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“Yo casi voy a cumplir los 60 años y seguiré donando mientras pueda”, la expresión la escuché al azar, y me llamó la atención la voluntad de aquel señor que conversaba con un grupo de amigos. Me acerqué motivado y quedó pactada la entrevista.
“A mí, ni el trabajo ni las agujas me dan miedo”, lo dice jactancioso Leovigildo García Cano, y algunos de sus compañeros más cercanos lo provocan con insinuaciones jocosas, pero él no se inmuta.
“Hice la primera donación de sangre cuando tenía 16 años. Estudiaba en una escuela técnica que formaba operadores de cosechadoras de arroz. Era muy joven y estaba lejos de casa, en un lugar conocido por Mateo Romá de Yara, cerca de Manzanillo, en lo que es hoy la provincia de Granma”, recuerda Leovigildo.
“Pidieron voluntarios y di el paso al frente sin pensarlo dos veces. Ya sabía la importancia de hacerlo, porque de esa forma uno ayuda a salvar vidas humanas, y para mí es un honor tener esa posibilidad, aunque nunca conozca a la persona que lleva parte de mi sangre en sus venas”, abunda.
Y el 21 de abril pasado completó las 118 donaciones voluntarias de sangre, “el tercer martes de julio completo las 119”, afirma categórico este hombre que hace de su ejemplo personal votos para desarrollar un activismo destacado en organizaciones de masas y como delegado del Poder Popular, en el cual anda ya por su cuarto mandato.
“A la gente no se les dice ve, si no vamos”, esa es la máxima de su inquieta personalidad, y a pesar de padecimientos óseos que lo obligaron a la jubilación apurada: “A los 13 años me caí de una mata, casi de cinco metros de altura, y los daños me salieron no hace tanto”, dice con cierta nostalgia dibujándole el rostro.
En el camino de La Canoa, kilómetro 1, número 79, en Las Tunas, “ahí está Leovigildo, para lo que usted necesite”, y unido a los generosos tuneros que hacen posible las más de 18 mil donaciones anuales que recibe la Dirección de Salud en este territorio salidas de las venas de hombres y mujeres que acompañan, desde los Comités de Defensa de la Revolución, los desvelos del Estado cubano por el bienestar del pueblo.
Todos celebran jubilosos cada 14 de junio, fecha instituida por la Organización Mundial de la Salud como Día Mundial del Donante Voluntario de Sangre.
