Algunos especialistas afirman con razón que el mundo sufre dos pandemias: la provocada por el coronavirus y la económica. En estas líneas nos referiremos a la segunda.
Dondequiera se levantan voces de alarma y advertencia. El panorama está “gris con pespuntes negros” y el futuro es cada vez más incierto. La crisis sanitaria ha precisado a cerrar industrias, restringir el comercio…, y todas las medidas aplicadas han aumentado exponencialmente el número de desempleados y por tanto, el hambre y la miseria. Las crisis económicas generan crisis sociales.
Las grandes potencias también sufren el mal, a pesar de contar con economías más sólidas y mayores disponibilidades financieras. Ahí está el ejemplo de los Estados Unidos, donde el desespero ha llevado a activar diferentes sectores en busca de una reanimación que se contrapone a diario con los miles de muertos provocados por la SARS-CoV-2. Pero al capital poco la interesa la vida humana. Por encima de todo están las arcas bancarias y la subsistencia misma del sistema.
La COVID-19 llegó cuando ya la economía mundial estaba muy enferma, a punto de ser ingresada en cuidados intensivos. Pensemos solo en nuestra región. La reactivación de gobiernos derechistas y entreguistas, arrodillados ante el imperio del norte, ha originado una desaceleración económica con marcada influencia en las sociedades.
Pudieran ponerse varios ejemplos, pero mencionaré solo a la Argentina que fue gobernada por Macri, cuyo “modelo” puso en manos del Fondo Monetario Internacional (FMI) a una economía que siempre se ha creído fuerte y en realidad resulta extremadamente endeble. La actual presidencia afronta, entre muchos dilemas, el de cómo podrá pagar la deuda contraída. Mientras, el peso de los recortes financieros y la inseguridad económica cae sobre los hombros de los argentinos.
Aunque hay países que no han hecho todo lo posible en el enfrentamiento epidemiológico, médico y sanitario a la pandemia, sí sufren las consecuencias de una economía resentida y dañada, en un estadío que tiene a los académicos y expertos pensando cómo salir de la profundidad del túnel.
Cuba
Nuestro país no vive en una burbuja, como acertadamente han afirmado no pocos entendidos. También sufre lo que sucede globalmente, como la disminución de las importaciones, el encarecimiento de los fletes, la disminución notable de la producción de alimentos y de otros recursos esenciales…
Lo que sí está claro es que quienes conducen la economía en Cuba no se cruzan de brazos ni se ponen a mirar a lontananza en espera de milagros que nunca ocurrirán.
Por eso se ajustó tempranamente el plan de la economía correspondiente al presente año y se adoptaron las decisiones correspondientes para la conformación del de 2021. También las alertas han sido oportunas, sobre todo la referida a fortalecer, en sentido general, la producción nacional, y a elevar las siembras, atenciones y cosechas en la Agricultura, no solo aumentando los rendimientos y buscando alternativas, sino también creciendo en áreas que están hoy ociosas.
Como se ha definido, “tendremos lo que seamos capaces de producir”, pues las ofertas en el comercio internacional seguirán menguadas por un tiempo considerable. De igual forma no podemos descuidar las exportaciones, principalmente las tradicionales: azúcar, tabaco, ron, productos biotecnológicos, miel de abeja, níquel, chatarra…, y los servicios de Salud, aunque las economías de los receptores en el mundo también están deprimidas.
En una reciente entrevista, el Máster Oscar Luis Hunt Pentón, presidente de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (Anec), afirmó que “este 2020 será un año en el que los cubanos contaremos con los recursos que seamos capaces de crear y de captar mediante las exportaciones. Debemos ser muy estrictos en el cumplimiento de las indicaciones que se impartan y sobre todo de aquellas relativas al ahorro de los recursos materiales y financieros con que contamos, que serán limitados y obligarán a canalizarlos en los sectores estratégicos, así como en el mantenimiento de servicios básicos que el Estado presta a la población”.
Y advirtió: “Después de que exista un control de la pandemia persistirá la crisis y en el caso de Cuba nadie duda que las restricciones impuestas por el bloqueo se mantengan como política imperial para obstaculizar el desarrollo de la nación”.
Evidentemente, la pandemia sanitaria y la económica van de la mano en un mundo dividido, fraccionado, dominado por el capital y las grandes transnacionales y muy poco integrado en términos reales y concretos, pues hasta la globalización está en juego. En muchas naciones persiste el “sálvese quien pueda”, porque tiene más valor un dólar que la vida de un ser humano.
Por suerte, Cuba es una excepción, no solo para nosotros, sino también para los residentes en muchos países.
Acerca del autor
Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.