Ni interrupciones ni bajos salarios. Acabó el tiempo “muerto”. Ya los trabajadores del Combinado de Cítrico del matancero municipio de Jagüey Grande no tienen que preocuparse por la finalización de la cosecha de naranja, el procesamiento principal de la industria.
“La gente empezaba a inquietarse a medida que se acercaban los días finales, el estado de ánimo cambiaba mucho. Aquí todos lo sabemos muy bien. Sin producción no hay sistema de pago. Ahora es otro el ambiente, se trabaja más y mejor”, confiesa el ingeniero químico Liván González Rodríguez.
Ese, asegura, es uno de los saldos relevantes del diseño y fabricación de una línea para procesar piña, la innovación que hace tres años él y otros aniristas aplicaran en la unidad empresarial de base (UEB), perteneciente a la empresa Victoria de Girón.
“Sucede, explica González Rodríguez, que en este sureño territorio había un elevado excedente del fruto y aquí no había tecnología para emplear la conocida reina. No nos quedaba otra alternativa que enviarla a la fábrica de Ceballos, en Ciego de Ávila, pero la solución implicaba un considerable gasto de combustible”.
Cuenta que un buen día pusieron los ojos en la vieja prensa, un equipo en desuso, aprovecharon sus posibilidades, le introdujeron soluciones y la retornaron a la vida útil. Como consecuencia, un total de 8 mil toneladas (t) de piña planificó moler la UEB en este 2014, año en el que además por primera vez consiguen 200 t con calidad exportable, lo que significa, pondera, dinero para el país, y la colocación de néctares para la venta al Turismo y a la población.
Aparte de aliviar los quebraderos de cabeza de los productores de piña de la zona, Liván y sus compañeros agregaron la nueva opción al flujo de una industria que desde la diversificación afronta el declive de los cítricos en Jagüey Grande.
A su trayectoria de una década como asociado al comité de innovación y racionalización (CIR), el ingeniero adiciona una de sus mayores satisfacciones; ser delegado a la Primera Conferencia Nacional de la Anir, la magna cita que acontecerá en La Habana, los días 7 y 8 de octubre.
“Ha sido un honor, un compromiso tremendo. Somos muchos los dedicados a resolver cuestiones tecnológicas… Esta, por ejemplo, le ha ahorrado a la nación unos 600 mil pesos convertibles (CUC) y es probable su generalización a otras provincias”.
En el camino de encontrar soluciones, explica, lo difícil resulta la no aplicación de todo lo que se puede, debido a la carencia de recursos. “A veces es imprescindible una mínima pieza, que aunque contratada esté, no llega con la prontitud necesaria y en ocasiones hay que importarla por no encontrarse en nuestro territorio, lo que impide la creación de otras líneas productivas”.
González Rodríguez, es, además, el único represente del Sindicato Provincial de Trabajadores Agropecuarios a la Conferencia Nacional. “Nunca lo imaginé. Representar a este amplio sector de la economía en Matanzas significa desafío, al que sumo la urgencia de prepararme mejor para exponer las principales insatisfacciones de un gremio donde quedan aportes sin remuneración”.
Igual o peor que eso, precisa, es no asentar las innovaciones en el libro de registro o que no trasciendan de sus lugares originales algunas perfectamente aplicables en la propia provincia. “Eso hay que resolverlo con mayor exigencia sindical a las administraciones y funcionamiento orgánico del bueno”.
Liván González Rodríguez, merecedor del Sello Ocho de Octubre, es de los cubanos que valen miles.