Las nubes están bajas en La Habana y sus absurdas formas regalan un aire de triste postal. Es diciembre y cerca de la Calzada del Cerro un puñado de personas mayores hace cola para comprar algo. Desafían el tráfico, que se defiende a palabrotas y bocinazo limpio. Varios ancianos, sentados en los contenes de la acera, dan la sensación de que algunos asuntos les pesan demasiado. Si mañana llegara el fin del mundo los atraparía en su familiar rutina, esa en la que el tiempo solo consiste en un deslizarse de fechas escritas en la azotada pizarra de su mente. Hay una especie de tenso sosiego en sus agotados rostros, debajo del cual prefiero fantasear, conque a pesar de las arrugas de la edad y el espíritu, sus almas todavía laten y sueñan en medio de tantas carencias…
Me pregunto si a la persona que busco la vejez le ha llegado sigilosa, o como un huracán, barriendo hasta los recuerdos más íntimos. Por ahora solo sé que conserva el misterio de su personaje. Quizás lo sepa y actúe en consecuencia. Él simboliza la gran epopeya que ha sido el béisbol cubano. Se llama Luis Zayas Travieso, tiene 86 años, y tal vez sea el último de los Cubans Sugar Kings que en nuestro país sigue en pie…
Entre personas que vagan camino por la calle Mariano. Casas de peculiares retoques constructivos acompañan mis pasos. Danzando en el aire una mezcla de aromas de siete potencias, café, tabaco y ortiguilla me transporta a una parcela de lo más puro de nuestro sincretismo, mientras que un par de miradas con gesto de ¿qué buscas? ¡Si tú no eres de aquí! me regresan a la realidad, salvándome de pisar la “gracia” que dejó un perro en la acera…
Llego a mi destino en la calle Panchito Gómez. En la sala de un achacoso apartamento puerta a calle que “desentona” con el resto de las casas de la cuadra, gobierna sobre un gastado sillón Zayas.
Apenas me siento en una herrumbrosa sillita frente a él muestra una sonrisa cálida que dice “déjame que te cuente”…
“El béisbol lo es todo para los cubanos. Sin él estamos huérfanos”.
Su voz, algo áspera por años de tabaquismo, no se corresponde con su figura. Tiene un cuerpo casi quebradizo, pero su verbo desborda pasión. Casi regala la complicidad de un amigo.
“Quisiera saber por qué no se acuerdan de los jugadores de mi tiempo”, dispara con un tono que certifica que los colores del desencanto echaron raíces en muchos rincones de su vida. “Podemos ayudar. Hasta sentados en una silla somos útiles”, asevera y cierra el asunto apretando los labios.
Se recuesta cómodamente en el sillón, de muy buena madera, pero viejo como el tiempo. Cruza las piernas. Deja una de las chancletas que calza en el suelo, y con un tono tan filoso que puede cortar el ambiente prosigue.
“Dejé de jugar en ligas grandes por estar aquí. Participé en los principales campeonatos. En la Liga Pedro Betancourt, Liga Popular de Quivicán, la pelota azucarera y la Liga Profesional Cubana de Béisbol. ¿Qué más te digo?”, sentencia chasqueando la lengua y tarareando con sabia ironía un añejo son.
Se levanta murmurando algo que no comprendo. Bosteza un par de veces. Se ajusta un pantalón de claro color gris y se adentra en la oscuridad de su apartamento.
Mis ojos aprovechan la momentánea soledad y vagan por las paredes repletas de reconocimientos dignos de ir a un museo. Es pura historia. ¿A dónde irán a parar en un futuro? ¿Se perderán? ¿Alguien tendrá la decencia de atesorarlos como patrimonio?…
Regresa. Trae un bate de fongueo en las manos. Desparrama su cansada anatomía en el sillón y aferrándolo como un bastón sigue con su “turno al bate”.
“Fíjate, en la actividad por los 76 años del Latinoamericano hablé con la gente de la Comisión Nacional. Tengo el televisor roto hace rato”, abunda señalando con su largo y arrugado dedo índice hacia el equipo al que “adorna” una delgada capa de polvo. “Me dijeron, vamos a ver eso. Todavía los espero”, asevera con el disgusto de quien se acostumbró a sofocar ilusiones.
Continúe le digo yo, asintiendo con la cabeza y apuntando con mi bolígrafo en la agenda, tras el “naufragio” de la grabadora del móvil.
Una sonrisa asoma lentamente en sus labios y dice: “El mío también se rompió, pero imagínate…
“De mí solo se acuerda Rodolfo Puente Zamora”, perpetúa tras apoyar el bate a un costado del sillón y cruzarse de brazos. “Me da vueltas. Utiliza su carro para llevarme y traerme de las actividades. También en lo económico me tira un cabo, sin tener que hacerlo. Algunos pasan por aquí y al verme sentado saludan. Si la puerta está cerrada ni tocan”.
Toma otra vez el bate con sus manos, se ajusta una gorra y repasa el estado actual de la pelota nacional. Reconoce su retroceso. Mal trabajo en la base, poca calidad de los entrenadores y desinterés de los jugadores son algunos “demonios” que la asolan.
Por segundos pone en receso su memoria. De repente el rostro se le enciende. Tres arrugas profundas con otras, más cortas, alrededor de la boca se les abren como afluentes y argumenta.
“Siempre quise ser pelotero. Mi niñez fue durísima. Negro y huérfano de madre. Mi padre nos crio con sacrificio”, afirma y sus grandes ojos con sus iris de un gris oscuro palidecen.
Se frota el rostro con las manos y con el dedo del medio se traza una caricia desde la frente hasta el puente de la nariz. Quizás buscando calma o satisfacción.
“Lo más grande que viví fue jugar con los Cubans Sugar King”, recuerda casi como un susurro. “Quisiera saber por qué apenas se habla de ellos. No lo sé. Era un equipazo, un orgullo para los cubanos. Soy el último de ellos aquí.
“Fui un gran pelotero, afirma con una mirada distante y nostálgica, Corría, bateaba bien y tenía tremendo brazo. Fíjate si tenía un machetón (brazo), que jugando los Elefantes del Cienfuegos contra los Tigres de Marianao puse dos veces out en home a Orestes Miñoso. Eso no lo hacía cualquiera”, certifica con cómica jactancia mientras levanta los brazos como muelas de cangrejo.
“Una vez le dije a Camilo Pascual, mañana tírame rectas nada más. Al final del juego y tras dominarme me dijo riéndose. Te tiré solo rectas. Le respondí, sí pero no tan duras” certifica orgulloso.
“Pude haber jugado en Grandes Ligas”, indica a la vez que abre y cierra los puños como si quisiera recobrar la sensibilidad en los dedos. “En una pretemporada con los Dodgers en la Florida, luego de un partido me toca por la espalda un americano. Me indica que los cubanos consumíamos mucho arroz y frijoles. Que debíamos comer más vegetales.
“Llego a la mesa y señalando al gringo le digo a Edmundo Amorós y al Látigo Gutiérrez: ¿Oigan, quién es el bobo ese?, acabo de darle línea a Sandy Koufax y dice que coma verduras.
“Oye comemi…, comenta Amorós, ese es Duke Snider (miembro el Salón de la Fama de Cooperstown), así que recoge y vete pa’ triple AAA, que se acabó lo tuyo aquí”.
Zayas sonríe. Enciende un tabaco. Expulsa un aro de humo que se disipa como si alguien le hubiese dado un martillazo y apunta. “No puedo dejarlo. Tengo que dar una fumadita. Hasta para dormir me sirve”, señala defendiendo su vicio.
“Jugué en México y Estados Unidos. En Georgia y Texas viví el racismo. Viajábamos en la parte de atrás de la guagua. Había lugares donde no podíamos bajarnos”, explica, en tanto sacude la cabeza, y casi con delicadeza coloca el tabaco en el cenicero. “Tenían que traernos la comida. Nunca pasó nada. Ahhhh y los jugadores blancos del equipo jamás se metieron conmigo.
“Mira —fija sus gastadas y grises pupilas en una foto para iluminar un fiel sentimiento— me quedé en Cuba porque es mi país y estaba enamoradísimo de Nery Emiliana Pérez (esposa fallecida). Nunca me arrepentí, incluso ahora que la cosa está mala. Cuba es Cuba”.
Se mira las manos. Arrugadas y con un buen puñado de manchas de vejez insinuándose en el dorso. Suspira. “¿Te digo una cosa?”. Proyecta y se toca la sien, para indicar que hacerlo es una muestra de inteligencia. “La pelota cubana no es la misma. Hay pocos entrenadores que sepan. Escogen a los que entienden. No a los que saben. Técnicamente estamos en baja. Muchos están pendientes del viajecito”.
Se calla un instante. Apoya la cabeza en el respaldo del sillón. Se balancea lentamente. Se pasa la lengua por los labios, como preguntándose si habría que agregar algo más. Junta las manos como para iniciar un rezo y dispara.
“El béisbol será siempre el deporte nacional. Lo tenemos en la sangre. No me gusta un equipo Cuba unificado”, apunta bajando sus párpados, y con las yemas de los dedos se acaricia la mandíbula. “Que hagan uno en Estados Unidos y otro aquí. Los apoyaría a los dos. Son cubanos”, certifica con un lenguaje físico que regala escenas de vitalidad.
Dirige una tímida sonrisa a la pared atestada de recuerdos. “El mejor pítcher que vi fue Camilo Pascual y como jugador Miñoso. Buenas personas”, expone mientras se aclara la garganta y señala emocionado. “Por las noches sueño con los Cubans Sugar King y los compañeros que jugué. Los extraño. Fui un pelotero que luchó en el terreno. Todavía lo hago, pero día a día…”.
Se despide en mutis y enraizado en su viejo sillón. Ese que es tan viejo como el tiempo. Firme ante esos flacos de memoria. Con aire de sincera y cubanísima esencia en sus palabras. A ratos desnudas de optimismo, pero plenas de vigencia. Así es Luis Zayas Travieso, el último cubano dulce.
Un saludo amigo, sacando a los campeones como siempre del baúl de los recuerdo.
Tus trabajo son valorados por todos.
Saludos agradecido por tan lindo homenaje a un grande del beisbol cubano
Señor periodista le trasmito mi gratitud por recuperar parte de la historia de la pelota y los Sugar Kings, bravo y que el periodico TrAbajadores continue asi siempre se agradece
creo que conoci a este pelotero en una actividad hace muchos años en la provincia Granma, mis saludos y rspetos para el merecido trabajo
gracias por tan buenos trabajos, felicidades en 2023
En casa siempre fuimos muy peloteros, mis padres eran almendaristas y mi hermano mayor del Cienfuegos, de niña escuchaba las historias y me emocionaba, hoy lo hice de nuevo, doy las gracias
Me conmovió la entrevista. gracias por tanta historia y bien contada
luis Zayas Travieso es un pedazo de historia de la pelota cubana bendicione sapra él en 2023
La historia del beisbol cubano lleva escribiéndose hace más de un siglo, los sugar kings forman parte de ella, hay que recordarlos son cubanía
Estudié con Daniel, estuvimos becados en la secundaria imaginamos que seria periodista y mira que si de los muyyyy buenos, felicidades Dany estas escapao como deciamos en aquellos tiempos y felicidades en 2023
mucho tiene para contar el deporte cubano. este es otro ejemplo que el periodico muestra
Olvide felicitar al periodista
“De mí solo se acuerda Rodolfo Puente Zamora”, perpetúa tras apoyar el bate a un costado del sillón y cruzarse de brazos. “Me da vueltas. Utiliza su carro para llevarme y traerme de las actividades. También en lo económico me tira un cabo, sin tener que hacerlo. Algunos pasan por aquí y al verme sentado saludan. Si la puerta está cerrada ni tocan”.
Seguro hay más así, bravo Trabajadores
Yo veia a Zayitas hace muchos años en el Latino siempre riendo y dando sus conocimientos. mis felicitaciones a el y al periodista por recordarlo
Daniel lo felicito de nuevo, otras veces lo hice, también al resto del colectivo por su valiente trabajo
Sencillamente excelente trabajo no puedo decir mas
Yo naci en el 59 no vi pelota `profesional pero si esciche mucho de estos peloteros Zayas vivio esa etapa merece todo el respeto y reconocimiento es pura pelota lindo trabajo
Este tipo de trabajo es muy necesario y util ene stos tiempos, agradecimientos a Trabajadores por seguir a las glorias olvidadas
Uno de los grandes que decidio quedarse aquí, bendiciones y felicidades hay que recordarlo y apoyarlo
Mi padre vio mucho béisbol era fanático de Camilo Pascual, señor Daniel Martínez, le agradezco de corazón esta entrevista, mi padre en el cielo la leera, bendiciones
Disfrute este articulo mucho, ustedes son un ejemplo a imitar los felicito de corazón
“Lo más grande que viví fue jugar con los Cubans Sugar King”, recuerda casi como un susurro. “Quisiera saber por qué apenas se habla de ellos. No lo sé. Era un equipazo, un orgullo para los cubanos. Soy el último de ellos aquí.
“Fui un gran pelotero, afirma con una mirada distante y nostálgica, Corría, bateaba bien y tenía tremendo brazo. Fíjate si tenía un machetón (brazo), que jugando los Elefantes del Cienfuegos contra los Tigres de Marianao puse dos veces out en home a Orestes Miñoso. Eso no lo hacía cualquiera”, certifica con cómica jactancia mientras levanta los brazos como muelas de cangrejo.
“Una vez le dije a Camilo Pascual, mañana tírame rectas nada más. Al final del juego y tras dominarme me dijo riéndose. Te tiré solo rectas. Le respondí, sí pero no tan duras” certifica orgulloso.
“Pude haber jugado en Grandes Ligas”, indica a la vez que abre y cierra los puños como si quisiera recobrar la sensibilidad en los dedos. “En una pretemporada con los Dodgers en la Florida, luego de un partido me toca por la espalda un americano. Me indica que los cubanos consumíamos mucho arroz y frijoles. Que debíamos comer más vegetales.
“Llego a la mesa y señalando al gringo le digo a Edmundo Amorós y al Látigo Gutiérrez: ¿Oigan, quién es el bobo ese?, acabo de darle línea a Sandy Koufax y dice que coma verduras.
“Oye comemi…, comenta Amorós, ese es Duke Snider (miembro el Salón de la Fama de Cooperstown), así que recoge y vete pa’ triple AAA, que se acabó lo tuyo aquí”.
Excelente señor periodista, mis felicitaciones
Dany otra gran pincha hermano, super buena, abrazos
Me cuadra la pelota pero no sabia nada de Zayas, cuidese profe y viva la pelota cubana
El gran Zayita. un grande del bésibol cubano que debemos rescatar pues mucho valen sus conocimientos y mas como esta la pelota
mira que hay historias para contar acá, está lo demuestra otra vez, muy muy buena agradecido por recordar a estas figuras mil gracias a la pagina de deportes, felicidades
Una entrada magistral, el trabajo excelente, da gusto leer osas así espero en 2023 Trabajadores siga así
Olvide felicitar al periodista Daniel por su gran trabajo
Gran articulo, la verdad me emocione, revivieron a una gloria del beisbol cubano, mil gracias y bendiciones en 2023
Interesante
Saludos Daniel ,como siempre me gustan tus crónicas ,felicidades por el premio que se t dio hace poco ,es triste la situacion de Zayas ,abandonado por todos excepto por El jabao Puente,ojalá esté trabajo tuyo sirva para que se ocupen del ,y aunque sea le arreglen el TV ,saludos