No sabe hasta cuándo podrá exprimir el PSG a Mbappé pero tiene claro que va a hacerlo hasta el último día. El francés come aparte. Decidido a hablar sobre su futuro más adelante, ha antepuesto los intereses de su equipo y se siente a gusto como referencia a la espera que regresen Messi y Neymar.
Ante el Brest, en un choque trabado en los primeros minutos, Kylian se inventó el tanto que abrió el marcador en una noche en la que Sergio Ramos disfrutó de algunos minutos al final (2-0).
El PSG de siempre contó con el mismo Mbappé de siempre. Con el futbolista más diferencial que tiene Pochettino a estas alturas. Ajeno al ruido, nunca se le va a poder reprochar falta de compromiso. Ganador nato, indispensable para partidos que no apetecen tanto como contra el Brest.
Un rival dispuesto a encerrarse sin disimulo que amenazó con peligro al contragolpe. Donnarumma anuló un remate a quemarropa de Cardona que hubiera retratado a Kimpembe.
Es una evidencia que Mbappé echa de menos a sus dos socios de ataque. Mientras, a falta de reencontrarse con Messi y Neymar, lo hace por libre. El galo recibió un balón en la frontal, frenó en seco y su remate cogió a contrapié al arquero: 1-0.
Los gritos de la grada, que coreó su nombre, prueban que hace tiempo que los aficionados se han reconciliado con Kylian. Con la noche encarrilada, el PSG afrontó el segundo tiempo sin pasar apuros.
Se gustó el cuadro de Pochettino, que sentenció el triunfo con un tanto de Kehrer desde el área chica minutos después de que la madera le negara el segundo a Verratti. El Brest no pudo escabullirse de la presión de un PSG que encontró muchos más espacios.
Se asomó Sergio Ramos al tramo final de partido y hubo auténtico furor por el andaluz, aplaudido cada vez que tocó el balón. También tuvo minutos Xavi Simons. Un buen epílogo a otra noche amenizada por Mbappé.