Casi toda la población mundial (el 99 %) respira un aire contaminado que pone en peligro su salud, al superar los límites de calidad del aire establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Tal nivel de contaminación del aire causa la muerte de al menos 7 millones de personas cada año y otros daños a la salud de muchos más individuos, de acuerdo con el documento publicado por la OMS el pasado lunes acerca de la actualización de su base de datos que tiene por objeto vigilar el estado del aire en el mundo.
El reporte, presentado en vísperas del Día Mundial de la Salud—celebrado el 7 de este mes—, destaca que un número récord de más de seis mil ciudades de 117 países vigilan ya la calidad del aire. La cifra representa dos mil urbes más que en la última actualización del año 2018, y también un aumento de casi seis veces desde que la base de datos fue puesta en marcha en el 2011.
No obstante el citado incremento en la vigilancia, los habitantes de esas ciudades siguen respirando productos incluidos entre los principales contaminantes ambientales, como dióxido de nitrógeno (NO2) y las denominadas partículas finas (PM); y es la población más expuesta aquella que habita en los países de ingresos bajos y medios.
A nivel global, el aire del 17 % de las ciudades en los países de renta alta no cumple las Directrices de Calidad del Aire para las partículas PM2,5 o PM10; mientras que en las de los países de ingresos bajos y medios, menos del 1 % cumple con tales requerimientos.
Los países de ingresos bajos y medios del planeta siguen experimentando una mayor exposición a niveles insalubres de partículas en comparación con la media mundial, pero los patrones de NO2 son diferentes, mostrando menos diferencias entre los países de ingresos altos y aquellos con ingresos bajos y medios.
Vale apuntar que la actualización del 2022 no solo perfecciona la medición de las partículas contaminantes, originadas principalmente en actividades humanas relacionadas con la quema de combustibles fósiles; también ha crecido rápidamente la base de datos sobre el daño que provoca la contaminación atmosférica en el cuerpo humano, y la información apunta a un daño significativo causado incluso por niveles bajos de muchos contaminantes atmosféricos.
En este sentido, se significa que las partículas contaminantes son capaces de penetrar profundamente en los pulmones y entrar en el torrente sanguíneo, causando impactos cardiovasculares, cerebrovasculares (ictus) y respiratorios. Además, aumentan las pruebas de que las partículas afectan a otros órganos y causan también otras enfermedades, muchas de ellas requeridas de atención médica u hospitalaria, cuando no provocan la muerte.
Como parte de las medidas internas para ayudar a los países a evaluar mejor la salubridad de su propio aire, la OMS revisó el año pasado sus Directrices sobre la calidad del aire, haciéndolas más estrictas. Los resultados obtenidos le han conducido a subrayar la importancia de frenar el uso de combustibles fósiles y tomar otras medidas para reducir los niveles de contaminación atmosférica.
En el informe que nos ocupa, la OMS reclama de los gobiernos intensificar rápidamente las medidas dirigidas a mejorar la calidad del aire; y en esta dirección recomienda acciones como:
-Adoptar o revisar y aplicar las normas nacionales de calidad del aire de acuerdo con las últimas directrices sobre la calidad del aire; vigilar la calidad del aire e identificar las fuentes de contaminación atmosférica; y apoyar la transición al uso exclusivo de energía limpia en los hogares para cocinar, calentar y alumbrar.
-Construir sistemas de transporte público seguros y asequibles, así como redes para peatones y ciclistas; aplicar normas más estrictas sobre las emisiones y la eficiencia de los vehículos, y hacer obligatorias las inspecciones y el mantenimiento; e invertir en viviendas y en la generación de energía eficiente.
-Mejorar la gestión de los residuos industriales y municipales; reducir la incineración de residuos agrícolas, los incendios forestales y determinadas actividades agroforestales, como por ejemplo, la producción de carbón vegetal; e incluir la contaminación atmosférica en los planes de estudio de los profesionales de la salud y proporcionar herramientas para que el sector sanitario se comprometa.
«Los problemas energéticos actuales ponen de manifiesto la importancia de acelerar la transición a sistemas energéticos más limpios y saludables», afirmó el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
Y aseguró el titular de la Organización Mundial de la Salud: «Los elevados precios de los combustibles fósiles, la seguridad energética y la urgencia de hacer frente al doble reto sanitario que suponen la contaminación atmosférica y el cambio climático, ponen de manifiesto la urgente necesidad de avanzar más rápidamente hacia un mundo mucho menos dependiente de los combustibles fósiles».
(Con información de sitios web de la OMS y Noticias ONU)