Encendida la mecha de la revolución el 24 de febrero de 1895, los patriotas cubanos en la isla esperaban ansiosos la presencia en la manigua de sus principales jefes, veteranos de la guerra del 68, contra el yugo español.
No por azar sería la región de Guantánamo la escogida para la llegada de los principales dirigentes de la Guerra Necesaria organizada por el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, José Martí.
En este territorio existían tropas insurgentes organizadas por el patriota Pedro Agustín Pérez que tenían la encomienda de proteger la llegada y asegurar la estancia en suelo guantanamero de Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí.
Dentro de las acciones increíblemente épicas de nuestra historia un capítulo especial lo tiene el arribo a costas de Baracoa, por playa Duaba del Mayor General Antonio Maceo Grajales, el primero de abril de 1895, en la bien nombrada goleta Honor.
Tras el fracaso del plan de la Fernandina, el 12 de enero de 1895, la situación interna de la isla obligaba a tomar la decisión de agilizar las expediciones con los jefes fundamentalmente. La situación era crítica y se requerían grandes y valientes decisiones por parte de la máxima dirigencia de la revolución naciente.
Con fecha 19 de enero, a solo una semana del fracaso de Fernandina, el Delegado envía una carta al general Antonio, explicándole la magnitud de la catástrofe y planteándole la necesidad imperiosa de moverse a Cuba, con un grupo de 25 a 30 jefes, contando solo con lo disponible en esos momentos, que eran 2 mil pesos. Maceo considera insuficiente el dinero disponible para organizar una expedición más grande, solicitando una cifra no menor de 5 mil pesos.
Al tanto de la situación el General Adolfo Flor Crombet, escribe a Martí, planteándole que enviándole las armas y menos de la suma disponible, se podía intentar llegar a Cuba, acompañado con un reducido grupo de veteranos, previa consulta con el Generalísimo Máximo Gómez.
Fueron 23 los héroes que integraron el grupo de expedicionarios de la goleta Honor, quienes después de una angustiosa travesía, naufraga en las arenas del “tibaracón” del río Duaba, a una legua de Baracoa. Eran las 5 de la mañana del primero de abril de 1895.
Inmediatamente en tierra el Mayor General Flor Crombet entrega el mando de la tropa a Maceo, quien ordena en las primeras horas de la mañana al Comandante baracoense Félix Ruenes levantarse en armas en el poblado, y se produce el combate victorioso de Alto del Pino, en la zona del Naranjo.
Luego comenzaría para los expedicionarios lo que bien se ha llamado en nombrar la odisea de los patriotas de la goleta Honor.
Extenuados, mojados hasta los huesos, durmiendo bajo las estrellas, hambrientos, solo comiendo caracoles y naranjas agrias, cruzando ríos crecidos y selvas montañosas, estuvo el selecto y patriótico grupo, impulsados por la fe sin límites de su jefe, el General Antonio, con el objetivo de incorporarse a las fuerzas mambisas de la región.
La orden dada por Martí de llegar lo más pronto posible a los campos de batalla en Cuba fue cumplida, aunque a un muy elevado precio.
De los 23 expedicionarios que desembarcaron en la playa de Duaba resultaron muertos heroicamente en combate el general Flor Crombet, el teniente coronel Arcid Duverger y el capitán Joaquín Sánchez Peñaló.
En diferentes momentos fueron hechos prisioneros el coronel Patricio Corona, los capitanes Frank Agramonte y Juan Fustiel, así como Jesús María Santiní, Manuel de J. Granda, Isidoro Noriega, Jorge Travé, Tomás Julio Sainz, Luis Enríquez y Luis Soler. Solo diez expedicionarios consiguieron integrarse plenamente a las tropas mambisas.