En una de las pocas veces que me he visto obligada a visitar la tienda del barrio para proveer de alimentos a mi familia, conocí a Mariuska.
Lo positivo de la indescriptible e inmensa cola justo antes de comprar, es la posibilidad de ampliar y poner en práctica las relaciones humanas, conversar con los vecinos,encontrar amigas de la infancia y conocer a nuevas personas.
Así conocí la historia de vida de Mariuska, una guantanamera de corazón pero enraizada en La Habana desde la Campaña de Alfabetización. Al calor de la conversación me comenta que el Código de las Familias tiene mucho que ver con ella.
Los nervios le impidió que grabará su vivencia pero sonriente me comentó: “Puedes publicar mi historia pues como yo hay unos cuantos en Cuba”.
Entre anécdotas y vivencias de sucesos muy fuertes, relata Mariuska que sintió en carne propia el divorcio de sus padres y el abandono total de su progenitor. “Él no aguantó la presión de ser padre de familia y optó por borrarnos de su vida”, me comenta en lo que esperábamos el turno de escanear el carné de identidad.
Con orgullo resaltó que gracias a su mamá, la ausencia del padre en su vida pasó si dejar huellas profundas en su alma. Con esfuerzo y estudio intenso, se hizo una mujer de bien para complacer a su progenitora, quien falleció dos años después de graduarse como ingeniera industrial.
Y como la vida es un pañuelo, luego de muchos años de ausencia, su padre biológico se acercó en busca de atención y manutención económica pues la vejez y una ceguera crítica le impedía continuar la vida que llevaba. Ante la expresión de mi cara, me dijo con una sabia tranquilidad.
“Definitivamente por mis venas corre su sangre pero yo no soy él, yo no abandono a un ser querido, nunca lo hice con mi madre y con él no lo haré tampoco. Lo traje para La Habana y ahora vive conmigo y goza de tremenda salud.”
Sin dudas la grandeza del corazón de Mariuska superó tanto pesar y puso por encima el amor a sus seres queridos. Pero casos similares no han sido tan benévolos con sus padres y madres.
En tal sentido el Código de las Familias establece pautas para la solución a dichos conflictos con la posibilidad ante el abandono de padres y madres de la responsabilidad de proveer alimentos a sus hijos, los mismos no sientan la obligación de cumplir con la manutención económica para con ellos.
Puede consultar aquí el código para más información : Proyecto del Código de las Familias (34149 descargas)
Es una decisión que de manera voluntaria pueden asumir o no los hijos e hijas carentes del cariño de sus padres y madres ante la posibilidad de proporcionarles una vejez adecuada. (Tomado de RR)