Por Gloria Morales Campanioni
¿Quién fue Juan Manuel Márquez Rodríguez?, pues este tres de julio su nombre saltó a la luz, no solo por su nacimiento en 1915 en la playa Santa Fe sino por ser un combatiente revolucionario que perteneció al Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) y al Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo).
Segundo jefe de la expedición del yate Granma. Desde temprana edad la inquietud patriótica se apoderó de él. Así cuando en agosto de 1931 el pueblo cubano se levanta en armas contra la feroz dictadura de Gerardo Machado, teniendo sólo 16 años, sigue el ejemplo de un grupo de jóvenes que en Marianao toma el camino de la insurrección.
Sufre prisión, persecuciones y maltratos físicos por su cívica posición. En 1944 es elegido concejal y es reelecto dos años después. Fundador del Partido Ortodoxo junto con Chibás.
Participó en la organización del Sector Radical Estudiantil, organismo fundado en Marianao para luchar contra la tiranía machadista. Y el 8 de abril de 1932 era el preso político más joven del Presidio de Isla de Pinos con una condena de ocho años.
En diciembre de 1937, salió de la cárcel por una Ley de Amnistía Política. En 1939 participó del Movimiento de Recuperación Democrática, por el que fue concejal del Municipio de Marianao en 1944 y reelegido en 1946. El 15 de mayo de 1947 formó parte de la constitución del Partido Ortodoxo, desempeñando la Presidencia de la Asamblea Municipal de Marianao y siendo su Delegado ante el Ejecutivo Nacional.
Figura entre los primeros opositores públicos al golpe del 10 de marzo de 1952. Conoce a Fidel Castro en 1955 y entre ambos quedan concertados los planes y la estrategia a que ha de ajustarse el movimiento revolucionario. Finalmente se incorpora al Movimiento 26 de Julio y viene en la expedición del yate Granma. En la madrugada del 25 de noviembre de 1956. Juan Manuel zarpa en «el barco de la guerra». Es el Lugarteniente de Fidel. Antes de desembarcar del Granma viste, junto a sus hermanos de combate, el uniforme verde olivo que lo cubriera en su tumba. Se interponía en el camino hacia la tierra firme una ciénaga, y Juan Manuel comentó: «esto no es un desembarco, es un naufragio».
Pero ya ganado el terreno firme comienza la operación de la Marina de Guerra contra el Granma y un avión vuela sobre sus cabezas. Por lo que se ocultan desplegados en la maleza. Y al reunirse de nuevo se comprueba la ausencia de nueve compañeros, entre los que se encuentra Juan Manuel. A los dos días logra incorporarse otra vez a la columna.
Y llegó el día cinco en Alegría de Pío. Acontece el primer encuentro con el ejército de Batista. Juan Manuel al frente de un grupo hace un cerco para facilitar la marcha de Fidel hacia la Sierra.
Terminaron los disparos. Hay muertos, pero Juan Manuel vive. No tiene ya balas para defenderse del enemigo, pero no huye en busca de un lugar seguro. Recorre los contornos durante diez días en busca de un contacto que lo lleve a su objetivo: la Sierra. Está hambreado, exhausto y lleva aún en sus músculos el brío del combate.
Estaba por el lugar conocido por Las Palomas, en Niquero cuando acierta a verlo alguien. Era el campesino Ignacio Fonseca, quien corrió hacia el centro espiritista de Juana Martínez, donde se encontraba un soldado de Batista, Francisco Moreno. Ambos, el campesino y el soldado, cabalgaron en busca del rebelde, y le dieron alcance por el lugar conocido como El Estancadero. El soldado lo despojó de un reloj, el dinero y las fotografías de su cartera. Frente estaba la casa de Manuel Matamoros, dueño de una panadería. Allí, hacia el portal de la casa llevaron a Juan Manuel. La familia le dio de comer boniato cocido y un poco de café. La esposa de Matamoros le regaló un peine. Nada más podían hacer por él aquella familia que lo hubiera protegido, de haber sido ellos los primeros que lo vieran. De allí lo condujeron a un campamento militar en Juba del Agua.
Participa en el combate de Alegría de Pío con un grupo de compañeros, protege la retirada del Estado mayor hasta quedar sin balas. Queda solo, hostigado por el hambre y la sed, cae en manos del enemigo, es tomado prisionero y asesinado el 15 de diciembre de 1956.
Allí, en aquel hueco del cañaveral oriental, quedó oculto su cuerpo sin más abrigo que el uniforme. Allí dentro, el silencio. Afuera el fragor de la lucha. Allí su presencia juntó todas las manos amigas que empuñaban las armas.
El comandante Fidel Castro, en una entrevista concedida en ocasión del 40 aniversario del desembarco del Granma, recordando a quien fuera segundo al mando en la histórica expedición, expresó:
“Juan Manuel Márquez era un muchacho muy bueno, era del partido Ortodoxo, de las figuras jóvenes, un orador brillante, y como cuando nosotros salimos de las prisiones teníamos la idea de ampliar el movimiento con nuevas figuras, reunimos a los que habíamos estado en el 26 de julio con algunas otras organizaciones —así algunos compañeros se unieron en ese equipo—, y para nosotros era muy importante contar con una figura joven, del prestigio de Juan Manuel. Entonces, hablamos con él, lo captamos, y lo ganamos, pero de una manera decidida. (…)”