Pinareño y maquinista, en esta vida y la siguiente

Pinareño y maquinista, en esta vida y la siguiente

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El ferrocarril tiene en Pinar del Río una gran tradición. Luis González Viera no solo sabe de eso, sino que tiene gran autoridad para hablar del tema. Maquinista del tren Pinar del Río-La Habana desde 1999, ferroviario desde el 82, y pinareño desde el 62. Vecino de la localidad de San Juan y Martínez, pocas veces descansa en su casa. Casi siempre lo hace en la “proa” del tren, en los mandos, y lo del descanso es relativo.

 

En sus inicios, Luis se dedicó a trabajar en los viales, hasta que, a finales del siglo pasado, comenzó a ejercer lo que realmente le apasiona del tren, manejar. “Es lo que más me gusta, manejar. No me aburre subir todos los días al tren por el sentido de pertenencia que tengo a los ferrocarriles”, afirma Luis.

No ha tenido una tarea fácil. Ha alternado entre la transportación de pasajeros y la de carga, pero recuerda con más fuerza la segunda, por la importancia que ha jugado en su vida. “Cuando los ciclones han azotado Pinar del Río, hemos transportado con rapidez áridos y cementos para la construcción de nuevas casas o recintos destruidos a causa de las lluvias o vientos fuertes. Sin embargo, mi mayor reto ha sido la transportación de combustible a la provincia”, admite Luis.

Lleva trabajando en el mismo tren desde hace 10 años. Son vagones y máquinas que ha cuidado con la vida, y añorado mucho cuando han estado detenidos sus servicios. “Cuando repusieron el tren Pinar del Río-La Habana, la satisfacción fue grande, no solo por mí, sino por el resto de la tripulación de la base de Pinar del Río. Para los viajeros y en general para los trabajadores, porque tenemos un medio más de trabajo en la empresa”, recuerda Luis.

A los ferroviarios les caracteriza la disciplina y el amor que sienten por el ferrocarril. Esa fidelidad y ejemplo les ha permitido visitar toda Cuba. En el caso de Luis, no hay provincia que no conozca, aunque solo como maquinista ha llegado hasta Camagüey.

“También viajé a Sancti Spiritus transportando áridos para las obras que se hicieron en saludo al 26 de julio, que tuvo a la provincia como sede”, dice Luis, quien se siente parte de la Estación de Jaruco, y es que pasó dos años de su vida visitándola todas las semanas. “Me siento muy identificado. Es muy importante para la transportación del barro y yeso, que se lleva a la fábrica de cerámica de San José”, explica Luis.

Sus recuerdos más grandes van para su familia, quienes siempre le han apoyado para superar sus mayores retos. Otro que recuerda es a nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, a quien sitúa cerca de él hace algunas décadas. “Él presidió la entrega de las 10 primeras locomotoras chinas que llegaron a nuestro país. Yo estaba ahí”, comenta Luis.

Sus historias sobre el tren son parte indisoluble de su vida: “El ferrocarril es la vida entera en el trabajo. Yo siempre he sido ferroviario, de corazón. Solo me he imaginado ser maquinista en Cuba. Si volviera a nacer, volvería a ser maquinista”, concluye Luis, pinareño y maquinista, en esta vida y la siguiente.

 

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