Los 70 años que tomó erigirla representan nada al saberla todavía la Iglesia más antigua de Cuba. Considerada joya arquitectónica de la ciudad, la Parroquial Mayor evolucionó en el tiempo y pasó de ser una pequeña ermita a exhibir una torre que, por su altura, no tuvo semejantes en otro lugar del país. Con una mística que parece inagotable, encanta a quienes llegan a ella siguiendo las leyendas aún vívidas en sus paredes o el artesonado de los techos: aquella Puerta del Perdón, bajo la que cierta señora malhumorada pidió que la enterraran para pagar sus pecados, la paloma de oro arrebatada por la avaricia ruin de los piratas, el arco que delinea frases en español antiguo… Pero, hoy, más que las historias contenidas, hálitos de fe que la desbordan o la magnificencia en los vestigios del Mudéjar que presume, son alpinistas los que atrapan la mirada de los transeúntes en una escalada que le devuelve la vida al templo del Espíritu Santo, símbolo sacro de los yayaberos y de esta villa medio milenaria.