La aparente libertad que disfrutan los animales salvajes en el medio supuestamente natural y la entrada de los visitantes a las praderas de los herbívoros y fosos de los carnívoros (modalidad conocida como exhibiciones en inmersión), confieren al Zoológico Nacional características de modernidad únicas en Cuba.
Un colectivo compuesto por un centenar de profesionales, técnicos y cuidadores, que debieron entrenarse para el manejo de estos animales, bien diferente del empleado con los domésticos y de trabajo, afianzan la revitalización del parque, que en 342 hectáreas mantiene a más de mil 100 ejemplares de 121 especies; entre las más recientes llegadas a Cuba, que fueron donadas por el Gobierno namibio, hay ocho de nueva introducción.
Respetar los hábitos de vida
“Cuando se crea una exhibición de animales debe aplicarse un programa de manejo en cautiverio que tome en cuenta la historia de vida de cada uno: hábi tos alimenticios (con formulaciones de piensos, pastos similares, etc.) conducta, agresividad, mientras se van adaptando al clima. Unos ejemplares son más resistentes que otros, la mayoría se muestra al público, aunque algunas especies se extinguen en los zoológicos porque las condiciones no les resultan favorables, son susceptibles a enfermedades o no se aclimatan”.
Así lo explicó la bióloga Yaima Martínez Díaz, jefa del departamento de exhibiciones, quien reconoció que durante la etapa más aguda del período especial y por indisciplinas sociales, hubo una reducción de la masa. “Con una nueva administración y perspectivas más abarcadoras, la situación ha mejorado; pudiéramos decir que el zoo está en una de sus mejores épocas”.
Ángel Cordero Sánchez (Pachi), especialista principal del foso de los leones, afirmó que, contrario a los que algunos piensan los ejemplares que habitan este predio tienen buena salud y reciben la alimentación adecuada y balanceada; cada cierto tiempo, después que finaliza la entrada del público, a los carnívoros se les suministran presas vivas para que no pierdan su instinto de cazar.
Pachi considera que no es difícil trabajar con estos felinos, aunque es imprescindible el sentido de la observación ( a través de su comportamiento los vamos conociendo), el entrenamiento, la destreza, la preparación técnica y el amor por ellos. “En la escuela enseñan muy poco sobre animales exóticos, tienes que ser autodidacta y lograr el manejo adecuado para sobrevivir. Quienes llegamos jóvenes aquí aprendimos de esto con unos viejitos: Iván, Maximino, Macho y Erasmo, a ellos les debemos todo”.
Uno de esos días, de los 27 años que ha trabajado “entre leones”, Pachi enfrentó a una manada: “Un compañero dejó la puerta del foso abierta y una decena de ellos salieron al pasillo. El instinto de salvación fue más rápido que el pensamiento. Los enfrenté, entré a una jaula ignorando a los que estaban ahí, subí a un techo; me persiguieron, me volví a enfrentar y me fui por encima del techo. ¡No les puedes tener miedo!”
Mantener las especies
Como valioso está catalogado el más viejo de los caballos Kertag (de origen mongol, empleados en la guerra, casi extinguieron en la naturaleza) que aún se conserva en el zoo, cuyos descendientes, a través de un programa de cruzamiento genético iniciado en el 2007, ha permitido prolongar la especie; llegado el ocaso de su edad reproductiva, comenzarán la inseminación artificial con pastillas de su semen que mantienen conservadas.
Con similar esmero se trabaja para proteger a todos los ejemplares, que incluyen los nuevos, varios de los cuales tienen descendientes cubanos, como los impalas. Según explicó el biólogo Carlos Alberto Álvarez, especialista en fauna exótica y silvestre, los técnicos extreman las medidas para tratar de salvar todas las crías, pues hay depredadores que matan o se comen a los recién nacidos; al igual que a los machos jóvenes, pues los viejos de algunas manadas tienden a eliminarlos para conservar su dominio.
En las áreas de adaptación estudian el comportamiento de los rinocerontes negros recién llegados de Namibia, ejemplares que no están en la pradera para evitar accidentes con los blancos, aunque no se cruzan genéticamente. Lo mismo hacen con otras especies de valor como los Springbok (tipo de gacelas), los antílopes cuerno de corazón, los roan y los rateles.
También conocimos que en Cuba solo quedan tres bisontes americanos; que en el zoo nacional está el único grupo de lobos que hay en el país, que de los tigres de Bengala solo hay hembras, y que a muchos animales se les suministran dietas especiales formuladas en el Centro Nacional para la Producción de Animales de Laboratorio (Cenpalab).
Las relaciones que mantienen con especialistas del hospital Miguel Enríquez les permite tratar y curar enfermedades de los animales, entre ellas las ortopédicas, dermatológicas o de la neonatología.
Los especialistas del Zoológico Nacional realizan investigaciones encaminadas a garantizar la reproducción y cría en cautiverio de especies de alto valor y orientar a la población sobre la importancia de la conservación de la fauna.
Desde hace cinco años la administración de esa instalación fue traspasada al Ministerio de la Agricultura, y la constitución de una nueva empresa permitirá integrar paulatinamente a los 24 que existen en el país, en aras de mejorar la infraestructura de los parques y la exhibición de animales, informó Alberto Martín Mora, director de bienestar animal de este centro.
“Así las colecciones y el patrimonio de las especies van a tener una sola dirección y una estrategia de reproducción y conservación”. Los beneficios los disfrutan tanto los trabajadores como la multitud de adultos, jóvenes y niños que dan muestras de placidez después de la “inmersión” de cada safari por el zoo nacional o por el de 26.