Se acabó lo que se daba
Así publicó el diario Noticias lo que fue anunciado en comentario preparado para publicarse, pero por problemas técnicos no fue posible.
Se acabó lo que se daba. Liz Truss ya es historia del Reino Unido tras confirmarse su dimisión como primera ministra. Con tan solo 45 días en el cargo, se convierte en la jefa de gobierno más efímera en la historia del país. Su Ejecutivo, que ya es de carácter histórico por la muerte de Isabel II, termina tras unos días llenos de reproches, acusaciones y una profunda división interna que amenaza con hundir a los ‘tories’ en las próximas elecciones.
A continuación el comentario:
La primera ministra británica Liz Truss, con solo seis semanas en el cargo, ya superó a su antecesor, Boris Johnson, en algo que debe preocupar a cualquier gobernante, no solo en el Reino Unido, sino en cualquier nación.
Encuestas, manifestantes en la calle, políticos opositores, e incluso buena parte de la dirección de su partido la consideran impopular y ya se discute en los pasillos del Parlamento y en las propias calles, que debe renunciar voluntariamente o ser despedida.
Un analista de la realidad británica, Isaac Bigio, en entrevista concedida a la cadena HispanTV, consideró “que la popularidad del Partido Conservador del Reino Unido está muy golpeada.
De hecho, la situación económica, los recientes proyectos fallidos de los “tories”, así como la crisis energética, son como factores de esa agitación política que azota al país”.
Ciertamente no es culpable del descontento generalizado en su país, aunque su partido y ella misma, se sumaron a la ola antirrusa y son furiosos partidarios de un enfrentamiento mayor con la Federación Rusa.
Las manifestaciones han tenido lugar, a pesar de que el nuevo Gobierno conservador, liderado por Liz Truss, prometió una acción inmediata para hacer frente a la crisis.
No puedo pagar, no pagaré, no pago
En este marco, la nueva primera ministra presentó la semana pasada ante el Parlamento británico un plan de medidas para relanzar la economía y atenuar la inflación, que incluye el congelamiento de las facturas energéticas, una baja de impuestos y la desregulación en el sector bancario.
Las masivas marchas en diferentes ciudades del Reino Unido, entre ellas Londres, Plymouth, Aberdeen, Birmingham, Brighton y Bradford, denunciaron la subida de los precios y quemaron sus facturas.
“No puedo pagar, no pagaré, no pago”, gritaban los manifestantes. Según el diario local The Guardian, unos 200 000 hogares se han unido a la campaña que pide a los ciudadanos dejar de pagar sus facturas, mientras que el Gobierno no haya adoptado medidas para proteger a las familias más vulnerables.
Los precios de la electricidad en Europa se han disparado hasta alcanzar nuevos récords, presagiando un amargo invierno en el que el conflicto ucraniano inflige dolor económico en todo el continente.
Y los británicos, aunque no pertenecen ya a la Unión Europea, sufren las mismas consecuencias del resto de sus vecinos por los errores de dirigentes políticos.
Por si fuera poco, la Oficina Mercados de gas y electricidad estimó que a partir de octubre las facturas británicas podrían incrementarse de forma “considerable” en 2023.
En comparecencia televisiva a principios de octubre, Truss pretendió dar una vuelta drástica a la política y la economía con una receta neoliberal de rebaja radical de impuestos, y dio marcha atrás a la parte fundamental de sus planes, tras la sacudida que provocó en los mercados.
Renunciar o ser destituida
Comentaristas locales llamaron la atención en que la Premier se vio nerviosa y repetitiva, lo que hizo aumentar el desánimo entre los conservadores y los nervios en los mercados.
Por si fuera poco, la Oficina Mercados de gas y electricidad estimó que a partir de octubre las facturas británicas podrían incrementarse de forma “considerable” en 2023.
Ningún conservador desea ahora unas elecciones generales anticipadas, que supondrían, según todas las encuestas, una derrota sin paliativos frente a los laboristas.
Ella asegura que seguirá al mando, aunque para muchos de sus correligionarios ya es un cadáver político que no llegará a las Navidades.
La situación actual la resume una pregunta que se hacen millones de británicos, ¿Renunciará o no la primera ministra?.