases de Relatos de Historia con el devenir de la localidad.
Esa visita al Museo era uno de los momentos más esperados por lo niños. Aprendimos que la historia no es letra muerta en libros o folletos, sino que tiene expresiones palpables, que nos toca a todos, que dialoga permanentemente con el presente.
Un pueblo que no tenga conciencia de su pasado, tendrá seriamente comprometido su futuro.
Esas experiencias, lamentablemente, se han perdido en muchas escuelas del país. Promociones de estudiantes han cursado enseñanzas completas sin haber asistido nunca a un museo. Su contacto con la historia se reduce a las clases, que no siempre son lo suficientemente interesantes, sugerentes, participativas.
Hacen falta más experiencias como Rutas y Andares, y no solo en las grandes ciudades. En las pequeñas comunidades también hay un acervo para compartir, columna vertebral de eso que llamamos “la identidad nacional”.
La escuela tiene que salir a la comunidad. La historia está en todas partes.