Durante la reciente celebración del aniversario 90 del simbólico edificio del proletariado, Palacio de los Torcedores, se efectuó una memorable mesa redonda acerca de la historia de esta instalación y su influencia en el movimiento obrero y sindical cubanos durante el siglo pasado. En la ocasión, dos jóvenes y talentosos creadores de las artes plásticas y de la música, respectivamente, expusieron la solidez de su formación académica mediante la demostración de obras correspondientes a cada una de sus manifestaciones, aprehendidas por ellos a través del sistema nacional de la enseñanza artística.
Francis Copola, graduado de la Escuela de Artes San Alejandro, realizó allí una muestra de pinturas y dibujos titulada Amor que aquilata el alma…, conjunto de trabajos —óleos sobre lienzo, acrílicos, temperas, grafitis y plumillas sobre cartulina—, en los que no solamente ofrece su visión lírica sobre el legendario universo de la industria del tabaco, sino además sobre otras esferas de la actividad laboral y social en Cuba.
Por su parte, Patricia Díaz, estudiante de nivel medio de la especialidad de guitarra en el conservatorio Amadeo Roldán, ganó palmas del auditorio con sus brillantes interpretaciones de las piezas Canción de diciembre, de Eduardo Martín, y El Arpa del Guerrero, del Decamerón Negro, de Leo Brouwer.