Santa Clara enmudeció el día que llegaron los restos del Che y sus compañeros de guerrilla. Un silencio profundo inundó la ciudad que conmovida fue otra desde ese instante. Aquel silencio era un grito.
El Che estaba en Santa Clara de vueltas, antes había llegado en diciembre de 1958 para luchar y ganar, lo hacía esta vez para seguir guerreando y triunfando.
Una mezcla de sentimientos se apoderaba de Santa Clara y sus gentes. Creíamos que llegaba con tres heridas: “la de la vida, la de la muerte, la del amor”, casi todos olvidamos la de la muerte porque renacía Guevara.
Solo se escuchaban, casi imperceptibles los acordes musicales de algunas canciones: Hasta Siempre Comandante, El poeta eres tú o Son los sueños todavía… Una atmósfera de patriotismo, remembranza, presencia y vigencia colmó el espíritu de aquellos días de luto y nostalgia que vivía Cuba y el mundo.
Una fila interminable de personas llegaba de cualquier remoto lugar para rendirle tributo al Guerrillero Heroico en la Sala Caturla de la Biblioteca provincial Martí. Hasta él se llegaba con flores, cartas, poemas, lágrimas, esperanzas…
Con particular conmoción entró su tropa a aquel recinto, esta vez al frente venía el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés. Eran los integrantes de la Columna 8 Ciro Redondo, quienes partieron comandados por el argentino desde el caney Las Mercedes, en la Sierra Maestra, hasta Santa Clara y que llegaron al Escambray precisamente un 16 de octubre de 1958 para liberar el territorio central.
Hoy muchos de aquellos combatientes que aglutinó y unió en este territorio lo siguen y esperan sus órdenes en el Mausoleo del Frente de Las Villas inaugurado hace cinco años.
Instalaría el Che su última comandancia en esta ciudad, tal como lo hiciera en la Universidad Central o en el edificio de obras públicas, actualmente sede del Partido Provincial para dirigir la batalla final contra la tiranía batistiana.
Quedaba para siempre en su Memorial en la Plaza de la Revolución que lleva su nombre en esta ciudad. Para él el pueblo creó un lugar para el combate, un sitio relativamente pequeño, pero que resume con sobriedad la personalidad y la vida del Che.
Está junto al Destacamento de Refuerzo en esta ciudad del centro de Cuba tal como lo estuvo en medio de la selva boliviana, aquí el Che y su tropa repone sus fuerzas. En el centro su nicho, con la estrella de luz, sigue siendo la esperanza de América.
Diecisiete años después de haberse encendido la llama eterna por el líder de la Revolución Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz se siente que el Che llama al combate con tableteo de ametralladoras y clarines mambises: ¡Hasta la Victoria Siempre!