Shirley Temple fue una niña prodigio del cine estadounidense, de rizos dorados que fueron su rasgo propio en el celuloide. Falleció a los 85 años de edad en su casa de Woodside, California, por causas naturales.
Temple nació en Santa Mónica en 1928, y con solo cuatro años su cara apareció en la gran pantalla para convertirse en la niña maravilla cinematográfica más popular del mundo durante los años treinta y cuarenta del Siglo XX. Cantaba, bailaba y actuaba: emocionaba.
Ganó un Oscar especial por ser “la niña que más felicidad había proporcionado al mundo”. Tenía siete años, la edad más joven en conseguirlo hasta hoy. Su madre escribió un libro describiendo cómo la había educado, que luego fue un éxito editorial.
Se recuerdan sus interpretaciones en La Pequeña Coronela (1935), La Pequeña Rebelde (1935), La Pobre Niña Rica (1936), La Mascota Del Regimiento (1937) y La Pequeña Princesa (1939), por mencionar algunas.
Temple, al distanciarse del mundo cinematográfico, tuvo una carrera política, siendo embajadora de Estados Unidos en Ghana y Checoslovaquia.
Shirley Temple, quien fuera un prodigio del cine estadounidense de los años treinta y cuarenta, nos deja aquella gracia infantil, en blanco y negro o a color, que los mayores recuerdan con más encanto, que los mayores, quizás, quizás no solo los mayores, no quieran olvidar. Entonces la pequeña de los bucles rubios se engrandece como con una salva de aplausos.
Ella es mi actriz favorita, y para mi siempre será la niña mas prodigiosa de Hollywood.