Por Ernesto Montero Acuña
Nicolás Guillén fue muy explícito en su Charla en el Liceo, en 1947, al expresar que no se avergonzaba de decir que luchaba “como poeta por el futuro de los poetas y de quienes no lo son”, hecho demostrado a lo largo y ancho de su obra literaria, periodística y política.
Con Jesús Menéndez, líder sindical de los azucareros cubanos, realizó una intensa y prolongada campaña política, sobre la que publicó en el periódico Hoy, el 13 de marzo de 1942, que no había “un mal plato de arroz que vaciar en el estómago”, durante jornadas de su viaje por cenagosos caminos.
En la campaña de insuperable compromiso sintetizaba que el éxito político y humano se debía desde luego a Jesús Menéndez, al que calificaba como “el candidato de más fuerza popular en todas Las Villas, el de más incontrastable empuje de masas”, cuando la provincia comprendía las actuales de Villa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus.
Asimismo, relataba que en aquellos encuentros Menéndez sonreía a la gente que lo saludaba al borde del camino, y añadía: “Él, que fue machetero también, no olvida a los suyos, y les estrecha las manos con limpieza y naturalidad”.
Luego de celebrado en el 2014 el congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y próximo el advenimiento del Primero de Mayo, se mantienen unidos Guillén, presidente fundador de la Uneac hasta 1989, y Menéndez, máximo representante de los azucareros cubanos hasta ser asesinado en 1948.
Los sostiene la obra común
El poeta elogiaba en las páginas del periódico Hoy, el 3 de mayo de 1963, el vínculo entre la Uneac y la CTC Revolucionaria, precisamente a propósito de “la magna fiesta de los trabajadores en el mundo”*, un nexo que calificaba como “un hecho significativo porque muestra la solidez unitaria de nuestro pueblo, fraguada al calor de la Revolución”.
Entendía -y lo practicaba- que “el nacimiento de nuestra Unión es un hecho revolucionario. En primer término, porque juntó a los artistas y escritores entre sí, sin restarles por ello libertad para expresarse por los medios que les fueran más accesibles, más gratos o más familiares dentro de la órbita revolucionaria…”
Aseguraba, en segundo lugar, que “unidos les ha sido más fácil unirse a su vez a los obreros, a los campesinos, a los soldados, a todos los trabajadores, en la vertebración de un solo frente contra el imperialismo y por la defensa de la independencia nacional”.
De tal modo se le presentaba que ser poeta, pintor, novelista, escritor, y amar y cultivar las bellas artes y las buenas letras “no es óbice sino estímulo para el ejercicio pleno de la ciudadanía”.
Guillén percibía que el “proceso de acercamiento entre los intelectuales del pueblo y el pueblo mismo” tenía en el Primero de Mayo una ocasión para juntarse y fraternizar, contrariamente a como ocurría cuando el imperialismo mantenía a los cubanos “divididos y alejados entre sí”.
Durante aquel encuentro entre la Uneac y la CTC explicaba que “el asesinato de los mártires de Chicago, lejos de apagar aquellas vidas, las multiplicó en millones de luchadores por todo el mundo”, incluidos numerosos cubanos, entre los cuales figura su compañero Jesús Menéndez.
Cuando se cumplen 80 años de la publicación del libro West Indies, Ltd. debe destacarse que el poeta demostraba haber crecido en altura interior, porque había chocado ásperamente con la vida y había sufrido y llorado, y visto sufrir y llorar a su alrededor, en el mundo del trabajo.
En su Charla del año 1947 en el Liceo explicaba que el engrandecimiento ocurrido en su obra sucedió tres años después de Motivos de son y Sóngoro cosongo, “con la aparición de West Indies, Ltd.”, poemario en el que expresaba ya brutalmente el conflicto entre el poeta y el medio en que trabajaba y vivía.
Estaba seguro de que el poeta calificado como “puro” no deja de reflejar en su obra, aunque él la crea evadida y lejana, la formación de su naturaleza, el moldeamiento material de su espíritu por las realidades inmediatas que intervienen en su educación y, en fin, por la realidad de su medio.
En correspondencia, son muy oportunos los versos finales de su Himno agrario:
“Nuestra tierra sembrar
de paz y de amor
y una flor, nuestra flor
de esperanza plantar y regar;
y vencer o morir,
morir o vencer,
no morir, sino ver
nuestro pueblo vencer y vivir”.
Tal fue su compromiso vital como hombre y como poeta.
* Nicolás Guillén: Discurso CTC-Uneac, periódico Hoy, 3 de mayo de 1963.