A Walid Regragui se le llenó la boca muy rápido luego de la revelación que significó Marruecos en este Mundial. A veces no es bueno hablar tanto, ni autocatalogarte como un símbolo del cine americano, ni ir de chulito de rueda de prensa en rueda de prensa. Menos, cuando tienes que salir a jugar contra el campeón del mundo.
Deschamps, un viejo zorro del fútbol, no dejó que los marroquíes los sorprendieran a ellos también. Y es que Francia tiene muy claro a lo que juega, aunque a veces no nos quede tan claro a nosotros.
En cualquier caso, el cielo se le abrió a los galos cuando asombrosamente temprano, al minuto cinco, la defensa de los Leones del Atlas hacía aguas y concedía el primer gol luego de una internada de Griezmann, un par de rebotes y el remate acrobático de Theo Hernández.
Entonces el guion se rompió. Y Deschamps sacó eso de viejo zorro y Francia, el aura de selección grande. El balón era ahora de Marreucos, que inevitablemente tendría que ir a buscar el empate, dejando espacios con los que harían las delicias Griezmann, Mbappé, Dembélé y Giroud.
Sin embargo, los magrebíes demostraron que también tenían dotes para manejar la bola y combinar en espacios reducidos hasta inquietar a la segura zaga francesa.
Ouhani y Ziyech fueron incisivos. Lloris, exigido salvó a Francia par de veces, pero a la hora de finalizar las acciones había problemas para los de Regragui.
El primer tiempo se fue, irónicamente con Marruecos dando más pases, con más posesión de lo habitual. ¿Acaso buscaba Regragui el punto ese que le pedía a la Fifa para los mil pases de los españoles?
En el segundo tiempo la historia se repetía. Los Leones del Atlas yendo a por el empate y sufriendo la omnipresencia de un Griezmann superlativo y las carreras meteóricas de Mbappé, que recibió hachazos de todos los colores.
Y si los marroquíes no anotaban, los de Deschamps les iban a dar de su propia medicina. La de la contundencia.
Fue al 79. Cuando Mbappé mostró algunos dotes de mago y bailó entre uniformes rojos en una baldosa del área. Se inventó un disparo que salió rebotado, cual perfecta asistencia, a los pies de Kolo Muani que dio el golpe definitivo al mentón, aunque «el Rocky Balboa del Mundial» no lo dejara de intentar hasta el silbatazo final.
Ahora, todo queda dispuesto: Mbappé buscará seguir la estela de Pelé, al tiempo que Argentina espera canonizar a Messi. La vida sigue en Catar, en China y en La Habana. Hasta aquí llegó la hazaña marroquí. Hasta que Francia la despertó de un sueño que fue inspiración mientras duró. Marruecos no aguantó más y se unió al gran grupo de los que ya se fueron.