Vestido de civil Joaquín Casillas Lumpuy, jefe del regimiento Leoncio Vidal y miembro del ejército de la tiranía de Fulgencio Batista, trataba de ocultarse y escapar por la zona del municipio de Santo Domingo, en la antigua provincia de Las Villas.
Allí operaba la tropa de Bordón, la por esos días tenía como misión impedir que llegaran refuerzos hacia la ciudad de Santa Clara donde se protagonizaba la histórica batalla que dio el puntillazo final al régimen batistiano.
Hasta Bordón acuden pobladores de la zona para hacerle saber que sospechaban que entre varios desconocidos que sondeaban por el lugar podría estar el asesino de Menéndez.
La sospecha era cierta.
De inmediato la tropa realizó una búsqueda minuciosa, fue capturado y detenido. Se le conduce hasta una casilla de ferrocarriles. Hubo que custodiarlo porque el pueblo quería tomar la justicia por sus manos.
“La escena era deplorable. Casillas parecía un guiñapo humano dentro de aquella cárcel improvisada. No se le podía dar un tratamiento inhumano a pesar de que había sido responsable de uno de los hechos más crueles de la historia de Cuba”, ha explicado Bordón.
El asesino de Jesús Menéndez fue enjuiciado y declarado culpable en la causa 91 de 1948. Como abogado de la familia del líder obrero actuó el destacado revolucionario cubano Carlos Rafael Rodríguez, pero Casillas quedó en libertad.
Diez años después se hacía justicia, Casillas pagaba con su vida el alevoso crimen.
Bordón conoció al General de las Cañas dando arengas por la zona de Quemado de Güines y Encrucijada donde fue trabajador azucarero, también ha dicho que siempre admiró de Menéndez su sentido de la justicia, lo que lo inspiró para su lucha revolucionaria.