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Finalmente Panamá cursó las invitaciones oficiales a la VII Cumbre de las Américas que tendrá lugar en ese país los días 10 y 11 de abril de 2015. Entre las primeras estuvo la de Cuba junto a México, Argentina, Ecuador, El Salvador, República Dominicana, Honduras, Paraguay, Costa Rica, Bolivia y Guatemala.
“En los próximos días se formalizarán el resto de las invitaciones”, aseguró entonces el Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá en su página web, las que irán suscritas por el presidente panameño, Juan Carlos Varela, a la “espera de que toda América esté representada al más alto nivel”, es decir con jefes de Estado y de Gobierno.
La exclusión de Cuba de este cónclave se fue convirtiendo en un tema polémico paulatinamente, hasta que alcanzó su clímax en la pasada edición (Cartagena de Indias, abril 2012) cuando varias naciones latinoamericanas amenazaron con no acudir a Panamá si la isla no era invitada.
La Cumbre de las Américas tuvo su primer encuentro en 1994, nació a la sombra de Estados Unidos y de la Organización de Estados Americanos (OEA). El propósito era convertirla en el máximo foro político regional, pero los intentos por aislar a Cuba terminaron por fracturar la propuesta.
Ahora Panamá ha declarado que propiciará “un espacio de diálogo para la renovación de los compromisos de los países de la región, logrando mayor acercamiento y cooperación entre los pueblos de América”,
“El tema de Cuba hay que mirarlo con otros ojos —dijo a un diario español el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís—. Creo que la normalización de Cuba en la OEA, aunque Cuba ha tomado la decisión de no participar en ese foro, la presencia de Cuba en Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), habiendo sido su Presidente pro-témpore (2013), y la relación que tiene con todos los países de América Latina sin excepción, hace obligatoria también la presencia de Cuba en otras esferas en donde están presentes gobiernos como el de Estados Unidos, que no tiene relaciones con Cuba. No veo cómo se podría evitar esa presencia, ni tampoco vería cual sería el beneficio de la ausencia de Cuba en las reuniones hemisféricas. Me parece normal que esté presente en todas ellas”, añadió.
El pasado 18 de septiembre, la vicepresidenta y ministra de Relaciones Exteriores de Panamá, Isabel de Saint Malo de Alvarado, realizó una visita oficial a Cuba. Desde entonces adelantó la invitación verbal a las autoridades cubanas y en esa ocasión aseguró que la Cumbre de las Américas debería concentrarse más en los elementos que nos acercan, y no en los que nos diferencian.
El tema escogido para esta cumbre será “Prosperidad con equidad: desafíos de cooperación de las Américas”.
Saludos entre presidentes
Luego de más de un siglo de espera por una fruta que nunca maduró, y de casi seis décadas de una guerra no declarada, el hecho de que los presidentes de Cuba y Estados Unidos se sienten a la misma mesa se convierte en una noticia que podría llegar a tornarse “viral” en las redes sociales.
Aún hay quienes especulan acerca de qué se dijeron Barack Obama y Raúl Castro cuando se saludaron el pasado año durante las exequias de Nelson Mandela, líder histórico del pueblo sudafricano. El encuentro (incluidas las palabras y el apretón de manos) apenas duró siete segundos pero ocupó amplios espacios en la prensa del momento.
Algo similar sucedió cuando en septiembre de 2000 el Comandante Fidel Castro estrechó la mano del presidente Bill Clinton durante una cena que se celebraba en Nueva York en el contexto de la Cumbre del Milenio. “No podía salir yo corriendo para evitar saludarlo”, argumentó entonces el líder cubano, y demostró una vez más, que a pesar de las diferencias, es posible una relación respetuosa y civilizada.
De Panamá no esperamos menos. Más bien soñaría con más.
