Para lograr buenas cosechas hay que sembrar con simientes de calidad. La agricultura cubana obvió este concepto y en los últimos años se hicieron plantaciones con lo que apareciera. Un ejemplo concreto está en el arroz: en el 2013 solo el 41 % de las siembras se hicieron con semillas que tuvieron algún grado de validación; en las campañas anteriores la situación fue peor.
Un programa que rige el Instituto de Investigaciones de Granos, ubicado en el municipio de Bauta, en la actual provincia de Artemisa, corrige ahora este desacierto, y cuenta para ello con un centenar de productores de arroz, de los mejores de la isla, que multiplican las simientes para distribuir entre el resto de los arroceros.
La experiencia ha dado muy buenos frutos, y tratarán de consolidarla y extenderá a otros granos como frijoles, maíz y sorgo, con los cuales ya están trabajando. Las pruebas de campo demuestran que el sorgo puede aportar beneficios en la fabricación de pienso animal en sustitución del maíz, y en las condiciones de Cuba se obtienen rendimientos de hasta 4 toneladas por hectárea.
Con los frijoles ya han logrado hasta variedades nuevas y una gama de colores que podrá satisfacer la demanda de los productores a corto plazo, pues la situación del país amerita disminuir las importaciones de este grano, de mucha presencia en la mesa de los cubanos.