LA GUAGUA: Aprenderemos… aprenderemos a comerciar

LA GUAGUA: Aprenderemos… aprenderemos a comerciar

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En el comentario titulado La vulnerabilidad del vulnerable el periodista Arsenio Rodríguez Pérez cuenta:

Un colega me decía, hace años, que uno de los problemas de los cubanos es que cuando se le da responsabilidad a una persona se convierte, de inmediato, en jefe.

Puede ser el portero de cualquier centro, o el que opere un elevador, o conductor de un vehículo, en fin, cualquier actividad humana en la que el jefe determinará quién pasa, o entra, o se monta.

Sus reflexiones son una introducción a que una vez hubo cola específica para las personas vulnerables y en otra no, aunque también sucedió que en otra ocasión solo funcionó en unas pocas horas.

A propósito del tema, hay un comentario digital CD de OtroAdultoMayor que dice

Manden lo que le toca al vulnerable para su bodega para que disminuya el riesgo que corren con la Covid en las calles y aceras.

 

 

Independientemente del tema de la deferencia con las personas vulnerables, y de la caprichosa manera de organizar las colas, hay un CD que llama a reflexionar sobre la necesidad de abrirnos a experiencias mundiales en materia de comercio.

Ciertamente que cada país tiene sus características, y las cubanas suelen estar marcadas por peculiaridades únicas en su género, pero… veamos lo que dice chuchi

Cuando uno ve lo que nosotros los cubanos hacemos con el comercio en Cuba y lo comparamos con el mundo nos damos cuenta de que las cosas las hacemos muy distintas y a lo mejor por eso tenemos todas las inconformidades que tenemos:

. Los vulnerables y los discapacitados se atienden diferenciados, una cola solo para ellos.

. No hay guardabolsos en las tiendas (¿pagar un salario por cuidar bolsos?)

. No se revisan las jabas a la salida de las tiendas, ni a la entrada.

. Los productos se escogen, no existen mostradores para casi nada.

. Las tenderas no se sientan, todo el tiempo están paradas y trabajando.

. No se interrumpe una venta ni un servicio para horario de almuerzo de los empleados.

. No se cierra un establecimiento en horario de trabajo para un inventario, ni para abastecer el establecimiento, etc.

. No se cierra una tienda a las 4 pm.

. ¿Portero en una tienda de 4×4 que solo abre la puerta y revisa el papelito cuando sales?

Todas esas barbaridades para nosotros ya son habituales, pero van en contra de la satisfacción del cliente y además de la rentabilidad de las empresas.

 

En resumen: También en materia de comercio hay que aprender y compararse con el resto del mundo, donde lo más común es que el trabajo es la fuente donde se obtienen los ingresos para satisfacer las necesidades personales y familiares, y perder el empleo resulta funesto.

Si ya vamos en camino a que estar vinculado laboralmente con un centro estatal o no estatal es la vía para disponer de un salario con el cual vivir, también está siendo hora de introducir medidas como las de tener que cumplir determinadas exigencias para conservar el empleo, en este caso, en un centro comercial.

Esos parámetros de comportamiento no pueden continuar siendo impuestos en nombre de la Atención al Hombre mediante la cual se busque la solución más cómoda para acomodar al empleado en detrimento de quienes pagan por adquirir bienes o servicios.

Si los dedicados a vender tienen que almorzar, lo primero que se nos está ocurriendo es detener la venta para que el trabajador ingiera los alimentos; si los dedicados a prestar un servicio como el arreglo de algún equipo, se siente mal, por supuesto que es de humanos prestarle atención médica, pero…

Nadie aboga por darle las espaldas a un enfermo y menos en Cuba, pero harina de otro costal es suspender la actividad sin tener previsto un relevo o alguna alternativa que permita restablecer la salud del empleado y arreglar los medios rotos de los clientes.

Claro que hay una buena cantidad de trabas que impiden hallar las soluciones como en otros países, pero ya es hora de que empecemos a buscar cómo deshacer tales desaguisados con fórmulas propias creadas en las que también se tengan en cuenta experiencias ajenas.

Ni comprar y vender es cosa de coser y cantar, ni hacer comercio con una correcta atención a los trabajadores del sector y clientes lo es.

 

Acceda a guaguas pasadas desde aquí.

 

En una reunión con trabajadores de la Cooperativa de Ómnibus Aliados en La Habana, el 30 de marzo de 1959, Fidel dijo: «Ustedes saben que uno de los lugares donde más se discute de política, de revolución, de economía y de todo, es en el ómnibus, ¿no? Es como una plaza pública el ómnibus, es como una mesa redonda; un ómnibus es como una mesa redonda permanente, donde todo el que sube opina. (…) a veces pregunto qué se habla en los ómnibus, para enterarme de cómo andan las cosas.»

Acerca del autor

Licenciado en Periodismo y licenciado en Ciencias Sociales, autor de El Foro en Cubahora, jubilado y reincorporado en la Redacción Digital de Trabajadores, donde escribe las secciones LA GUAGUA y EN 500 CARACTERES, fue corresponsal del periódico Vanguardia en tres de las seis regiones de Las Villas, Jefe de Redacción fundador del periódico Escambray, Corresponsal Jefe de la Agencia de Información Nacional (actual ACN) en Sancti Spiritus, colaborador de Radio Progreso, Prensa Latina y Radio Sancti Spíritus; así como Jefe de Información, Subdirector y Director del periódico Vanguardia, donde administró sus foros de discusión.

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2 comentarios en LA GUAGUA: Aprenderemos… aprenderemos a comerciar

  1. Es muy dificil lograr comercio y también comerciantes bien preparados sin tener mercancias en cantidades y variedades con las ofertas suficientes que obliguen a trabajar, a sudar la venta y, que de esa, su gestión dependa la cobertura fundamental de ingresos al comerciante.
    Lamentablemente la falta de cantidades o de alternativas en la compra desvirtúan la actividad comercial, le quitan su esencia de gestionar la venta profesional al enfrentar una compra sin alternativas. Esa realidad en la prestación de ese servicio convierte al (vendedor) dueño o empoderado con la posesión casi absoluta sin el debido control sobre mercancía en un gestor de ganancia incrementada por la necesidad donde el «trapicheo», en lugar de servicio con calidad, es casi la única técnica que se mantiene vigente.
    Muy descriptivo el tema escogido en la Guagua, pero no veo una solución paliativa del momento y a corto plazo, es por ello que tengo la impresión hasta tanto no cambiemos la poca o ninguna oferta deberíamos llamar al ministerio encargado, como «Ministerio de Distribución Interna («MINDIN» en lugar del actual nombre «MINCIN»). O sea identificar a esa Institución como un ente encargado sólo de la DISTRIBUCIÓN normada de alimentos y artículos de primera necesidad, que su función sea sin fines lucrativos, sin derecho a convertirse en «jefes» absoluto de todo bien que pase por sus manos y que su único fin sea distribuir las «necesidades siempre existentes del pueblo que depende del buen hacer de este sector.
    Gracias.

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