Cada Primero de Mayo es un día especial para Jorge Esteban Ramy Insua. Hace tres años, en fecha como hoy, fue condecorado con el título honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba; antes, con la Orden Lázaro Peña de Primer Grado; y veintiún años ha sido vanguardia nacional. Y no deja de emocionarse cuando asegura que hay muchos otros trabajadores anónimos, con tantos méritos laborales como él.
Comenzó en 1971 a laborar como estibador en el puerto del Mariel. Desde entonces la vida le impuso innumerables retos. “Tuve que superarme, pasar cursos para ser inspector de averías, patrón de cabotaje. Ahora estoy al frente de las operaciones en mi unidad básica de servicios marítimos, perteneciente a la empresa de Navegación Caribe, como técnico medio en explotación portuaria. Estudio computación, y con 57 años todavía hay tiempo para licenciarme en Contabilidad”.
En ese poblado habanero nació, y para él su puerto lo es todo. “Cuando era patrón de remolcador ganaba unos 650 pesos como promedio mensual, estaba vinculado, pero fui seleccionado para pasar el curso medio del Partido; no lo dudé, aunque percibiría cuatrocientos menos. Eso fue allá por el 82, y cuando me reincorporé a mi puesto comencé a donar las horas extras para la defensa de la Patria. En unos diez años llegué a diez mil 900 pesos para las MTT. Después otros me siguieron en ese aporte”.
No quiere hablar de sí mismo. “Me es muy difícil, porque yo no hago nada por ser reconocido”, y habla de la elevada exigencia en los servicios de remolcadores y patanas a los buques. “Es preciso hacerlo todo a la perfección, pueden ocurrir accidentes, afectarse las operaciones portuarias. Todas nuestras embarcaciones que ahora laboran tienen ganancias. Somos una unidad pequeña y debo realizar análisis técnicos, ver el comportamiento de las reparaciones, llevar la parte comercial, participar en los consejos de patrones… Con el esfuerzo de todo el colectivo remodelamos la unidad, que ha sido vanguardia nacional del Sindicato de Marina Mercante, Puertos y Pesca durante varios años”.
Si tuviera más tiempo, el hogar lo atraparía. “Me gusta cocinar, leer, ver televisión, pero siempre he tenido responsabilidades también en la Juventud, en el Partido, en la defensa; hasta principios de este año fui el secretario general de mi sección sindical”.
La familia no escapa del interés en irradiar el ejemplo. Yamilet, la hija, es licenciada en Historia del Arte y actualmente estudia Derecho; Jorgito, el varón, cursa el último año en los Camilitos. Tiene responsabilidad con sus padres, y con otros familiares cercanos de avanzada edad. “Buen padre, buen hijo, buen esposo”, asegura Carmen Fleitas Vázquez, quien ha compartido la vida de Jorge desde hace casi treinta años. “Aunque sea de pocas palabras, es una persona alegre, muy solidaria, y de detalles; se desvive por obsequiarles flores a sus compañeras de trabajo en días señalados, y con un cajoncito, inventa una piñata para nuestra nietecita Angélica María, recoge a los muchachos del barrio, y se arma la fiesta”. Hoy Jorge también está de fiesta, uno entre todos los cubanos que festejan este Primero de Mayo.