En un acto que perpetúa en la memoria de los cubanos la bravura mambisa contra el colonialismo español fue declarado oficialmente Monumento Nacional el combate de Palo Seco, hecho que marca un hito en la historia de la nación cubana y las luchas de su pueblo por la independencia total.
Hasta la imponente llanura, ubicada a 13 kilómetros del centro urbano del municipio de Jobabo en el sur de la nororiental provincia de Las Tunas, acudieron Gladys Collazo, presidenta del Centro Nacional de Patrimonio Cultural, y autoridades del Partido y el Gobierno en el territorio, quienes develaron la tarja que avala la alta distinción.
Gladys Collazo leyó la Resolución Conjunta número 13, de esa institución, que otorga el reconocimiento a un sitio, donde las tropas comandadas por Máximo Gómez, Mayor General del Ejército Libertador, propinaron una aplastante derrota a las huestes peninsulares lidereadas por el coronel Vilches.
La también presidenta de la Comisión Nacional de Monumentos adelantó que la resolución mencionada declara otros siete combates con esa condición y cuatro como monumentos locales en diferentes provincias del país, integrados a un programa que privilegia la preservación de la memoria histórica en calidad de savia que nutre el espíritu de rebeldía nacional y aporta valores a las nuevas generaciones.
Gladys convocó a no descuidar la infraestructura que haga factible el uso de esta herramienta en la formación revolucionaria de los niños y jóvenes, especialmente lo relacionado con los viales de acceso al lugar, cuyo deterioro es un obstáculo para ese propósito.
Dijo a la prensa que Cuba atesora numerosos lugares vinculados con la historia y que esa riqueza se le reconoce, hasta ahora, a 521 sitios declarados monumentos nacionales y locales y zonas de protección, en un universo al que se integra también una red de 333 museos.
Las Tunas cuenta ahora con cuatro monumentos nacionales: El Fuerte de la Loma (Puerto Padre), San Miguel del Rompe y Memorial Vicente García (Las Tunas) y Palo Seco (Jobabo).
Este acto responde a los temores de Máximo Gómez, quien en Montecristi, República Dominicana, 1892, testimonió: “Apenas hoy tal vez existan en el campo de muerte que un día quedó sembrado de cadáveres españoles, ni señales que den testimonio del triunfo conseguido por los defensores de la libertad contra los soldados de la tiranía.
“Todo lo borra el tiempo ¡Cuántos viajeros pasarán por allí ignorantes del recuerdo cruento y honroso a la vez, que el país cubano guarda en las solitarias llanuras de Palo Seco! ¡Cuántos abrevarán su caballo fatigado en la laguna de Palo Seco, mitad agua y mitad sangre, en aquel día memorable, sin sospechar siquiera que de tal modo sucediese allí tan tremenda matanza, que en la noche de ese mismo día, la Luna como una lámpara funeraria, alumbrara más de 500 cadáveres, tendidos en fatídico desorden, magullados en fin por el casco de los caballos sobre aquel suelo duro y seco!”