Los comicios presidenciales de Venezuela cumplen este lunes 8 de julio cinco días de campaña electoral. Durante tres semanas, millones de personas se trasladarán para acompañar a los candidatos en conferencias, actos y movilizaciones. La pulseada marcará el destino inmediato de la nación suramericana y también de la región.
Las elecciones tendrán lugar el 28 de julio, fecha en que el Comandante del Pueblo, Hugo Chávez Frías, líder e iniciador de la Revolución Bolivariana, hubiera cumplido 70 años. Se espera que los resultados preliminares comiencen a ser divulgados en la madrugada del lunes 29, gracias al moderno sistema de conteo que posee ese país.
La Revolución Bolivariana ha organizado 31 comicios de diverso tipo y ha resultado ganadora en la mayor parte de ellos. En esta ocasión, nueve contendientes de la oposición enfrentan a Nicolás Maduro, candidato de una alianza liderada por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Según reporte del Consejo Nacional Electoral (CNE), participan 37 partidos y movimientos políticos, 24 de ellos representan a la derecha y 13 al actual mandatario. El Registro Electoral divulgó, además, que la cifra de ciudadanos inscritos para votar es de 21 millones 620 mil 705, ligeramente superior a los comicios presidenciales del 2018.
Nicolás Maduro asumió como timonel del proceso revolucionario en el año 2013, a propuesta del líder Hugo Chávez, quien se encontraba muy enfermo. La designación pronto fue ratificada por el voto popular y, a partir de entonces, el presidente bolivariano no ha tenido paz.
La hostilidad imperial ha sido creciente y los venezolanos han sufrido campañas diversas que van, desde el acoso económico y el expolio infame del patrimonio nacional, hasta la guerra sucia que avivó odios y diferencias internas para desestabilizar el país y llevarlo a una guerra civil.
En ese contexto no faltaron castigos y bloqueos impulsados por Estados Unidos, que contaron con el respaldo de naciones europeas y de otras partes del mundo. Pero Venezuela resistió. Hoy su economía muestra ligeros signos de recuperación tras una de las peores crisis económicas de su historia.
Para no pocos expertos, esa insoslayable realidad y el hecho de que Venezuela descansa sobre una de las mayores reservas de petróleo del mundo y, por tanto, necesita de un Gobierno con el que se pueda “negociar”, allanaron el camino que condujo a unos comicios presidenciales que, por momentos, parecían imposibles.
Como preámbulo a estas presidenciales, Estados Unidos decidió regresar a la mesa de negociaciones con representantes de Nicolás Maduro. Aunque no han trascendido detalles del contenido de las conversaciones sostenidas el pasado miércoles 3 de julio, el gesto podría entenderse como un espaldarazo al proceso democrático que hasta ahora había sido boicoteado de diversas formas.
Ganar y perder
Si Maduro resulta ganador, como muchos aseguran, los grandes centros de poder están listos para abrir fuego y cuestionar la legitimidad de los comicios. Encuestas de dudoso rigor divulgadas por conocidos conglomerados de comunicación, favorecen a su principal rival, Edmundo González Urrutia, exdiplomático que ha gestado su campaña bajo la sombrilla de María Corina Machado, la lideresa inhabilitada.
El mundo que observa los comicios a través de los lentes de esos medios, ha cuestionado la ausencia de veedores y comisiones internacionales. Por ejemplo, un artículo de The New York Times afirmaba que “funcionarios venezolanos rescindieron una invitación a la Unión Europea (UE) para observar las próximas elecciones presidenciales del 28 de julio, otra clara señal de que es poco probable que el presidente Nicolás Maduro ceda el poder a pesar de permitir que un candidato de la oposición se presente contra él”.
Esa publicación obvió, por supuesto, la explicación del presidente del CNE, Elvis Amoroso: “Sería inmoral permitir la participación de observadores de la UE conociendo sus prácticas neocolonialistas e intervencionistas contra Venezuela”. Primero que levanten “las sanciones coercitivas, unilaterales y genocidas impuestas a nuestro pueblo”, exigió.
Las entidades venezolanas tampoco aceptaron intrusos de la Organización de los Estados Americanos ni de países hostiles a la Revolución Bolivariana. En cambio, habrá expertos de Naciones Unidas y del Centro Carter, de EE. UU., que desarrollarán su trabajo de acuerdo con lo pactado con el CNE.