Manuel Rafael Gil Fuentes reconoce que se hizo maestro casi de casualidad cuando buscaba prepararse para actuar en un escenario laboral y brindar sus aportes a la construcción de la nueva sociedad enarbolada por Fidel y la Revolución triunfante del primero de enero de 1959.
“Eso sucedió en los primeros años de la década de los 80”, relata y confiesa que ya no pudo, ni puede, apartarse de esa profesión que irradia luz e hizo suyos los preceptos martianos y el legado de Fidel Castro que consideran “la educación como presupuesto básico de la cultura y la libertad de los hombres y los pueblos…”, y en pos de ello ha trabajado para fundar conciencia emancipadora, “¡qué tanto necesitamos ahora para vencer el afán hegemonista y recolonizador del imperialismo yanqui!”, enfatiza.
Natural de Campechuela, en la oriental provincia de Granma, tenía –y tiene- muy cerca muchos acontecimientos de trascendencia histórica en las luchas por la soberanía nacional, desde el alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes, en La Demajagua y el Grito de Yara; hasta el desembarco del yate Granma y las luchas guerrilleras en la Sierra Maestra, el llano y las ciudades de Cuba contra la oprobiosa dictadura de Fulgencio Batista, “que en estos tiempos renacen en algunos países de nuestra área geográfica”, lamenta.
La vida y el magisterio
Hizo los estudios en el Instituto Pedagógico de Manzanillo y en 1984 se graduó de Maestro Primario; pero, sus inquietudes académicas lo llevaron a la Universidad de Holguín, “en ese centro hice la especialidad de Matemática”, asiente y luego continuó superándose y alcanzó el grado académico de máster en Ciencias Pedagógicas.
En el sector ha transitado por múltiples responsabilidades vinculadas con diferentes enseñanzas: secundaria básica, preuniversitaria, universitaria y de adultos, ya de profesor o metodólogo; y, ha sido protagonista en la organización y seguimiento de varios programas de la Revolución como el redimensionamiento del otrora Ministerio del Azúcar, el de inclusión desarrollado en los centros penitenciarios y de los cursos de superación de jóvenes sin vínculos con el estudio y el trabajo.
Y guarda gratos recuerdos de su participación en el Ministerio de Educación, “estuve un año en funciones de metodólogo nacional de Matemática y otro fungí como Secretario del programa de preparación previa y formación de estudiantes latinoamericanos y de otras naciones del mundo que venían a Cuba a formarse como médicos”, recuerda.
Vuelve a Manzanillo, “al Instituto Superior Pedagógico Blas Roca Calderío, donde me desempeño inicialmente en el Departamento de Educación de Adulto, luego en el Comité Académico y más tarde como jefe del Departamento de Relaciones Internacionales en estrecha colaboración con el Instituto Pedagógico Latinoamericano”.
Alfabetizar en otras tierras del mundo
Gil, apellido por el que muchos de sus amigos lo invocan y al que responde sin objeciones tanto para un intercambio académico como para atender labores de carpintería, electricidad, reparación de un equipo electrodoméstico, “es multifacético, curioso y muy cooperativo”, dicen quienes le han solicitado apoyo en la convivencia internacionalista en Ciudad Tiuna, Venezuela, donde lo conocí.
Y dice Gil que le hubiera gustado participar en la Campaña de Alfabetización en Cuba, “no había nacido”, dice y sonríe satisfecho porque “la vida y la Revolución me dieron la oportunidad de llevar la luz de la enseñanza a otras naciones” y de eso saben bien muchos haitianos y venezolanos, beneficiados con los principios solidarios e internacionalistas del pueblo cubano que les alumbró la existencia.
De su constancia y entrega pueden dar fe vecinos y autoridades desde Port-au-Prince hacia el Norte en las comunas Port-de-Paix, Hinche, Les Gonaïves, “en esa hermana nación estuve dos años (2000-2002) atendiendo tareas alfabetizadoras con la utilización de la radio” y esa fue su primera experiencia de trabajo fuera de la Patria.
En Venezuela
Después llegaron otras oportunidades y movido por similar objetivo llegó a Venezuela en el 2003 y durante cuatro meses –abril-julio- participó en el pilotaje del programa de alfabetización mediante el método cubano Yo sí puedo que hizo posible ilustrar a un millón 482 mil 543 personas y que el 28 de octubre del 2005 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) otorgara a Venezuela el reconocimiento de Territorio Libre de ese flagelo.
Más adelante, del 2004 al 2006, volvió a la Patria de Bolívar para seguir sirviendo, “esta vez fungí como asesor municipal integral en el Estado Sucre en funciones relacionadas con el proceso de post-alfabetización que realizaba el gobierno bolivariano con la implementación de las misiones Robinson, Rivas y Sucre, en las que colaboradores cubanos han desempeñado un rol importante”, enfatiza y relata que el segundo período de esta misión fue designado asesor principal de la “Robinson” en Caracas.
Y otra vez Venezuela ratificando la decisión irrenunciable de sus dos gobiernos de continuar los proyectos colaboracionistas, otros dos calendarios defendiendo el derecho de su pueblo a acceder a la Educación popular gratuita, y estuvo desde 2018-2019 –regresó a la Patria hace pocos días- en calidad de asesor del Frente Francisco de Miranda, en el Estado Miranda.
Gil y yo conversamos horas antes de su retorno y conmovido por los recuerdos me dijo: “Es una experiencia inolvidable compartir con este pueblo sus necesidades, su optimismo y su fe en la victoria, acompañarlo en sus expectativas y contribuir desde nuestros saberes a la edificación de la sociedad justa por la que tanto luchan frente a la arremetida del imperialismo y sus lacayos. Con nosotros Venezuela puede contar”, enfatiza.
Epílogo
Como fiel representante de sus colegas, ya está en el terruño rodeado del afecto familiar y de amigos que construye con proverbial sencillez, humildad y honestidad rasgos que lo definen y le ayudan a llevar ese hermoso currículo casi en el más estricto anonimato, “porque así son los educadores, personas que abren universos nuevos y no se jactan del bienestar que proporcionan”.