Bajo un nuevo techo

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casa

Teresa Pilar Hernández Ramos y Roberto Llovio Wilson son dos personas que no se conocen. Sin embargo, hoy en día comparten el sueño hecho realidad de tener cada uno su propio hogar en el asentamiento VI Congreso en el municipio de Playa, y San Agustín, en La Lisa, respectivamente. Ambos, después de muchos años sin contar con una casa, finalmente pueden comentar que la espera llegó a su fin.

Según Teresa Pilar ella nunca perdió las esperanzas, a pesar de llevar más de diez años en un albergue. Para esta mujer de 70 años, y que habita en su nuevo domicilio desde diciembre del 2013, este es un regalo del Estado cubano que no tiene comparación.

“Hay personas que dicen que estas casas no son buenas, pero eso lo dicen aquellos que nunca pasaron por lo que hemos vivido mi hijo y yo. No me puedo quejar como hacen otros, no tenía donde vivir”.

Tanto Teresa Pilar como Roberto Llovio forman parte del grupo inicial de núcleos familiares que recibieron las primeras viviendas ubicadas en 13 grandes asentamientos urbanos de la capital, los cuales se construyen para darles una solución definitiva a aquellas personas que se encuentran ubicadas en albergues, quienes habitan edificios en estado constructivo crítico y aquellos casos sociales que necesitan un nuevo hogar.

Este programa de construcción comenzó en los meses de marzo-abril del 2013 con los primeros movimientos de tierras en las áreas destinadas para dichos inmuebles.

Se decidió incrementar las labores en este tipo de obras para dar una respuesta a la situación en que se encuentran estas personas, atendiendo a que La Habana presenta un elevado número de albergados y porque a través de los años se le daba una respuesta muy lenta.

En palabras del ingeniero Norberto Pérez Morales, director del Grupo Empresarial de la Construcción de La Habana (Gecons), para que este plan sea efectivo se tomaron una serie de medidas, entre las cuales destaca el traslado hacia la capital del personal de ocho provincias del país, con sus capacidades constructivas (prefabricado, equipos y personal).

“En el programa, junto con Gecons, laboran fuerzas del Ministerio de la Construcción (Micons) provenientes de Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Camagüey, siendo el Micons el organismo que lleva el peso mayor en la edificación de las obras”, relató Pérez Morales.

También participan brigadas del Grupo Empresarial de la Construcción de la Administración Local (Gecal), perteneciente al Poder Popular, diferentes organismos de la Ad­mi­nis­tración Central del Estado, como los ministerios de Industrias, Ener­gía y Minas, Interior y el Instituto Nacional de Recursos Hi­dráulicos.

De los 13 grandes asentamientos, solo en uno se han concluido todas sus obras y se encuentra habitado en su totalidad (51 y 84, Marianao). En el resto, se han ido terminando varios edificios, muchos de los cuales ya se encuentran ocupados.

“El año pasado entregamos 746 apartamentos, en 75 edificios, ubicados en los 13 proyectos que hoy se levantan. Hasta el cierre de julio del 2014 hemos culminado 817 casas, que equivale a 37 edificios. Eso da un total de más de 1 100 domicilios desde el inicio del programa”, subrayó el director de Gecons.

En igual sentido el funcionario comentó que en el resto del año (agosto-diciembre), se espera construir 566 viviendas más; muchas de las cuales se encuentran en fase de terminación.

Para el ingeniero Everto Estrada Lorenzo, director adjunto de la ECOA 53, una de las empresas que labora en el proyecto, la materialización final de los mismos no ocurrirá en uno o dos años como se pudiera pensar.

“Este es un programa de largo alcance en el que vamos trabajando de forma sistemática. Ello implica que constantemente entreguemos un número importante de casas”.

Pérez Morales comunicó a Granma que la perspectiva en esta dirección es mantener los niveles constructivos alcanzados en la actualidad para los próximos años. En el 2015 se tiene estimado edificar por parte del Micons 1 480 viviendas. El plan debe ser superior a las dos mil casas entregadas, pero en el mismo se incluyen otros organismos que también tributan al plan, como es el caso del Poder Popular.

Además de laborar en estas obras, el Micons también trabaja en otras acciones en la capital, las cuales tendrán la misma finalidad una vez sean culminados sus planes constructivos. Para el 2014 se tiene pautado culminar 286 apartamentos en pequeños y medianos emplazamientos.

LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL

“Una vez que los constructores terminan sus trabajos en la edificación, nosotros pasamos a encargarnos de la distribución de los núcleos poblacionales que habitarán los mismos”, resaltó Ana María Nápoles Aldama, directora provincial de la Uni­dad de Atención a las Comunidades de Tránsito, más conocidas popularmente como albergues.

“La política es que a medida que se van terminando los edificios nosotros distribuimos las capacidades entre los albergados. Por ejemplo, en la última semana de septiembre ocupamos tres edificios que se terminaron en el asentamiento de San Agustín, La Lisa. Ya estamos trabajando en la ubicación de las personas en otros tres que próximamente serán habitados”.

Granma pudo conocer que la distribución se realiza priorizando a aquellas personas que se encuentran en co­muni­dades de tránsito por más de 20 años; luego siguen quienes habitan construcciones en estado muy crítico y casos sociales que necesitan una casa por diferentes motivos (impedidos físicos, enfermos mentales, entre otros).

Para otorgar las capacidades existentes se creó una comisión de distribución encargada de ubicar a las personas en las nuevas comunidades. Las direcciones provinciales y municipales del Instituto Nacional de la Vivienda, funcionarios de las comunidades de tránsito, la dirección provincial de Trabajo y Seguridad Social, junto a otros invitados como la Asociación de Combatientes, analizan los casos que tienen y aquellos que siguen pendientes.

Hasta fines de septiembre, el 92 % de los hogares terminados se entregaron a personas albergadas y a aquellas que presentaban situaciones críticas en sus inmuebles.

Desde que surgió el programa se han podido ubicar a más de dos mil núcleos de albergados, gracias a las diferentes entidades que participan en la construcción de estos asentamientos. En opinión de Ana María Nápoles Aldama, ello le transmite mayor confianza a aquellos que aún viven en las comu­nidades, porque entienden que su situación va a cambiar. “Ya no tienen la incertidumbre que antes podían tener”.

Pese a toda la labor desplegada para ubicar los casos que mayor tiempo llevan en las comunidades y casas de familiares, todavía quedan en la ciudad 18 núcleos con más de 20 años en albergues. Según Nápoles Aldama estas personas no han sido ubicadas aún porque necesitan apartamentos de tres cuartos, “pero se espera que antes de que concluya el año puedan tener sus propias viviendas”.

“Además, nos quedan otros 68 núcleos de personas que llevan 20 años sin un hogar. Ellos son los próximos casos a los cuales vamos a entregarles los siguientes domicilios que se terminen de levantar”.

Para el 2015 está pautado, siempre a medida que se entreguen las edificaciones, ubicar a aquellas personas que tienen entre 15 y 19 años en las comunidad

es de tránsito. En el 2016 se trabajaría con la escala de los  que llevan entre diez y 14 años haciendo uso de albergues. “Esperamos que para esa fecha no nos queden en las comunidades núcleos con más de diez años en dichas instalaciones”, señaló Nápoles Aldama.

La Habana cuenta con 33 889 núcleos familiares que hoy en día necesitan de un hogar por las causas antes mencionadas, ello representa 132 699 personas. De ahí la importancia que tiene la correcta materialización de este plan constructivo.

GARANTIZAR LOS RECURSOS PARA CONSTRUIR

“Con los materiales y equipos no hemos tenido grandes retrasos en la entrega. El aseguramiento es estable pese a la existencia de algunos inconvenientes, relacionados con la rotura de equipos con años de explotación y para los cuales se dificulta la adquisición de piezas en el extranjero y la inestabilidad en el suministro de áridos a causa de inclemencias me­teorológicas”, refirió Pérez Morales.

Por su parte, el ingeniero Gustavo Tourt Rodríguez, director adjunto de la Empresa Constructora de Obras y Arquitectura e Industriales No. 2 (Contingente Julio Antonio Mella), encargada de la realización de varios de los objetos de obra, ante la pregunta de Granma sobre el comportamiento del delito, señaló que en los inicios en el asentamiento VI Congreso los golpeaba con mucha fuerza, no obstante han ido tomando medidas para disminuir el desvío de recursos.

Significó en este sentido el “trabajo del cuerpo de seguridad de la empresa y la constante preocupación de los jefes de las distintas obras que aquí se acometen”. Sin embargo, vale llamar la atención sobre el hecho de que la vigilancia y el control no deben ser solo hacia el entorno, sino también mirar al interior de la fuerza constructora.

En otra de las pesquisas realizadas por este diario pudimos conocer que los 13 grandes asentamientos se levantan empleando varios sistemas constructivos. Entre los más utilizados destacan el sistema Forsa y Gran panel IV y VI, pues permiten hacer edificios en un menor tiempo.

“Los sistemas constructivos Forsa, y Gran panel IV y VI son duraderos, con una elevada calidad. El Forsa es una estructura de hormigón monolítica fundida in situ, que se ejecuta con gran rapidez. En siete días se arman dos apartamentos y quedan listos para fundirse”, sostuvo Tourt Rodríguez.

Por su parte el Gran panel, es un sistema de hormigón prefabricado en las plantas. “Se trae por piezas hacia la edificación y se van montando. Hacer un piso requiere de diez a 12 días”.

“El sistema Forsa es más caro, y más amplio. Un hogar construido por Forsa ocupa 86 metros cuadrados, mientras el Gran Panel abarca un área de 52”, advirtió Reemberto Davis Dimas, director de Administración de Proyectos de la Empresa de Proyectos y Obras de la Industria Básica.

El propio directivo agregó que la Empresa Nacional de Es­tudios Aplicados (ENEA), se encarga de certificar las obras del Micons. “Ellos tienen laboratorios adonde llevan muestras de los hormigones empleados en la construcción. Me­diante pruebas especializadas al hormigón, le dan o no la validez al producto para su utilización”.

Mas, a pesar de la rapidez de los sistemas constructivos y de contar con los recursos necesarios para la culminación de los proyectos, han existido inconvenientes, provocando que la calidad de las edificaciones quede en evidencia.

Entre las dificultades más acentuadas que se presentaron estuvieron las relacionadas con el sistema Gran panel, pues la capacidad de las plantas en La Habana para producir este tipo de fabricación no pudo satisfacer la demanda existente.

“Hubo entonces que activar otras plantas ubicadas en diferentes provincias del país y que no tenían un elevado plan de construcción de viviendas para que nos ayudaran con la fabricación de las piezas que componen dicho sistema”, aseveró Tourt Rodríguez.

Si bien es cierto que esos problemas hoy se encuentran solucionados, no se debe dejar de reconocer que una mala disposición de los recursos puede presentarse otra vez de no realizarse de forma correcta los estudios pertinentes.

El ingeniero del asentamiento VI Congreso, Héctor Ilisas­tegui Dupuey, recalcó la importancia de entender que las plantas de La Habana encargadas de fabricar el Gran panel, tienen años de explotación y no han recibido el mantenimiento técnico necesario, aun cuando atienden numerosas obras constructivas.
GRIETAS SIN REPELLAR

Las viviendas que se construyen se hacen bajo el concepto de “económicas”, que implica que el acabado en cocinas, baños y pisos no incluye el azulejado y las losas o mosaicos. Foto: Anabel Díaz

Muchos inquilinos se sintieron decepcionados porque los nuevos hogares tienen un piso de mortero (cemento) y la cocina y los baños no poseen el azulejado completo. A ello se agregó que el piso de mortero, en varias casas, presentó deficiencias en su acabado final.

En relación con este último problema varios directivos de la construcción comunicaron a Granma que esa situación ha sido solucionada en el menor tiempo posible.

“Primero tenemos que decir que estas son casas levantadas bajo el concepto de viviendas económicas. Nosotros garantizamos las condiciones mínimas de funcionalidad y habitabilidad; responsabilizándonos con la ejecución de la estructura, las instalaciones, la carpintería, la impermeabilización y acabados mínimos que cumplan con las condiciones para certificar una vivienda como habitable”, enfatizó Tourt Rodríguez.

Más adelante el funcionario explicó que una vez que las personas reciban estas viviendas podrán realizarles algunas mo­dificaciones sin cambiar su estructura original.
“Los inquilinos le darán, de acuerdo con sus posibilidades económicas e intereses personales, un mayor nivel de terminación al hogar. Son viviendas con un piso de mortero, el cual está cuatro centímetros por debajo de la terminación definitiva. Ello significa que el morador puede agregarle el tipo de losas que desee a su inmueble. Igual ocurre con el azulejado de los baños y las cocinas”.

Ante tal situación, cabe preguntarse, ¿no podrían concluirse las viviendas con pisos de losas y azulejados, teniendo en cuenta que muchas de estas personas no tienen niveles de ingreso que les permitan asumir estos gastos? A la larga, ¿no será más complejo para la persona darle el acabado a algo que quizá pudo terminarse desde el principio? ¿No es más racional po­ner­le losas y azulejos y que cada inquilino pague el costo del apartamento con estos añadidos? ¿Acaso la producción de es­tos elementos de piso y terminación no alcanza para cumplir ese propósito? Serían respuestas sobre las cuales hay que me­ditar.

“Que el piso sea de mortero y el azulejado no esté completo no quiere decir que sea una estructura débil, al contrario, es sólida y duradera. La obra tiene establecido un plan de seguridad y control, por el cual el inversionista y el constructor tienen un sistema de procedimientos que les permite avalar en cada etapa la calidad sobre la actividad terminada”, agregó Dimas Davis.

Pero que las viviendas estén concebidas como económicas, no quiere decir que además tengan problemas con la terminación. Varias de las personas que hoy viven en estos apartamentos fueron entrevistadas por Granma, como Enrique Muñoz Avilés y Suray Ávila Évora, quienes manifestaron preocupación por que en pocos meses sus hogares puedan dañarse.

La morada de Muñoz Avilés ya presentó humedad en una de las paredes de su cuarto, aunque por estar en una zona donde todavía se construyen otros edificios, los obreros del asentamiento San Agustín dieron solución a ese contratiempo.

“Han existido apartamentos que presentaron inconvenientes como grietas en la pared, filtraciones, tupiciones, pisos cuarteados, etc. Pero como aún estamos en el lugar brindamos la respuesta a esos problemas, las familias no tienen que salir y buscar a alguien. Los casos que nos han llegado les hemos dado solución”, dijo Luis Manuel Urgellés Jardines, especialista de la vivienda de Gecons.

¿Y de presentarse algún problema días después de la salida de los obreros de la zona, en qué situación quedarán estas personas? ¿Por qué no hacer bien el trabajo desde el principio?

Por dificultades de este tipo se han tenido que gastar más recursos, así como emplear personal que bien podría estar de-sempeñando otras funciones constructivas. El control y exigencia en el acabado de las obras debe ser una constante. De no ser así, las quejas de los inquilinos por la falta de profesionalidad serán perennes, lo cual repercutiría en todo el cronograma de ejecución previsto.

Según Urgellés Jardines, los problemas con el pulido de los pisos se deben, en buena medida, a que los albañiles al principio no dominaban esa técnica. No obstante, aseveró que con el paso del tiempo han ido aprendiendo a emplearla.

El especialista de la vivienda de Gecons también agregó que en las edificaciones que superan los dos niveles, el piso de mortero puede agrietarse, debido a los movimientos imperceptibles de la estructura, siendo este otro de los factores que, al parecer, no se ha tenido en cuenta para sustituirlos por losas o mosaicos.

Otra de las quejas está relacionada con la falta de pintura y enchape de las áreas comunes de algunos edificios, sobre todo en los primeros que se entregaron.

“Ese es un problema que hemos ido resolviendo, y esperamos que para noviembre todos los que están en esas condiciones tengan su pintura y enchape, al igual que las obras que vamos entregando”, adicionó el ingeniero Pérez Morales.

Preparar las inversiones conlleva también preparar a los recursos humanos, pues el tiempo que se emplea en esto luego redunda en un trabajo más eficiente y en el mejor aprovechamiento de los materiales de que se disponen. Ello también contempla la estética de lo que se realiza, y que en este caso hubiese evitado que los primeros edificios tuvieran un aspecto “desaliñado”.

De la misma manera, llama la atención que, como explicaron varios directivos, en los inicios se cometiera el error de ir haciendo viviendas y urbanizaciones al mismo tiempo. La prioridad que otorgó el Estado en el 2013 al programa, se interpretó erróneamente en algunos lugares, lo que motivó que se actuara con premura y se comenzara a construir cuando no estaban creadas todas las condiciones necesarias de microlocalizaciones y proyectos, lo cual a la larga ha creado otros inconvenientes.

Entre ellos, la inquietud que genera en la población observar construcciones aparentemente terminadas, pero que no reúnen las condiciones de habitabilidad.
Por suerte, en estos momentos las urbanizaciones (redes de gas, agua, etc.), se van terminando primero, y una vez que el edificio es concluido este se conecta con las redes que ya se en­cuentran terminadas.

Pero, por irregularidades como esas, Roberto Vázquez Ga­nusa, director de Inversiones del Instituto Nacional de la Vi­vien­da, señaló que en muchas de las construcciones no se cumple con lo pautado.

“Entonces, cuando va el compañero de la Unidad In­ver­sio­nista de la Vivienda, no otorga el visto bueno al inmueble. Una cosa es una vivienda económica y otra es la ‘chapucería’. Hay que ser exigente con las condiciones de habitabilidad en que se tienen que entregar los apartamentos”, sentenció Vázquez Ganusa.

Él mismo confirmó, además, que si las condiciones de la vi­vienda son correctas, el proceso para entregar el certificado de habitable no debería demorar más de un mes.

Mas ninguna de estas dificultades restan mérito al esfuerzo que se viene realizando para incrementar la entrega de viviendas a las personas que más lo necesitan. A las buenas noticias que significan estos grandes asentamientos se une el inicio de nuevas obras, a comienzos del 2015, en otras áreas con características similares ubicadas en El Palmar, municipio de Ma­rianao, y Guiteras, en La Habana del Este.

“El ritmo constructivo nos tiene que posibilitar que las personas de los albergues vivan allí por un periodo de tiempo transitorio, y no como ocurre hasta ahora, donde existen casos que llevan más de 20 años haciendo uso de las instalaciones. Se puede estar tres meses, un año, dos; pero no 20 y 25 años”, dijo Nápoles Aldama.

Por ahora, el tema de los asentamientos es una buena idea que rinde sus frutos, no obstante, no hay que descuidar factores de organización que inciden de manera directa en la calidad de las obras. Ejecutar con profesionalidad debe ser la palabra de orden si queremos que este programa materialice las esperanzas de aquellos que no tienen casa.

(Tomada del periódico Granma)

 

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