Hilando fino

Hilando fino

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textilera inejiro 1

Como buenos hilanderos los trabajadores de la Inejiro Asanuma, de Gibara, saben “hilar muy fino” a la hora de enfrentar cualquier tipo de dificultad y salir adelante en la consecución de importantes compromisos productivos.

Esta industria textil se construyó a principios de la Revolución en respuesta a uno de los reclamos de los lugareños, quienes atenazados por el elevado nivel de desocupación heredado de la república neocolonial pedían fuentes seguras de empleo.
Sin contar con experiencia anterior alguna, los gibareños se fueron a aprender a la textilera de Ariguanabo y con la asesoría de técnicos habaneros lograron poner en funcionamiento mecheras, cardadoras, hiladoras y otras complejas máquinas.

Desde su inauguración el 21 de mayo del año 1961, a instancias del entonces ministro de Industrias Comandante Ernesto Che Guevara, se ha mantenido haciendo hilaza, materia prima fundamental de las diferentes fábricas de tejidos existentes en el país.
Con su interés por traer el ejemplo de eficiencia y calidad de los japoneses, el Che contribuyó a materializar la donación del equipamiento de la hilandería, que en reciprocidad lleva el nombre de Inejiro Asanuma, quien fuera secretario general del Partido Socialista de ese país.

Alternativas productivas

textilera inejiro 2

La llegada del período especial a principios de la década de los 90, con sus limitaciones en el orden financiero, significó un duro golpe para  esta fábrica, que depende de la importación de algodón para elaborar  distintos tipos de hilos.

Mas, los hilanderos gibareños no se amilanaron ante esta seria limitación material y comenzaron  a buscar alternativas productivas, aprovechar hasta los residuos y extremar  las medidas de ahorro para no cerrar  la querida industria.

Su directora, Aída Oro Lao, habla con entusiasmo de aquellos años  difíciles en que el hilado se contrajo  considerablemente por la poca disponibilidad de materia prima y empezaron a hacer otras producciones,  como confecciones textiles y  artículos de plástico.

“Lo primero que creamos, rememora, fue un pequeño tallercito de  corte y costura, con las máquinas de  coser de la actual directora técnica y  la enfermera, esta última ya fallecida, el cual se fue ampliando progresivamente”.

En la actualidad este taller dejó de ser un apéndice, pues está contemplado en el plan, produce millones de  pesos y de 14 a 15 renglones, todos  de gran demanda, entre los cuales  sobresalen fundas, sábanas, sobrecamas y almohadas.

Después surgió la idea de montar otra unidad dedicada al plástico, para lo que fue necesario recuperar viejas máquinas, en las cuales se aprovechan residuos de este material para  elaborar los conos de hilar de la propia fábrica, además de platos, vasos y juegos de mesa, entre otros.

Por último surgió el taller denominado de géneros no tejidos, de gran  impacto porque aprovecha residuos  de la propia industria para elaborar  cientos de miles de frazadas de piso  que se venden en las redes comerciales, tanto en CUC como CUP.

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Inversión necesaria

A pesar de las inventivas y el empeño de mecánicos, técnicos y trabajadores en general, resultaba difícil  mantener en explotación las viejas  máquinas por el elevado nivel de obsolescencia y la falta de piezas de repuesto.

En atención a la necesidad de reanimar la Inejiro Asanuma y con ello otras industrias textiles encargadas de elaborar tejidos, en el año  1998 se aprobó por el nivel central  una inversión encaminada a su modernización.

Sin embargo, el financiamiento asignado resultó  insuficiente y no alcanzó para adquirir  en el exterior las continuas  de hilar, que  se encontraban en muy mal estado y son  determinantes  en  el proceso tecnológico.

El contratiempo puso a prueba de nuevo el ingenio de sus innovadores, quienes tuvieron que hacerles numerosas adaptaciones a las continuas  de hilar poliéster traídas de Santa Clara, donde se encontraban en desuso, para que pudieran trabajar  con algodón.

“Aquí nosotros  nunca hemos dejado de inventar, siempre estamos haciendo algo, pues son cientos de equipos con muchos componentes que se rompen  fácilmente y pocas veces hay con qué arreglarlos”, dijo al respecto el  electricista  Pedro Leyva Ricardo.

Este innovador destacado, merecedor del sello 8 de Octubre, tiene en  su haber numerosos aportes, entre  los cuales se encuentran la recuperación de microprocesadores de máquinas mezcladoras de fibra y motores  eléctricos en general.

Como Pedro, son muchos  los que en esta  empresa  se  dedican a recuperar o fabricar piezas de repuesto,  ponen el talento  en función  de solucionar  vitales problemas y contribuyen al cumplimiento de las principales metas.

Un alto honor

El empeño de los hilanderos gibareños posibilitó el cumplimiento del  plan de producción mercantil con  eficiencia económica, ya que cerraron el año con 6,5 millones de pesos  y una ganancia de un millón 799 mil  pesos.

Atendiendo a estos resultados productivos y la buena labor sindical, esta industria fue la escogida  para iniciar el recorrido de la Bandera XX Congreso de la CTC por  centros destacados de la provincia  de Holguín.

El secretario del buró sindical, Alberto González Salvia, resaltó el alto honor que representó para el colectivo obrero esta designación, “pues nos convertimos, precisó, en los primeros  abanderados del territorio  holguinero  y, como tales, estuvimos en Congreso”.

Por  eso  no  cejan  en el  empeño  de  continuar  hilando  fino   para  mantener  su  buen  paso  en  el   2014  y  la  condición  de  vanguardia   nacional  del  Sindicato  de  Industrias.

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