Más allá de su conocimiento y preparación en asuntos legales del quehacer laboral en el país, el verdadero carisma de Cary, su mayor dimensión estuvo siempre en su alma, en su bondad, en sus sentimientos, los mismos que le servían ―por ejemplo― para irse de La Habana a una provincia cualquiera para atender personalmente la queja que le hiciera llegar algún trabajador a su redacción.
Su Apartado 2009 estuvo siempre entre los espacios más leídos en nuestro periódico y tan así fue que antes de unir mi joven entusiasmo reporteril al órgano de prensa de los trabajadores cubanos, ya conocía de la impronta periodística de Caridad Laffita Navarro. Por eso fue de mis primeras amigas en la redacción.
A tal punto llegó su labor que muchas personas, para referirse al periódico lo hacían mencionando el nombre de Caridad Laffita. Ella fue cara visible de Trabajadores. Y si surgía algún problema en un centro de trabajo, decíase: escríbele a Caridad Laffita. No exagero; es verdad.
También la distinguió, y con creces, la modestia que consigo trajo de Baracoa, el turruño guantanamero que la vio nacer en lugar cercano al río Miel.
Aunque más de una vez supe de su amor por Baracoa. Cary no regresó a cumplir lo que rezos y leyendas aseguran: quien se bañe en aguas del río Miel nunca se marcha. Claro, sobresalió en ella su amor por Baracoa, por la gastronomía del lugar y por el changuí, aunque se lamentó de no saber bailar ni el nengón ni el kiribá, también ritmos autóctonos de aquella oriental región.
A pesar de haber superado el peor maleficio de la reciente pandemia de Covid-19, su maltrecha salud para enfrentar los rigores del día a día en la vida del cubano, fue apagando sus energías, aunque mantuvo intacta su gran memoria, su exquisito trato.
Cary era, y es, de todos. Baste solo algo de lo que compañeros y amigos han escrito al conocer de su fallecimiento este miércoles: “La periodista que más sabía de leyes laborales en el país”, “Con ella se fue una parte importante de la historia de Trabajadores”, “Muchas personas se sentirán agradecidas por la ayuda que les brindó con su sección durante tanto tiempo”.
Muy grande y recordada, pero olvidada después de jubilada sin la atención de sus colegas.
Cuántas verdades en pocas palabras.
De CARY, su amor por los trabajadores y el periódico al qúe dedicó vida y alma queda mucho por decir.
Ante casos como el de ella y otros profesionales del periodismo, queda mucho por meditar sobre las atenciones que le dimos en vida,cuando necesitaban más, sobre todo no dejarlos en el olvido.
Me gustó mucho lo de cary de todos, ella merecía eso, lástima que no le dedicamos un poquito de atención, hizo mucho en su sección de periódico, ella amaba eso, nada que tenga paz eterna y siempre recordada