Cargando...Era a apenas una niña cuando Julia Gutiérrez Aróstiga descubrió que el oficio de la cocina sería su futuro. De la mano de su mamá- administradora de comedores obreros- visitaba las cocinas de los pelotones cañeros. “Le decía mamita, yo quiero hacer lo que hace ella. Ella era la cocinera. Perdí a mi mamá muy joven, pero me dejó una lección para toda la vida: aprende y verás que vas a hacer lo que tú quieras, decía”.
“En los juegos infantiles siempre era la cocinera”, rememora la sesentona, quien acumula cuatro décadas en el oficio. “Comencé a trabajar a los 20 años, en el 1983”- precisa- y desde entonces ha enamorado a los espirituanos con su sazón en conocidos centros gastronómicos de la ciudad de Sancti Spíritus como El Yumurí, El Café Central y El Perla.
Algunos le siguen sus pasos hasta el Motel La Cabaña, instalación donde labora desde hace una década y siente como un segundo hogar. “Aquí llaman personas para preguntar cuando me toca el turno para reservar porque algunos clientes tienen preferencia por mi comida. Muchas veces hacen llamar a la chef desde el salón para elogiarme.
“Cocinar es el arte del amor”, Julia alude a ese sentimiento como un ingrediente esencial de la cocina. “Fui profesora de prácticas estudiantiles y aconsejaba a los alumnos que si no les gustaba la profesión no entrarán a la cocina. Para trabajar aquí tiene, sobre todo, que gustarte.
“Me gusta tanto que nada me parece difícil. He elaborado platos premiados en varios concursos y espero participar en otros porque, aunque está próxima la jubilación, me acuesto y sueño con algo más que pueda crear. Pero el reto es cocinar para muchas personas. En ocasiones lo hago para 600 y hasta 750 personas”.
Aunque muchas personas refieren preferir lo que cocinan otros, Julia rompe algunos esquemas porque disfruta la comida que elabora y después de la faena laboral asume, con gusto, la misma responsabilidad en el hogar. “Sólo cuando es mi cumpleaños, mis dos hijos dicen que ellos cocinan y los hacen muy bien”.
Cuando La Cabaña transformó su objeto social de centro recreativo a hospital de campaña durante la pandemia de covid-19, varios fueron los reclamos administrativos para tratar de alejar a Julia de la instalación durante ese período, con la intención de proteger su salud. Contaban la edad, la diabetes, la hipertensión, pero eligió quedarse porque “ese era el momento de devolverle a la Revolución lo que ha hecho por mí. Siempre con el ejemplo de mi abuelo Estaniaslao Gutiérrez Fleites, quien dio la vida por esta causa”.
La chuleta de cerdo es el platillo que prefiere cocinar Julia. Con el plátano improvisa nuevas elaboraciones con frecuencia. Frutas tropicales, como la guayaba y la piña han sido ingredientes para realizar combinaciones exóticas.
“Cada día descubro algo y lo incorporo. Utilizo hierbitas aromáticas, son muy ricas. Busco la manera de sustituir lo que no tengo a mano por otra. Con experiencia las cosas te salen más fáciles, pero un cocinero debe aprender todos los días, porque uno nunca llega a saberlo todo”.
Pie de foto 2: Julia, junto a Carlitos, administrador de La Cabaña, instalación que la experimentada cocinera considera como su hogar.
