José Pérez Sarduy: un Héroe en el corazón del ingenio

Un mecánico del área de generación de vapor del central cienfueguero 14 de Julio ostenta el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba

Ramón Barreras Ferrán y Armando Sáez Chávez

Cerca del tándem del eficiente central azucarero cienfueguero 14 de Julio se reunieron aquel día todos los trabajadores. El objetivo era elegir un delegado directo a las sesiones finales del XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (febrero del 2014). La votación fue casi unánime. Seleccionaron a José Pérez Sarduy.

Alguien intervino antes y ponderó la consagración y responsabilidad del mecánico del área de generación de vapor, su disciplina y amor por la labor que ejecuta. Una vez finalizado el encuentro todos lo felicitaron y los periodistas, interesados en registrar sus declaraciones, nos acercamos. Con prontitud nos percatamos de su modestia. Costó trabajo que dijera algunas frases sobre él.

En aquel momento atesoraba el reconocimiento de haber merecido en 12 ocasiones la condición de Trabajador Vanguardia Nacional. También ostentaba la Distinción Jesús Suárez Gayol, que otorga el Sindicato Azucarero; la Medalla Jesús Menéndez, y la Orden Lázaro Peña de III y II Grado. Un tiempo después le entregaron la de I Grado.

Y ahora lleva en su pecho la estrella dorada de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, título honorífico muy merecido, porque Sarduy es un héroe de todos los días, un héroe que hace mucho y habla poco, un héroe para el que las limitaciones son retos vencibles en aras de que su ingenio produzca el azúcar planificada y se mantenga, como casi siempre, a la vanguardia del país durante el desarrollo de la zafra.

“Desde el año ochenta estoy entre los hierros de este central. Procedo de una familia azucarera. Mis compañeros saben que cada día me mantengo aquí todo el tiempo que haga falta”, expresó.

Cuando le tocó estudiar alguna especialidad en su etapa juvenil, no le convino ninguna propuesta. Se incorporó a un aula para complacer a los padres y casi a regañadientes, matriculó en un curso de la entonces Escuela del Ministerio del Azúcar (Minaz), que estaba muy cerca del también central cienfueguero 5 de Septiembre.

“Jamás había entrado a un ingenio y aquellas maquinaras llenas de hierro me impactaron mucho cuando hice la primera práctica como mecánico termoenergético. Lo que sí puedo asegurar es que desde aquel día el olor a guarapo y melaza me penetró por los poros”, afirmó.

Sarduy acumula más de 40 años de labor en la reparación y alistamiento del área de generación de vapor de la industria, siempre con el propósito de que nunca se conviertan en un “cuello de botella” para la molienda.

“Lleva tiempo y dedicación aprender los secretos de este oficio, porque todos los días uno conoce algo nuevo. Hoy preparo a jóvenes, algo cercano a mí, porque yo tuve que aprender de los más viejos”.

Sin menospreciar el resto de la fábrica, Sarduy considera a las calderas de vapor el corazón de la industria, toda vez que la energía resulta imprescindible para mover toda maquinaria. Y al respecto explicó: “Por sus características y régimen de trabajo, esta es un área con complejidades. Pero los años te van aportando trucos para enfrentar cualquier problema en las operaciones. O sea, llega el momento en que uno puede adelantarse al ‘dolor’, como aquel que dice”.

En medio de la actual zafra, la número 190 (consecutiva) del otrora ingenio Manuelita, el colectivo está empeñado en reeditar no solo la cadena de cumplimientos en la producción de azúcar para el consumo nacional y la exportación, sino en mantener la supremacía como el ingenio más integral del país.

En tal sentido, Sarduy aclaró que la etapa de alistamiento posibilitó, entre otros beneficios técnicos, la reparación capital de la caldera de vapor número 1, de 35 toneladas de capacidad. “Eso nos pone en condiciones de lograr una mayor eficiencia energética”.

Sobre la inevitable jubilación en una labor tan fuerte y exigente, planteó que “por la Ley me quedan cuatro años de trabajo, pero aquí estaré hasta que las fuerzas y la mente me acompañen y espero que sean unos cuantos más, aunque no me preocupa el futuro de mi puesto, pues el relevo está bien preparado, y para satisfacción personal, en muchos aspectos me sobrepasan, porque esos muchachos han sabido aprender y aportar su propio talento”.

Sobre el otorgamiento del título honorífico señaló: “Jamás he trabajado para alcanzar reconocimientos. Siempre lo he hecho con el fin de brindar un modesto aporte a mí querido ingenio. Mucho menos soñé con ser Héroe del Trabajo, pero llegó y pienso que es lo máximo, el mayor galardón al que pueda aspirar un obrero cubano”.

Acerca del autor

Ramón Barreras Ferrán

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Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.