La contaminación que ocasionan el ruido y la luz generados por acciones humanas origina determinadas alteraciones en los ciclos de vida de las aves; en consecuencia, tal polución debe ser tenida en cuenta en los esfuerzos dirigidos a la conservación de la biodiversidad, junto con otros factores medioambientales.
Las medidas encaminadas a preservar las numerosas especies de aves existentes revisten una especial relevancia, si se considera que, según estudios científicos, la población de pájaros ha disminuido en un 30% a nivel mundial durante las últimas décadas.
Sobre la incidencia que el ruido y la luz ejercen de modo particular en la reproducción de estos animales, ha profundizado un estudio recientemente divulgado por la revista científica británica Nature, realizado por científicos de la Universidad Politécnica Estatal de California, en Estados Unidos.
Para este trabajo, los investigadores examinaron la influencia de ambos factores en 142 especies de aves en territorio estadounidense, empleando datos recabados de 58 mil 506 nidos entre los años 2000 y 2014. El equipo consideró varios factores para cada nido, incluida la época del año en que ocurrió la reproducción y si al menos un polluelo salió del nido.
Aunque investigaciones anteriores ya habían registrado que tanto el ruido como la luz generados por los humanos provocaban en los pájaros respuestas fisiológicas y de comportamiento, el presente estudio detectó que esos factores también tenían incidencia en su reproducción.
Durante sus experimentos y observaciones, los expertos apreciaron que las aves que estuvieron expuestas a más luz comenzaban a poner huevos unas tres o cuatro semanas antes de que lo hicieran cuando fueron sometidas a una menor exposición a la luz.
También observaron que las aves que prefieren hábitats cerrados, como los bosques, produjeron durante sus puestas de huevos cantidades aproximadamente un 16 % mayores en zonas bien iluminadas frente a otras áreas más oscuras.
Los propios pájaros de hábitats cerrados experimentaron un declive en el tamaño de los huevos cuando fueron expuestos al ruido; sin embargo, este efecto no se observó en otras aves de hábitats abiertos, como praderas o pantanos.
Cabe apuntar aquí que, en este contexto, el cambio climático en curso también incide negativamente sobre el proceso reproductivo de las aves, lo que puede apreciarse, por ejemplo, en el mencionado adelanto de la puesta de los huevos. En este caso, el calentamiento global conduce a desconectar situaciones que la naturaleza mantenía vinculadas, como lo son el período en que las plantas ofrecen sus frutos, y el momento en que los pichones salen del cascarón y comienzan a demandar alimentos.
En el informe se señala que no se ha logrado determinar el modo en que los efectos ocasionados por el ruido y la luz pudieran variar según las diferentes especies de aves.
Sin embargo, los resultados obtenidos por los autores del estudio permiten afirmar que los pájaros de hábitats cerrados mostraron una mayor sensibilidad al ruido y a la luz que aquellos de hábitats abiertos, conocimientos que serán de gran utilidad para decisores y ejecutores de programas destinados a la conservación de la biodiversidad.
(Con información de sitios web Ecoavant y Efeverde )