LISBOA, Portugal.-Martí insondable, sin tiempo y sin límites en eso de amparar el alma humana, ha vuelto a obrar la magia de unir: retratos inspirados en él y nacidos de la impronta diversa de artistas cubanos pueden ser vistos en la Fundación Saramago, en la Casa de los Bicos ubicada en el corazón de esta ciudad ibérica, hasta donde llegó en la tarde de este sábado el Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Con la presencia del Jefe de Estado tuvo lugar la inauguración de las obras. Y como el Apóstol pone misterio y magia a todo aquello en lo que él está, más de un momento emotivo aconteció en la Fundación, mientras una anfitriona especialísima -Pilar del Río, la viuda de José Saramago- recibía al dignatario y a los integrantes de la delegación de alto nivel que le acompañan en su visita de Estado a tierra lusitana.
Los libros resguardados tras los cristales, la sensibilidad, la paz y la belleza, y un espíritu prolífico y poético. Todo eso podía sentirse en los recintos de la Fundación Saramago, donde Pilar mostró a Díaz-Canel y a su esposa Lis Cuesta Peraza un fragmento escrito por el Premio Nobel de 1998, y que aparece a la sombra de este título: “Una inagotable esperanza”.
“La Humanidad no es una abstracción retórica -leyó a sus especiales visitantes la bella Pilar-, es carne sufriente y espíritu en ansia, y es también una inagotable esperanza”.
Prosiguió el recorrido de la delegación cubana por entre vitrinas nutridas de libros, hasta que se llegó a un espacio desde el cual podían verse las obras inspiradas en José Martí. Entonces Pilar del Río, periodista cuya dulzura y lucidez la desmarcan de cualquier tiempo posible, dijo a todos: “Aquí estamos, congregados por Cuba, y por José Martí que nos mira desde todas esas imágenes, preguntándonos como hizo a lo largo de su vida, y lo sigue haciendo ahora desde su obra”.
“Gracias, Presidente, por este encuentro en la casa de José Saramago, en la Fundación que nació con tres mandatos tan ambiciosos como los mejores pensamientos: velar por las culturas, siempre en plural, que nos hacen ser a todas y a todos seres de razón y de conciencia; cuidar el medio ambiente, exigiendo y exigiéndonos medidas que frenen el deterioro del planeta y de las condiciones de vida de sus habitantes; y, como tercer mandato, propiciar en todas las situaciones, políticas y sociales, la Declaración Universal de Derechos Humanos, y su simetría: la Declaración Universal de los Deberes Humanos”.
Pilar expresó que es justamente en esa arista, la de los Deberes Humanos, “donde estamos trabajando”, en vísperas del 75 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos. La intelectual dijo al Jefe de Estado: “Si no estuviéramos convencidos del valor de cada vida humana, de cada ser humano, le aseguro que esta fundación no existiría. El autor del Ensayo sobre la ceguera no habría dejado este testamento de respeto y de amor”.
Y prosiguió la anfitriona: “Pensar es servir, escribió José Martí. Y parece que José Saramago le tomó la palabra: libros que son casas; imágenes de un poeta y de un revolucionario que pretendió hacer casa de este mundo, casa en la que cupieran todas las personas, por supuesto los excluidos del colonialismo, las personas de todos los colores que el blanco imperial trató de anular”.
La periodista afirmó que “Martí nos levanta del suelo, y la creatividad de los artistas cubanos que firman las obras que nos rodean, aligeran nuestros espíritus. Abrazados por la literatura y la solidaridad, seguiremos navegando, querido Presidente, pese a que los mares andan revueltos y el pensamiento único sea la gran inquisición de la época contemporánea”.
Aquí estamos, enfatizó Pilar, “haciendo de la tarde un tiempo feliz, porque es un tiempo de encuentro”.
Entonces, en gesto para reciprocar el recibimiento tan hermoso brindado por la Fundación, el Presidente Díaz-Canel dijo: “Nosotros nos sentimos aquí como en casa, y creo que es muy enaltecedora una tarde como esta en la que estamos yendo a los pensamientos emancipadores, enaltecedores de Martí, de Saramago, del Gabo, que son los sentimientos que unen a las personas que como todos nosotros, los que estamos aquí, queremos que el mundo sea mejor, y ese mundo mejor es posible pero tenemos que luchar”.
“Tenemos que luchar contra ese pensamiento hegemónico; tenemos que luchar contra ese pensamiento único que nos quieren imponer, contra esa colonización cultural, con la cual quieren borrar de nuestras memorias nuestra historia, nuestras esencias, nuestras raíces, y nuestra cultura. Por eso estoy muy de acuerdo con Saramago en que hay que salvar la cultura, hay que salvar el medio ambiente”.
En igual línea de pensamiento el dignatario enunció: “Constituye un gran honor estar presente en esta Casa de los Bicos, ejemplo de arquitectura residencial lisboeta, donde radica la prestigiosa Fundación Saramago.
“Agradezco profundamente a la Fundación Saramago por esta iniciativa, y en especial a la querida señora Pilar del Río, por sus esfuerzos mancomunados para homenajear al Héroe Nacional de Cuba, José Julián Martí Pérez”.
El mandatario recordó que por azar de la historia Pilar y Saramago llegaron a Cuba por primera vez un 14 de junio, fecha del natalicio de Ernesto Che Guevara, de quien dijo el Premio Nobel que “era el retrato de la dignidad suprema del ser humano”.
Martí no visitó Portugal, pero escribió sobre este país, comentó el Jefe de Estado. Y a propósito de la exposición de pinturas resaltó: “De manera también muy amistosa, fraterna y vistiendo sus mejores galas, Lisboa ha recibido hoy a Cuba, pero particularmente a Martí”.
Y a propósito de José Saramago, apuntó que como parte de su relación con Cuba, no solo mantuvo su indiscutible amistad con la nación caribeña: “su interacción llegó hasta el legado de Martí, a través de la Fundación Cultural y Científica Iberoamericana José Martí, de la cual fue co presidente honorífico, junto al también Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel”.
Cuba le profesó sincero cariño y admiración al gran escritor y autor de “El Evangelio según Jesucristo”, afirmó el mandatario, quien también aseguró que para Saramago “Cuba no fue algo ajeno a su propia vida, y a sus propios sentimientos”.