Trabajadores sociales: Hasta los lugares más apartados

Trabajadores sociales: Hasta los lugares más apartados

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No imaginaba cuan poco conocemos el quehacer de los Trabajadores Sociales hasta intentar una entrevista con Lisandra Tope Lores, coordinadora de su grupo. Sin dudas, el encargado del área más extensa del municipio especial. Va desde el puente Los Cedros, a mediados de la autopista, hasta Cocodrilo y comprende también a La Fe, Julio Antonio Mella (Cítricos y Vaquero), Pino Alto, Los Mangos y La Reforma. Además de las comunidades intermedias, algunas de reciente creación.

Ilustración: Tomada de Internet

Son 12 muchachas, en su mayoría menores de 30 años. Y a cada una corresponde dar atención a 600 núcleos familiares. Solo la tarea de llegar hasta ellos, en transporte público y al costo que paga cualquier ciudadano, dice de la entrega con que lo realizan.

Se necesita estar llena de un amor inmenso por los demás, de ternura maternal –porque como nadie las madres dan la vida y sienten los dolores ajenos como propios– para no desfallecer en la búsqueda de soluciones complejas y distintas, a verse cada día frente a la cara menos hermosa de nuestra sociedad.

…Familias disfuncionales, niños en vulnerabilidad o salud crítica, madres con tres o más hijos (y ya son 78 en este caso), personas que incumplen sus deberes laborales, desvinculados del trabajo, niños con padres reclusos, menores en escuelas de conducta, niños o adolescentes que estuvieron en la Casa de Niños sin Amparo Familiar y ya están incorporados a la sociedad. Menores con tendencia a la prostitución, jóvenes egresados de centros penitenciarios o en libertad condicional, violencia de género, familias con situación social crítica, incapacitados, tendencia a las adicciones con drogas o alcohol, embarazadas adolescentes, prestaciones monetarias, Sistema de Alimentación a las Familias, niños bajo peso, huérfanos, jubilados, Casa de los Abuelos, Hogar de Ancianos, personas centenarias, casos de asistencia social… –cuanto acabo de enumerar es apenas un tercio de sus tareas. Empeño muy difícil, sobre todo cuando no se dispone de suficientes recursos y quien viene a ti espera los prodigues a manos llenas, como si te fuera posible.

Y tu encomienda es conocer sus problemas, caracterizar al necesitado, orientarlo sobre las vías o mecanismos de solución y trasladar su problema a las autoridades correspondientes cuando la gestión no corresponda al propio interesado… Volver al cabo de un tiempo y comprobar si se entregó la silla de ruedas, los útiles del hogar o las toallas que quedaron pendientes, el juego de muebles, el televisor para que estos niños vulnerables tengan la posibilidad de no perderse sus teleclases…

Como recompensa, la satisfacción inmensa de saber que cumpliste con tu deber.

Visualizo ese momento y percibo el hálito del Juramento Hipocrático, ese que, ante sus compañeros y la sociedad, hacen suyo los galenos nuestros al momento de su graduación: “…juramento que me obligo a cumplir (…) poniendo en tal empeño todas mis fuerzas e inteligencia, evitando todo mal y toda injusticia”.

Eso –aprendí– es ser un trabajador social. Otro de los tantos imprescindibles que, en cualquier campo, tiran del mismo carro y lo llevan hacia adelante. Resulta a veces un camino con trechos muy empinados pero allá, en la cima, hay una meta tanto más alcanzable cuanto mayor empeño se le ponga: la mejoría de todos en nuestra sociedad.   (Tomado de Victoria)

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