El verano es mucho más que sol abrasador y calor intenso; resulta también una mezcla de divertimento con laboriosidad, en dependencia de la posición en la cual se esté.En cada territorio del país se ejecuta un programa caracterizado por la amplitud de opciones y porque considera a todos los segmentos de la población, desde los más pequeños hasta las personas de la tercera edad.
Aunque las ofertas no siempre satisfacen las expectativas de todos, por razones obvias, a disposición de la mayoría —trabajadores y sus familiares incluidos— está la posibilidad de recrearse y “desconectar” en cientos de entidades y lugares preparados con dedicación y a los que les han dado la prioridad requerida en cuanto a abastecimientos y otros elementos que influyen en la garantía de una estancia agradable, en dependencia, claro está, de los gustos, las preferencias y las posibilidades financieras.
Para quienes laboran en algunos sectores del país funcionan centros especializados que les permiten asistir y disfrutar en compañía de los familiares. No obstante, resulta evidente que las capacidades siguen estando por debajo de la demanda y que no todos los sectores pueden disponer de ofertas similares o al menos, parecidas.
Por otro lado, por motivos diversos que merecen otro comentario, se desaprovechan oportunidades de brindarles a los integrantes de los colectivos espacios de esparcimiento en la etapa veraniega, los que no siempre requieren de muchos recursos y sí de la iniciativa creadora y la voluntad de las administraciones y sindicatos.
Alguien me hablaba de las denominadas Noches cubanas que se han hecho tradicionales los fines de semana en algunos centros y en las que los asistentes disfrutan de una cena con ofertas atrayentes, al alcance de sus finanzas. En ellas, lo más significativo es el intercambio, en tono festivo y fraternal, de los compañeros que habitualmente ejecutan juntos las faenas laborales día tras día y les queda poco tiempo para la recreación y el entretenimiento.
El verano tiene dos tiempos, pues a muchos les exige un aporte notable en el puesto que les corresponde. Hay sectores claves en ese sentido, como los del comercio y la gastronomía, transporte, educación (múltiples escuelas abren sus puertas y se convierten en el lugar principal de esparcimiento en los barrios), deportes y cultura, por solo mencionar los más influyentes.
Quienes están integrados a ellos tienen en esta etapa un reto al que solo el esfuerzo y la energía les pueden dar la respuesta requerida. Cotidianamente son múltiples las horas de trabajo para que los veraneantes disfruten al máximo de las jornadas comprendidas entre el comienzo de julio y el último día de agosto. Por tanto, el período, de algún modo, es una oda a la consagración y a la laboriosidad, la que debe ser reconocida al final, siempre que los resultados así lo ameriten.
Obviamente, estos dos meses, por sus características singulares, requieren que se extremen los cuidados de todo tipo: sanitarios, en el tránsito, y en las playas, ríos y otras áreas de baño, muchas de las cuales han sido creadas para la ocasión. El divertimento y la alegría no deben empañarse por negligencias e irresponsabilidades. En el control y el cuidado habrá bastantes personas laborando.
Cuando llega esta época, talmente parece que todo lo colateral a la recreación se paraliza o queda congelado. Al menos, esa es la impresión que causa tan alto espíritu festivo. Pero no es exactamente así. En infinidad de empresas y centros de producción y servicios continúa el quehacer habitual y un número considerable de empleados no podrá disfrutar de la distracción, porque también existe un frente productivo que requiere la mayor prioridad. En lo que resta del estío no puede perderse desde el punto de vista laboral, sobre todo en este octavo mes del año que tiende a ser demasiado escurridizo.
Al programa veraniego la dirección del país le ha dado la mayor atención. El esfuerzo realizado, en el duro bregar de todos los días, venciendo no pocas dificultades y limitaciones, amerita que puedan seleccionarse ofertas afines y asequibles financieramente, para “recargar la batería” y reiniciar las faenas con espíritu renovado.
A estas líneas solo le queda una alerta: no pueden afectar el orden y la disciplina social la masividad, la alegría multiplicada y otros factores que están y estarán presentes en los lugares habilitados para la recreación. Debe primar el respeto entre nosotros para que la huella que quede sea de felicidad y satisfacción.
Acerca del autor
Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.