Un hombre grande falleció la pasada semana: Pedro Pérez Vega. Y así, de golpe, no puedo menos que catalogar de injusto el silencio que rodeó su figura polvorienta del trabajo con el cemento, pues las grandes mayorías de hoy, y muchos de ayer, desconocen la tremenda impronta de este digno artemiseño.
Baste solo decir que cuando en marzo de 1964 fue seleccionado Reinaldo Castro como el indiscutible primer Héroe Nacional del Trabajo en Cuba, entre los pocos que le “discutieron el puesto” estaba Pérez Vega, al punto de que al clausurar esa primera Plenaria Nacional de Emulación, Fidel dijo que había que reconocer la categoría de Héroe del Trabajo Técnico. “Mira, chico, no hay certificado ni medalla para ti, pero aquí tienes mi boina”, le dijo el Comandante en Jefe al distinguirlo.
“No sabía qué hacer ni para dónde coger. Más tarde el Consejo de Ministros acordó instituir la condición de Héroe Nacional del Trabajo Técnico”, rememoró después el sorprendido Pérez Vega, quien fuera años más tarde el primer presidente de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (Anir).
“Yo fui su presidente de forma no profesional, pues seguí como operador de molino, ese era mi mundo, mi razón de ser”, expresó con humildad este honesto fundador de la Fábrica de Cemento de Artemisa.
El mejor hombre del mundo todo para mi