A Yanet Reyes Mesa, madre a los 37 años de cinco hijos, de los cuales cuatro son menores, incluida una adolescente de 17 embarazada y un pequeño de dos años con una discapacidad, la fuimos a conocer en el precario cuartico donde vive sin apoyo familiar, de la mano de trabajadores sociales que conocen su difícil situación y tratan de ayudarla, como parte de su labor en la demarcación del Consejo Popular Acosta, del municipio capitalino de Diez de Octubre.
Nairobi Oviedo Castillo es fundadora del programa de Trabajadores Sociales hace más de dos décadas y Ronny Rissoto Lavín no llega a los dos años de ejercer la profesión, después de integrar la primera graduación de técnicos de nivel medio en esa especialidad del Instituto Politécnico Amistad Cuba-China, en Boyeros.
“Existe desinformación entre la población en cuanto a deberes y derechos, y en ese sentido el Código de las Familias puede contribuir mediante su conocimiento a la solución de muchos problemas”, valoró Nairobi al evaluar el impacto de la nueva Ley que irá a referendo popular el próximo 25 de septiembre, para la labor de quienes Fidel bautizara como los médicos del alma.
“El principal problema que enfrentamos hoy es la desatención de madres y padres con sus hijos menores de edad”, afirmó categórico Rafael Laguna Morales, otro experimentado trabajador social del superpoblado territorio habanero. “También hay muchos hijos que no asumen la responsabilidad de sus padres adultos mayores, y hasta quieren que les paguen por cuidarlos”, dijo Nairobi al señalar otro drama familiar muy común.
“El Código de las Familias se convierte para nosotros los trabajadores sociales en una herramienta fundamental”, aseveró Laguna Morales, quien hizo referencia a aspectos claves como la responsabilidad parental y el reconocimiento de todos los tipos de estructura familiar, concebidas sobre la base del amor y el afecto.
Narró igualmente que “hay niños a cargo de sus abuelos, y estos no tienen derecho a tomar determinadas decisiones sin permiso de los padres ausentes. Si yo vivo con mi nieto, me encargo de él y le doy la comida, tengo que tener también autoridad para ponerlo en una escuela, o llevarlo al médico por un problema de salud.
“A veces hay adolescentes o jóvenes que por su orientación sexual sufren acoso en las escuelas y desgraciadamente han intentado hasta quitarse la vida. También damos seguimiento a esas situaciones para tratar de educar a profesores y familias”, ejemplificó el trabajador social, al ilustrar la gran diversidad de circunstancias que el nuevo Código contribuye a esclarecer.
Un Código para el día a día
“El Código de las Familias va a servir de apoyo a la actuación diaria de los trabajadores sociales”, opinó Rita Machín Reyes, subdirectora de Prevención Social del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, al referirse a la importancia de la nueva Ley para la labor de esos más de 6 mil profesionales en todo el país, de los cuales más de mil fungen además como coordinadores de los grupos de prevención en cada Consejo Popular.
Lograr que el trabajo social como profesión destierre el empirismo y el asistencialismo, y se transite a acciones de transformación social para ayudar a personas y familias en situaciones de vulnerabilidad, a construir proyectos de vida, son el principal propósito de esa fuerza que debe integrar las acciones de las instituciones y la comunidad para ofrecer mejores respuestas y soluciones a los problemas.
“El Código contiene un grupo de preceptos muy vinculados a la labor que hacemos. Protege a niñas y niños víctimas de violencia, da voz a los adultos mayores que puedan estar en situación de vulnerabilidad, a las personas con discapacidad, y otros diversos temas que inciden en las familias cubanas”, reflexionó.
Para Irina Torres Folgado, subdirectora de la Dirección de Trabajo y Seguridad Social en La Habana que atiende esa actividad, “no se concibe a un trabajador social en una circunscripción que desconozca cómo asesorar adecuadamente a las familias, a partir del conocimiento de las políticas públicas que le permitan cumplir su encargo estatal”, de las cuales el Código formará parte.
“Si logramos que los trabajadores sociales se apropien de esta legislación estaremos en condiciones de dar una mejor atención, y también de poder enseñar a las personas y a las familias cuáles son sus derechos, para tomar decisiones que favorezcan su desenvolvimiento”, coincidió Machín Reyes.
Entre los asuntos familiares que hoy más inciden en el trabajo social sobresalen el de los jóvenes que ni estudian ni trabajan, a quienes es preciso llegarles con ofertas de capacitación y empleo atractivas; las madres con tres o más hijos que pueden requerir de ayudas específicas, las cuales no siempre son prestaciones económicas; y la insuficiencia de ingresos en adultos mayores que viven solos o son desatendidos por sus familiares.
“A veces los trabajadores sociales no pueden identificar otros conflictos en las familias cuya solución no es asistencial, por no saber cómo atenderlos adecuadamente ni tener la experiencia práctica para hacerlo, como pudiera ser la violencia intrafamiliar”, apuntó Torres Folgado, al resaltar la trascendencia del Código junto con la Constitución, para resolver otras dificultades que ahora podrán ser identificadas de una mejor manera.
“Algo que aprendimos de Fidel fue a buscar las causas que originan los problemas sociales. A veces hay quien te dice, no tengo dinero, mi situación económica es complicada, pero detrás hay otras carencias y conflictos, muchas veces familiares, que son la génesis a cuya solución debemos ir, para lo cual en lo adelante podremos auxiliarnos en el Código de las Familias”, concluyó Machín Reyes.